En estos últimos meses estuve adentrándome en el universo de una pariente lejana del cine, la ópera, a través de las ediciones disponibles en DVD. Así me encontré no sólo con historias y melodías maravillosas sino también con puestas en escena e interpretaciones más o menos tradicionales pero siempre interesantes. La más innovadora que vi hasta ahora es la puesta de Willy Decker de La Traviata , una versión moderna y minimalista que se apropia del mundo interno de los protagonistas y lo expone sobre el escenario. El segmento más impresionante es aquel que transforma el colorido cuadro final del segundo acto, en el cual aparece el torero Piquillo, en un viaje angustiante al subconsciente torturado de Alfredo en donde éste se convierte en el toro abatido por la representación de Violetta.- Esta decisión singular del régisseur me hizo pensar en la forma en la que los directores de cine han representado los delirios de los personajes, un estado afiebrado diferente de los sueños, las pe...
(Pequeños momentos de cine)