¡Hola a todos, bienvenidos! Mi nombre es Bet, soy argentina y una entusiasta amante del cine. Aproximadamente hace dos años y medio comencé a escribir un blog sobre Alfred Hitchcock (http://mi-blog-sobre-mr-hitchcock.blogspot.com.ar) animada por la idea de compartir mis impresiones sobre la obra de este director con eje central en mi colección de películas en DVD. Durante todo ese tiempo descubrí muchas cosas inesperadas sobre Hitchcock y también sobre mí misma, en especial esto: me fascina escribir sobre cine. Es por eso que cuando estaba acercándome al final de aquel blog sobre Hitchcock decidí que no podía dejar de escribir y empecé a soñar con un nuevo blog. Aclaro aquí, como lo hice también en mi blog anterior, que no tengo formación académica sobre el tema (solo tuve un fugaz paso por un taller sobre video y fotografía en mi adolescencia) pero sí soy una ávida espectadora y coleccionista incansable de películas en distintos formatos desde que tengo uso de razón y es desde ese lugar que me atrevo a escribir sobre cine.-
Una vez que decidí seguir escribiendo, me pareció que lo mejor sería iniciar un nuevo blog a fin de mantener intacto el espíritu de mi blog anterior. Entonces me puse a pensar en el sentido que tendría este segundo espacio, qué películas comentaría primero y por qué y - no menos importante - qué título pondría al nuevo blog. ¿Con qué película, personaje o imagen me identifico? ¿Es identificación acaso lo que me hace volver decenas de veces a la misma película, o se trata de otra cosa? Todo ello me llevó a un recuerdo recurrente: la breve y adorable anécdota que el anciano Sr. Berstein le cuenta al entrevistador en “El ciudadano”, la historia de la chica del parasol blanco que vio por un instante en su juventud y que nunca olvidó. Ese recuerdo me hizo pensar que, en definitiva, el motivo por el cual volvemos una y otra vez a la misma película aunque ya no nos depare sorpresas es la existencia de esos pequeños momentos. Ese instante en la vida del Sr. Berstein termina por transformarse en un instante de nuestras propias vidas: somos nosotros quienes no podemos olvidar a Berstein recordando por siempre a esa joven anónima. Hay en ello un sentido de perpetuidad sobre el que estuve reflexionando en este último tiempo y que me conmueve: cada nueva generación de espectadores que descubre una película o el trabajo de un director o un actor se suma a la cadena y ayuda a que esa obra viva por siempre. Esa es la magia del cine y la diferencia entre las películas que perduran y las que sólo viven mientras el proyector esté encedido. ¿Y por qué no escribir sobre esos pequeños momentos?
Paralelamente, me surgió otra idea (sí, ya sé que mi mente salta demasiado): muchos de esos momentos de cine están asociados en nuestro recuerdo con algún plato en particular, ya sea porque un personaje lo prepara o lo come en la película o bien por razonamientos más intrincados. A veces, esa asociación nos lleva a querer preparar o probar ese plato y si bien no sé sobre cocina mucho más de lo que sé sobre cine, pensé en unir ambas cuestiones.-
Les propongo entonces que me acompañen en un viaje por películas y recetas, con una salvedad: prometo hacer mi mejor esfuerzo pero me temo que en algunos casos no encontraré un plato que se relacione con una determinada película. Para no quedar entrampada por ello y privarme de comentar alguna película muy querida por el solo hecho de no encontrar conexiones culinarias resolví escindir los temas en dos blogs diferentes pero vinculados entre sí. En cada caso en el que sea posible incluiré el vínculo hacia la entrada correspondiente para que aquellos lectores que se interesen puedan consultar la receta que elegí para acompañar una determinada película, pero sin entorpecer la lectura sobre los temas cinematográficos.-
Dicho todo esto, los invito a que se acomoden en su asiento favorito con batidores y cucharas en mano. La primera entrada de ambos blogs está por salir del horno y lo mejor es que no hay que dejar enfriar antes de servirla.-
Qué ganas de vivir esos pequeños momentos de cine... y en algunos casos poder además visitar las recetas de la cocina de celuloide. Cómo promete...
ResponderBorrarAdoro el nombre de este blog La chica del parasol blanco..., qué maravilla
Beso
Hildy
¡Te doy formalmente la bienvenida, querida Hildy! De verdad le di mil vueltas al tema del nombre hasta que recordé esa historia de "El ciudadano" y pensé "¡qué lindo ser como la chica del parasol blanco y dejar esa marca indeleble en las personas!". Una vez que decidí eso, planear todos lo demás detalles se hizo mucho más fácil (aunque me volví loca para armar el banner que encabeza el blog, esas fotitos me costaron sangre, sudor y lágrimas, jaja).-
BorrarYa casi termino mi primera entrada, ¡nos vemos por ahí!
Un beso gigante, Bet.-
Maravillosa tu forma de escribir.
ResponderBorrarYo también AMO el cine, la fotografía y la creatividad. Admiro la dedicación y el tiempo puesto en cada trabajo y tengo que Felicitarte!!!!!!!!!!
Cada película con su receta traen en mi muchos recuerdos, algunos muy lejanos y otros recientes. Algunos dolorosos y otros refrescantes. Así es el cine y así también es la vida. Brindo por su hermosa decisión!!!!!!!!!!!!
¡Bienvenida Sara! Muchas gracias por tu mensaje. Efectivamente, entre el cine y los recuerdos (personales y cineatográficos) se genera un ida y vuelta maravilloso. Te invito a seguir leyéndome y a compartir tus impresiones sobre las pelis que comente.-
Borrar¡Saludos! Bet.-