Momento Nº 1: amor a primera vista.-
Acabo de darme cuenta de que a menudo elijo las escenas de amor a primera vista en mis listas de momentos, y es bastante lógico: cuando están bien realizados, los encuentros entre dos futuros enamorados son poderosos e inolvidables (¿quién no recuerda, por ejemplo, el encuentro entre Michael Corleone y Apollonia o a Rhett Butler mirando a Scarlett O’Hara desde el pie de la escalera?). En este caso, se trata del momento en el cual Leo von Harden (John Gilbert) llega a la estación de trenes junto con su mejor amigo Ulrich von Eltz (Lars Hanson) luego de largos meses cumpliendo con su servicio militar. En la estación, ve a lo lejos a una misteriosa desconocida (Greta Garbo) que deja caer un ramo de flores al subir a su carruaje. Galante, Leo corre para devolvérselo y cruza miradas con ella. Ya no hay vuelta atrás. En esta escena Brown se concentra en Gilbert (Garbo tendrá su primer plano un poco más adelante y todavía era él quien tenía el status de estrella) y en esa mirada que sólo él podía lograr, la mirada de quien hipnotiza y es hipnotizado a la vez. Confieso que estoy recién adentrándome en la filmografía de este actor, recordado hoy más por su desgracia que por su grandeza, pero esa mirada me puso de lleno en su fan club (somos pocos pero entusiastas, atención). Han existido muchos actores muy poderosos en todas las épocas, pero no creo que haya otro que logre ese magnetismo inmediato sólo la intensidad de su mirada, no con su belleza o su sonrisa o su voz o su lenguaje corporal (aunque tenía todo eso también). De pronto, Gilbert me ha hecho recordar la célebre frase de Norma Desmond: “Yo soy grande. Son las películas las que se han vuelto pequeñas” y la verdad es que dio un poco de tristeza…
Momento Nº 2: la Isla de la Amistad.-
Aquí hay un elemento de la trama que no es muy comentado, creo que debido a que la mayoría de los análisis sobre Flesh and the Devil se enfocan en Greta Garbo: en su camino a casa, Leo, su madre (Eugenie Besserer), Ulrich y su hermana pequeña Hertha (Barbara Kent) - eternamente enamorada de Leo - pasan frente a la isla que los muchachos llaman “de la Amistad”. Intrigada, la Sra. von Harden pregunta por el motivo de esa costumbre y los jóvenes le relatan que en su niñez hicieron un pacto de amistad eterna que sellaron con su sangre. Lo curioso de esta escena es la forma de esa ceremonia oficiada por Hertha, manifiestamente nupcial, y que introduce un elemento que no llamaría homosexual o al menos no de manera determinada (aclaro, no creo que los protagonistas sean homosexuales, de hecho, ambos caen en las redes de Felicitas, así se llama el personaje de Garbo, y Leo ¡sí que cae!), pero que allí está y que deja ver que existe una relación cuasi romántica entre ellos. Para mayor evidencia, el final alternativo que puede verse en el DVD dictaba que Leo debía terminar declarándose a Hertha y sin embargo, Brown elige quedarse en el final definitivo con ambos amigos tomándose de las manos (no de los brazos o los hombros) y abrazándose. En mi opinión, la función que esta escena cumple en la película es plantear un estado que se ve quebrantado con la aparición de Felicitas y que yo calificaría de pre-sensual, aunque no pre-sexual: desde la primera escena se deja en claro que Leo suele pasar noches enteras sin aparecer por el regimiento, Felicitas no es su primera amante pero sin dudas es quien lo introduce en un mundo de seducción y sensualidad que tiene un efecto destructivo para él, que nubla su entendimiento hasta el punto de llevarlo a renunciar a su relación más sagrada.-
Momento Nº 3: invitación a un beso.-
Promediando el primer acto, Leo y Felicitas vuelven a encontrarse en un baile. Luego de unas vueltas de vals que rompen el corazón de Hertha y suscitan comentarios (hay un eco aquí de la historia de Anna Karenina que Garbo y Gilbert protagonizaron el año siguiente bajo el nombre Love y que me muero por ver), salen a un jardín en penumbras. Esta es una de las escenas más conocidas y más bellas de la película. La fotografía de William H. Daniels se pone al servicio de la historia y de la interpretación de los actores, realzando el misterio y la pasión que envuelve a los personajes a través de la utilización de un fósforo que Leo enciende para dar lumbre a Felicitas. Se introducen además dos elementos interesantes, uno simbólico y otro argumental. El simbólico es el del humo y el fuego, asociado con Felicitas y con su capacidad destructiva: durante el encuentro en el jardín, Felicitas se sorprende porque Leo no fuma. En la escena siguiente (no queda muy en claro cuánto tiempo pasó desde la anterior), los amantes están tendidos en el dormitorio de Felicitas y Leo echa una enorme bocanada de humo, y es el mismo cigarrillo el que lo delata cuando llega... el marido de Felicitas (sí, es casada). A partir de este momento, en cada escena en la que Felicitas ejerza su influencia, habrá alguien fumando o un gran fuego ardiendo.-
El segundo elemento que se incorpora luego de la escena del jardín y que cambia el tono de la película (a partir de aquí ya no habrá más momentos de comedia) es el enorme impacto que produce en Leo el despertar de su pasión por Felicitas, basta con ver su mirada perdida, casi narcotizada, en la escena posterior (de nuevo, los ojos de Gilbert nunca mienten); nada de lo que sucede después tendría sentido con un sentimiento menos profundo. Pero lo interesante es que Brown se cuida de demonizar a Felicitas, más allá de que el guión desde el título hasta la última página se empeña en ello. Sin dudas ella también fue alcanzada por la pasión que envuelve a Leo, y aunque muchas de sus acciones no admitan excusas, es más una mujer débil moralmente que diabólica. Otra escena bastante referenciada es la de la comunión, que reúne a todos frente al Pastor Voss (George Fawcett) y que confirma que Felicitas es sincera en sus sentimientos, al menos en parte. Antes que nada, hay un bello momento de confusión cuando todos se arrodillan frente al altar, Ulrich espera ocupar su lugar junto a Leo pero Felicitas se le anticipa y cuando Leo lo advierte da un pequeño respingo, porque su intención es mantenerse apartado de su antigua amante. Ahora, el punto central de esta escena tiene lugar cuando Felicitas recibe el cáliz de manos del pastor y lo gira para beber del mismo lugar que tocaron los labios de Leo (antes había existido un intercambio similar con el cigarrillo que ella le pasa). Sólo él advierte el gesto y el intercambio de miradas demuestra que ella no está buscando una provocación (o no solamente), sino que se entrega con ansias a esta suerte de beso, ahora la única posible.-
Momento Nº 4: un duelo a la madrugada.-
Vuelvo a esa noche en la cual el Conde von Rhaden (Marc McDermott) sorprende a Leo con su esposa. Como es de esperarse, reta a su rival a un duelo y le impone que mantengan en secreto el verdadero motivo del enfrentamiento. Deberán fingir que se trata de resolver una disputa por un partido de cartas. La escena del duelo está filmada, con excepción de dos breves planos en el comienzo, desde el proscenio y dejando a los personajes en siluetas. Desde este punto vemos a los segundos desaparecer en el horizonte, a los contendientes alejarse hacia los laterales de la pantalla hasta salirse del cuadro, dos fogonazos y a los segundos reaparecer corriendo. Luego un fundido a negro y en la siguiente escena vemos a Felicitas probándose el velo negro frente al espejo y esbozar una sonrisa ligera y perversa. Eso es todo, sin intertítulos, sólo cine puro.-
Momento Nº 5: otra madrugada, otro duelo.-
El tercer acto de Flesh and the Devil encuentra a Leo y a Ulrich a punto de batirse a duelo. Este segundo duelo es mostrado en una forma muy distinta al anterior, porque esta vez es personal. Esta vez tenemos muchos primeros planos e incluso puntos de vista subjetivos, estamos allí. Paralelamente se desarrolla una escena entre Felicitas y Hertha que conduce a un final demasiado literal, para mi gusto, y sin embargo elegí este momento porque demuestra que una misma situación (en este caso, un duelo) puede ser puesta en escena de dos maneras totalmente diferentes según el sentido que necesite darse para servir adecuadamente al guión. Y además, es un final consistente con el estilo de la película (está bellamente filmado y actuado como los dioses incluso por Hanson, el miembro más débil del reparto) y también con el sentido de la historia que cuenta, es un final que nos habla de sacrificio, de la degradación que producen los amores fous y de la redención que proviene de los amores puros. Es el único final posible.-
Pero ¡querida, querídisima Bet, cuántas ganas de enfrentarme a esta película! Qué bien la analizas... y qué bien elegidos están cada uno de los fotogramas. Además Clarence Brown es un director que me interesa bastante pero cuya filmografía domino poco. Me interesó muchísimo Inspiración. Por supuesto también su Ana Karenina... pero hay otros títulos, como este que traes, que me esperan.
ResponderBorrar¡Y qué suerte romance ahora con Gilbert y con Grant!¡Qué buena compañía!
Beso
Hildy
¡Ay qué risa me hiciste dar con tu última frase! Justo estoy armando un texto sobre "Una mujer para dos" de Lubitsch, una peli que confirma que tres no siempre son multitud, así que imaginate un romance tripartito como ese, jaja.-
BorrarFijate que a mí me dejó bastante helada "Anna Karenina", la compré con muchísima ilusión (de hecho, compré un box set de películas de Greta Garbo y ahora estoy preguntándome qué hacer con ellas porque descubrí que no es para mí. Excepto por las dos películas con Gilbert que incluye, "Flesh and the Devil" y "Queen Christina", hasta ahora las demás me sorprendieron mirando el reloj cada diez minutos). Fredric March está genial, como siempre, pero Garbo con esa actitud de estatua de sal parece que estuviera en otra película. Leí que "Love", la versión de 1927 dirigida por Edmund Goulding, con Garbo y Gilbert es mucho mejor y por suerte estoy por hacerme de una copia, ya te contaré qué me pareció.-
Espero que pronto puedas ver esta película, a mí me capturó de inmediato además de regalarme un nuevo favorito, cosa que siempre se agradece. Ya devoré un audiolibro sobre Gilbert y en estos días me convertiré en feliz propietaria de la biografía que escribió su hija, que tiene muy buenas críticas. Es una figura fascinante...
Un beso y un suspiro, Bet.-
Muy interesante el análisis que hace y las secuencias escogidas. Me gustó sobre todo cómo describe la relación entre los dos amigos, evitando el tópico de ver un subtexto homosexual, sino más bien como una relación pre-sensual.
ResponderBorrarSobre la Garbo, siento discrepar, a mí en su etapa muda me parece una actriz magnífica, la forma como rebosa sexualidad solo con los gestos y miradas es extraordinaria. En la época sonora me sigue gustando pero para mí la voz no le aporta un extra.
John Gilbert es otro extraordinario actor injustamente olvidado, además en las películas sonoras que hizo se puede comprobar que el tópico de que no supo dar el salto al sonido es mentira.
Un saludo.
¡Gracias por pasar por aquí, Dr. Caligari! La relación entre Leo y Ulrich es lo más rico en la película, en mi opinión.-
BorrarCreo que podría matizar mi opinión sobre Garbo, porque en efecto, en las películas mudas que he visto me ha gustado... sobre todo en las primeras. En resumen, creo que me gusta menos cuando más se va convirtiendo en Garbo. En su etapa sonora, me gusta cuando está bajo la dirección de un director que no la idolatra, como Lubitsch (Ninotchka) o Cukor (La dama de las camelias), pero creo que tanto Mamoulian (Reina Cristina) como Brown (Anna Karenina) le permiten salirse con la suya... Hasta aquí no he visto más como para juzgar y seguramente estoy equivocada; en vistas de que la mayoría opina diferente, debe haber algo que no estoy viendo...
Gilbert es - precisamente - extraordinario. Publiqué una serie de textos sobre sus pelis sonoras, están a partir de
https://lachicadelpasarolblanco.blogspot.com.ar/2017/10/recorrido-por-las-peliculas-sonoras-de.html
Muchas gracias por su mensaje, espero verlo seguido por aquí,
Bet.-
Mi favorita es la escena donde Ulrich visita a Felicitas por petición de Leo y ella ni siquiera lo mira hasta que él menciona que es rico. Es una muestra clara de los verdaderos intereses de Felicita. Por cierto que Gilbert no es mi tipo para nada, vi esta película por Lars Hanson. De verdad no entiendo como Felicitas puede preferir al bigotudo Leo por sobre el hermoso (y rico) Ulrich.
ResponderBorrar¡Bienvenida Elizabeth! Gracias por pasar por aquí. Gustos son gustos... yo me quedo con el Hanson de The Wind, pero comparado con Gilbert, no lo dudo ni un poquito. En todo caso, sea cual fuere el incentivo, Flesh and the Devil es una de mis favoritas del cine mudo y la recomiendo siempre .-
BorrarNos leemos, Bet.-