Esta película es la mismísima definición de un tearjerker, aquellos dramones sentimentales diseñados específicamente para hacer llorar al espectador. Y cumple con su cometido con la frente en alto.-
Se trata de la historia de una pareja conformada por Roger (Cary Grant) y Julie (Irene Dunne), desde que se conocieron hasta la actualidad, contada a través de las canciones que marcaron su relación. Cuando empieza la película ella está dejando su apartamento y se topa con un álbum de recuerdos que en vez de fotografías, tiene discos. A medida que Julie repasa esta selección, aparecen en pantalla los momentos que las canciones le traen a la memoria, con recortes (hay partes de la historia que se nos escapan) y con alguna que otra invención (hay un par de momentos en la historia que Julie no podría recordar porque no presenció y sin embargo, nosotros los vemos).-
Lo fascinante de esta película es que detrás de la historia principal (chico conoce a chica, chico se casa con chica, tormenta de desgracias cae contra el ventilador, chico recupera a chica), Penny Serenade se toma el tiempo para explorar algunos temas muy interesantes e inesperados en una película de 1941. Desde un comienzo, el destino que tendrá la relación entre Roger y Julie es incierto. La amiga de ella, Dotty (Ann Doran), intenta indagar al respecto preguntándole si Roger le propuso matrimonio luego de varios meses de romance presumiblemente apasionado; desde el primer día Roger y Julie son inseparables pero él no parece ser el tipo mejor predispuesto hacia el matrimonio y los hijos, que es exactamente aquello que Julie quiere. Sin embargo, ella sigue adelante con la relación y nunca presiona, simplemente se deja llevar por los acontecimientos. En este punto una excursión nocturna a la playa, filmada en un claroscuro bellísimo que deja ver lo suficiente para apreciar que Roger y Julie no son la única pareja que busca refugio en la oscuridad, es de una sensualidad inesperada.-
Luego de un casamiento apresurado justo tres horas antes de que Roger deba partir hacia Japón para trabajar como corresponsal extranjero, Stevens nos regala otra escena bellamente filmada que tiene lugar en el tren que debe llevar al protagonista a San Francisco para embarcarse y al cual Julie subió solamente para poder tener un momento de intimidad en la despedida, lejos de los amigos que los acompañaron a la estación. Pero el deseo de la pareja les hace perder la partida y Julie deberá regresar a Nueva York desde la siguiente estación. Stevens filma la escena a través de la puerta del compartimento apenas entreabierta y si bien el encuentro no tiene nada de “ilícito” (Roger y Julie ya están casados), la sugerencia de la consumación del matrimonio a bordo del tren es osada para la época y muy sexy.-
A partir de allí, la vida de la pareja está signada por la desgracia y por los desaciertos comerciales de Roger. Julie llega a Japón embarazada y encuentra a Roger endeudado y dispuesto a embarcarse en proyectos grandilocuentes (en esto Grant anticipa lo que será su personaje en Suspicion, estrenada más tarde ese mismo año, sin tendencias homicidas claro está), pero el colapso de su casa sobre ella a raíz de un terremoto (otra excelente escena y con muy buen diseño de sonido además), le hace perder el embarazo y toda esperanza de engendrar. De aquí en adelante el tono de la película se vuelve más melodramático al tiempo que aborda con seriedad temas tales como los prejuicios en torno a la adopción, las diferentes formas de transitar el duelo en los miembros de una pareja, la asignación de roles en la crianza de los hijos. Sobre estos puntos Penny Serenade se atreve a mostrar (insisto, en una forma inesperada para 1941) que el cuidado de los hijos es tarea tanto de hombres como de mujeres y que un tío postizo (Edgar Buchanan) puede estar más capacitado que una mujer para sobrellevar el primer baño de un bebé (en la misma escena, Roger - que ha pasado la noche atento al cronograma de alimentación de su pequeña hija - le pregunta a Julie si puede ayudar, más cercano a lo que sería un padre moderno que al tradicional modelo de hombre proveedor que esperaríamos ver en 1941).-
En el mismo sentido, las escenas más emotivas de la película le corresponden a Grant antes que a Dunne. Esto aparece como una decisión curiosa del guionista Morrie Ryskind, en primer lugar porque genera un punto débil en la narración al mostrar una escena que Julie (la narradora) no presenció y por lo tanto no podría recordar; por otro lado le “regala” el momento cumbre de la historia a Cary Grant pese a que la primera actriz es Irene Dunne; y por último, porque muestra que el sufrimiento por las tragedias familiares pone en jaque a los hombres en igual medida que a las mujeres, o incluso tal vez más (Julie no alcanza el grado de expresión de la emotividad de Roger en ningún momento de la historia, ni siquiera en el episodio más dramático).-
Y hablando de drama, la escena más emotiva de la película se la lleva Cary Grant, como acabo de mencionar. Se trata del momento en el cual Roger y Julie deben ser evaluados por el Juez (Wallis Clark) que confirmará o no la adopción de Trina (Baby Biffle/Eva Lee Kuney) y al que la pareja llega en su peor momento financiero, sin ingresos y con Roger desempleado. En presencia de la directora del orfanato que ha confiado en ellos como un ángel bueno, Miss Oliver (Beulah Bondi), Roger defiende su caso ante el Juez en una escena filmada con muy pocos cortes y en la que Grant (que es genial expresando muchas emociones pero a quien el llanto abierto le cuesta un poco) deja en la cancha todo lo que tiene.-
Pero no todas son loas para Grant. Dunne está genial aquí, explorando una vena más dramática que en sus anteriores colaboraciones con nuestro agasajado de hoy. Su personaje en la película madura en la pantalla pero ni siquiera en plena ilusión de la juventud deja de ser una mujer bien plantada que sabe lidiar con lo que tenga delante, ya sea un amante esquivo o una pérdida irreparable. La química con Grant (sí, vuelvo a mi consentido) es impecable, eso ya lo sabíamos de las experiencias anteriores, pero aquí logran juntos algo magistral que es caminar en la cuerda floja entre el drama y la comedia sin caer al vacío, en aquellas escenas tragicómicas que muestran desde el humor las penurias de unos padres que intentan no despertar a su bebé o que asisten emocionados a un acto escolar en donde su hija canta unos versos desde las bambalinas.-
Penny Serenade está disponible en Youtube. Les dejo el enlace y aunque suene como una recomendación extraña, sugiero escuchar la película con auriculares al menos en la escena del terremoto. Es lo que me tocó hacer porque hice el último visionado a bordo de un avión, y disfruté muchísimo con el diseño de sonido de esa escena, noté detalles que no había advertido antes. Y sí, lloré a lágrima viva en el avión, sin importarme lo que pensaran los pasajeros de los costados jaja.-
Hola Bet
ResponderBorrar¡Ver una peli "con catástrofe" en un avión, disfrutarlo y acabar llorando, eso sólo está al alcance de IreneDunne (siempre que lo filme Stevens) y de "alguna otra"!
Hace un montón que no veo ninguna de la Dunne; demasiado Lady Lágrima para mi gusto; en la escena, que tan bien describes, del tren, siempre queda la sospecha que protegen un poco más a la actriz que al personaje. El bueno de George en las siguientes con Jean Arthur dispuesta a cualquier cosa ("The Talk of the Town" y "The More the Merrier") debió de sentirse bastante liberado. (Siendo justos son dos comedias casi locas e Irene era la superReina de la opción opuesta, no son comparables peroooo...).
Ya que arrancas con un "cazalágrimas" es justo decir que la peli pone en entredicho todo lo que vamos a ver ya desde su titulo, que podríamos traducir como "serentas a penique". Mucho drama que no deja de ser "melodías baratas".
Un saludo... y mi admiración por ese viaje con doble tirabuzón. Manuel.
Son puro melodrama estas "serenatas a penique", querido Manuel, pero tan bien filmadas...
BorrarCreo saber que Jean Arthur está entre sus favoritas y desde ese lugar entiendo que Dunne pueda parecer demasiado lacrimogéna (y tal vez un poco afectada) en comparación. A mí me gusta lo que he visto de las dos, cada una en su estilo claro está, pero no diría que me desvío de mi camino por ninguna de ellas (en rigor de verdad, no sé si me desvío de mi camino por alguna de las damas del cine clásico... Ingrid Bergman tal vez, que haciendo comedia es sorprendente... o Barbara Stanwyck o Deborah Kerr, uno de mis "nuevos" descubrimientos... pero en general si me tengo que desviar por alguien, será un caballero).-
Es curioso pensar que una puerta entreabierta haya sido diseñada para proteger a Dunne porque (según IMDb), ella fue la que le recomendó a Grant que no tuviera miedo de mostrar sus emociones "a puertas abiertas". Por otro lado, esa escena en el tren inevitablemente me hace pensar en North by Northwest y su célebre escena final. A Grant le quedan bien los trenes.-
Le mando un abrazo, Bet.-
PD: Imagínese que para no quedarme dormida al segundo que me instalo en mi asiento en un avión, la peli tuvo que haberme resultado fascinante, normalmente no llego a ver ni una secuencia de títulos antes de empezar a cabecear. Debe ser la presurización de la cabina lo que me hace dormir jaja.-
Una vez más, queridísima Bet, te disfruto a tope leyéndote. Esta película la tenía superolvidada y ha sido maravilloso recordarla a través de tu texto. Qué bonita la idea de recordar una historia de amor a través de los discos, de las canciones que te unen al otro, ¿verdad? Jo, ¡y no me acordaba de que había un terremoto!
ResponderBorrarMe imagino en ese avión disfrutando de la película... y llorando a lágrima viva. Qué escena, Bet, qué escena.
Me ha encantado esos aspectos que has señalado sobre asuntos no habituales en una película de esos años.
Y es que nuestro Cary Grant nos da muchas alegrías.
Beso
Hildy
Querida Hildy, me he vuelto una obsesiva de encontrar elementos "pre code" en las películas producidas bajo el Código Hays, ya hasta el punto de lo insoportable jaja. Ver elementos "osados" en una película contemporánea no me impacta ni un poquito, porque ya nos hemos acostumbrado a todo, pero en una película clásica me vuelve loca (en el buen sentido). En este caso me resultó doblemente sorprendente porque tenía la idea de que Penny Serenade era una peli más "rosa" y de pronto aparece cada cosa que te deja pensando...
BorrarTengo la impresión de que es en general una película que no aparece destacada en las filmografías, al menos no en las de Stevens y Grant, y yo nunca la había visto entera hasta que me puse con ella para este proyecto. Creo que a lo sumo había visto hasta esa escena del terremoto hace muchos, muchos años (seguro había visto la escena de la playa, esa la recordaba bastante bien por su estética), pero nunca me llamó la atención como para buscarla especialmente. Tiene mucho jugo para sacar, sin embargo.
Jaja, para mayores datos agrego que en ese vuelo iba sentada en el asiento del medio, de modo que no podía "esconderme" para ningún costado. Al menos la persona que iba sentada junto a mí debió haberse sentido aliviada porque mientras duró Penny Serenade, dejé de espiar su pantalla (tengo el hábito de pispear la película que está mirando el pasajero de al lado y también las de los pasajeros sentados en diagonal hacia adelante, debe ser super molesto para el de al lado, los de adelante no deben darse cuenta de lo que hago, pero no puedo evitarlo jaja).-
Ay, nuestro querido Cary Grant, no dejo de enamorarme en cada nueva película...
Te mando un besote enorme, Bet.-
PD: En ese mismo vuelo "miré" por las pantallas de mis vecinos "La casa del Lago" (que me encanta), "Goodfellas" (ya sabés lo que pienso sobre ella) y "El conjuro" (a quién se le ocurre ver una de terror en un avión, es peor que mirar un melodrama jaja).-