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Un mes con… Alfred Hitchcock (última parte).-

Confesión: se suponía que tenía que traerles Juno and the Paycock pero luego de ver los primeros diez o quince minutos, mi nivel de interés por la película estaba en el quinto subsuelo y dado que estamos en el día 30 del mes y no quiero llevarme a Hitchcock conmigo hasta septiembre, resolví dejarlo. De este modo aún me quedará una película del maestro del suspense por descubrir y en algún punto lo prefiero así. Hitchcock todavía guarda un as bajo la manga para mí y me dará una excusa para reencontrarme con él en otro momento.-

Waltzes from Vienna (Valses de Viena), 1933.-


Hitchcock es extremadamente duro al referirse a esta película en su conversación con Truffaut y ciertamente es la última en lo que podríamos llamar su etapa fundacional, sus años de formación y consolidación de su estilo.-
La película cuenta una supuesta historia sobre la composición del vals El Danubio Azul y sobre las dificultades de Johann Strauss hijo (Esmond Knight) para lograr tanto el reconocimiento de su ilustre padre (Edmund Gwenn) como la aprobación del padre de su prometida (Jessie Matthews), un famoso pastelero vienés.-
Es inevitable imaginarse esta misma película bajo la dirección de Ernst Lubitsch, dado que la historia se presta más para su estilo que para el de Hitchcock. Indudablemente el director se aburre con su propia obra y en ese aburrimiento nos arrastra a nosotros, dándonos literalmente muy poco para ver: el uso de la cámara es estático y distante y los decorados son en su mayoría sorprendentemente austeros, casi minimalistas. Así, la mayor parte de la película consiste en planos fijos de los personajes parados delante de un telón liso, sin detalles ni decoración alguna. Sólo de tanto en tanto aparece algún movimiento de cámara dinámico, destacándose en particular un bello travelling hacia atrás que acompaña a Rasi, la enamorada de Strauss hijo, mientras se aleja llorando de un encuentro desagradable con su futuro suegro.-
Hitchcock parece animarse un poco más en las pequeñas viñetas cómicas que aparecen aquí y allá en la película: los sirvientes de los condes que terminarán ayudando a Strauss hijo (Frank Vosper y Fay Compton) transmitiendo los mensajes de sus amos mientras intercambian besos apasionados o el joven Strauss fingiendo interés por el oficio de pastelero mientras en su cabeza compone la melodía de El Danubio Azul son dos de los momentos más encantadores.-
Y si bien la oposición de Strauss padre parece demasiado cruel y exagerada y no hay un gran desarrollo de este personaje, la dinámica entre padre e hijo no le es indiferente al director. Sorprendentemente, el último plano pertenece no a los enamorados sino a Edmund Gwenn. La película termina cuando su Johann Strauss finalmente acepta que su hijo tiene un lugar en el mundo de la música y abandona, solo y pensativo, el lugar donde se ha celebrado el baile público en el cual el joven estrenó su primera obra con gran éxito.-
Por lo demás, lo que me mantuvo enganchada con la historia fue la química entre los dos jóvenes protagonistas: Esmond Knight y Jessie Matthews conforman una pareja muy dulce y apasionada (la urgencia de Strauss hijo por triunfar se explica en parte en su deseo de casarse por fin con su enamorada) y los terceros y cuartos en discordia que aparecen (la condesa y un joven pastelero, respectivamente) no hacen más que estorbar el curso de los acontecimientos sin representar una verdadera amenaza para la felicidad de la pareja (la condesa, sin embargo, es quien más se acerca a su objetivo pero la actuación de Fay Compton es tan acartonada que nunca podríamos, como espectadores, ponernos de su lado).-
En definitiva, pese a lo insignificante de esta película en el contexto general de la obra de Hitchcock, no deja de ser (un poco) interesante descubrirla.-

Comentarios

  1. Mi queridísima Bet, ¡¡¡me he leído tus dos últimos post!!! No he visto ninguna de las dos películas de Hitchcock que reseñas, pero tus textos me dejan pistas maravillosas. Cómo la importancia del humor en el maestro del suspense. Creo que muchas veces emplea elementos del screwball comedy... ¡Y me ha gustado mucho lo de las huellas de las heroínas pre code! Respecto la segunda película de la que nos escribes, me ha hecho pensar en el uso que hace Hicthcock de la música en las películas y la importancia que tiene a la hora de contar alguna de sus historias. Así que no deja de ser interesante su incursión en Strauss, aunque no le apeteciese mucho, ¿verdad? Y como siempre su gusto por la forma, aunque en esta última como señalas tampoco mucho (eso me ha resultado la mar de curioso).

    Te mando un montón de besos encapsulados, pero con mucho cariñooooo
    Hildy

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    Respuestas
    1. Hildy querida, sí, las películas de Hitchcock siempre tienen toques de humor pero cuando se propuso hacer una comedia pura, no salió muy bien parado (tampoco cuando quiso hacer una película completamente seria el resultado es del todo redondo... qué curioso). En el caso de Valses de Viena me llamó la atención que se mantenga tan a distancia durante gran parte de la película, hay pocos primeros planos o movimientos interesantes. Lo que sí está muy bien y olvidé mencionarlo en mi texto, es el momento en el cual Strauss hijo estrena su vals. La forma en la que Hitchcock filmó ese breve concierto anticipa la manera en la que se filma actualmente, con la cámara enfocándose en pequeños grupos de instrumentos cuando éstos tienen un rol destacado en la música y mostrando la orquesta completa o la reacción del público cuando hay momentos musicales "grandes". Debo decir que si bien la película me resultó algo aburrida, no me dejó indiferente...
      Ahora espero ansiosa la llegada de septiembre para encontrarme con películas que he postergado durante años.-
      Encapsule nomás, que no son tiempos para andar descuidado... en general intento ser fuerte y no lamentarme por los pequeños placeres que hemos perdido cuando hay tanta gente que perdió la vida o a sus seres queridos. Pero... ¡qué lindo que era poder viajar y sentarse en un cine y abrazar a un ser querido sin temores...! En fin... yo también te mando todo mi cariño,
      Bet.-

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