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Un mes con… Howard Hawks (primera parte).-

Ball of Fire (Bola de fuego) - 1941.-



Por fin logré ver esta película después de tanto tiempo detrás de ella. ¡Qué magnífica! No tiene un solo momento ocioso o desperdiciado, está en constante movimiento pero sin estridencias. Y digo esto porque justo antes de recalar en Ball of Fire pasé por la tan ansiada 20th Century y para mi enorme desilusión me encontré con una película que busca disimular una trama delgada bajo un ritmo acelerado y estruendoso; me resultó una de esas películas que construyen la comedia sobre la base del ruido con la máxima de que una situación entretenida se transforma en cómica si se le suman algunos gritos y me causó mucha pena porque quise verla durante años y pensé que Hawks + Carole Lombard + John Barrymore no podía fallar. Con la precaución de esa desilusión me acerqué a Ball of Fire y quedé enamorada de la historia y de los personajes.-

Un grupo encantador de ocho especialistas en distintas áreas ha pasado los últimos nueve años abocado a la redacción de una enciclopedia. Cuando el lingüista del grupo, el Profesor Bertram Potts (Gary Cooper), descubre que su artículo sobre argot está desactualizado decide salir a la calle y reclutar a un singular grupo de exponentes que lo ayuden a recopilar el lenguaje popular actual. Así se congregan en su sala de estudios un recolector de residuos, un vendedor de diarios, un muchacho universitario, un parroquiano de un billar y una artista de club nocturno que responde al nombre de “Sugarpuss” O’Shea (Barbara Stanwyck). Muy pronto Sugarpuss compra los corazones de todos los científicos, pero lo que éstos no saben es que la mujer sólo accedió a formar parte del proyecto porque está escondiéndose del fiscal de distrito que investiga a su novio, el gangster Joe Lilac (Dana Andrews), por homicidio.-

Comenzando por la estética de la película, amé esa casa en la que viven los hombres y que enseguida se adapta para recibir un huésped más, esa casa en donde la planta alta donde están los dormitorios se conecta directamente con la biblioteca mediante una escalera secundaria, para no perder ni un solo momento de trabajo. Y amé especialmente esa biblioteca que contiene réplicas de antigüedades tras las cuales esconder frascos de mermelada robados de la cocina, un fonógrafo que reproduce congas endiabladas, alfombras sobre las que diagramar pasos de baile, cuadros y microscopios que prestarán servicios invaluables y miles de libros (todos diferentes según espera el Profesor Potts) que llegado el caso sirven para neutralizar diferencias de estatura.-

Y ni hablar de la fotografía a manos del gran Gregg Toland que hace que Stanwyck resplandezca tal como el Profesor Potts le hace notar, en especial cuando luce su traje de escenario que contiene mil destellos.-

También están allí las referencias cinéfilas que siempre son una delicia, como una cita a Sergeant York o la broma sobre The Story of Alexander Graham Bell que además evidencia que incluso la avezada Sugarpuss puede perder contacto con las novedades en materia de argot luego de un par de días recluida en la casa de los profesores.-

Pero sin dudas la joya de esta película está en su elenco. Los científicos que recuerdan a los siete enanitos del cuento de Blancanieves son uno más encantador que el otro. Ellos llevan los rostros de Oskar Homolka, Henry Travers, S. Z. Sakall, Tully Marshall, Leonid Kinskey, Richard Haydn y Aubrey Mather y cada uno tiene sus particularidades y su pequeño momento en un genial equilibrio creado por los guionistas Charles Brackett y Billy Wilder y por el propio director. Hacia la segunda mitad de la película cobran mayor protagonismo y resultarán de suma importancia para el desenlace de la historia. Pero antes de que ello suceda, protagonizan un momento conmovedor cuando formando un coro entonan una vieja canción en honor de la difunta esposa del Profesor Oddly (Haydn), el único de ellos que ha estado casado alguna vez. Escenas como esta, o aquella en la cual Potts propone torpe pero sinceramente matrimonio a Sugarpuss son de una gran ternura y sirven para equilibrar la comedia con un elemento muy humano.-

Siguiendo con el elenco, los villanos (Joe Lilac y sus dos secuaces Duke Pastrami - Dan Duryea - y “Asma” Anderson - Ralph Peters) no tienen desperdicio. Dana Andrews mantiene una frialdad que lo hace parecer más temible que el malo más violento; y Duryea y Peters conforman un dúo divertido (sobre todo en sus escenas con Stanwyck y es que de veras tienen ellos más diálogo con Sugarpuss que el propio Lilac) pero sin caer en la bufonería, de modo que cuando la cosa se pone verdaderamente peligrosa para los héroes, creemos en su letalidad sin pensarlos infalibles. El equilibrio es la clave de todo en esta película, vuelvo al mismo término y también el hecho de que la comicidad se produce de una forma muy natural: los actores son graciosos, no se hacen los graciosos.-

En cuanto a la pareja principal… son pura química (me falta aún ver Meet John Doe, tengo el DVD hace más de un año durmiendo en mi biblioteca y no me decido a verla y es que necesitaría otro mes con Frank Capra). Creo que lo que más me gusta de esta película es que en ningún momento uno siente que el Profesor Potts censure las maneras de Sugarpuss. Esto no es My Fair Lady ni siquiera Born Yesterday. Potts, lejos de querer educar a Sugapuss, busca aprender de ella y en esa interacción, ambos terminan adoptando en parte las maneras del otro de manera enriquecedora.-

Potts es ante todo un académico que aspira a absorber el mundo que lo rodea con el mismo entusiasmo con el que corrige los errores gramaticales de la Sra. Bragg (Kathleen Howard), la mujer que asiste a los profesores con las tareas domésticas. Y cuando relata la historia de su vida (en una escena tan cómica como conmovedora, porque de nuevo, Cooper no intenta ser cómico sino que actúa la escena con seriedad que no es solemnidad) o cuando vemos su transformación sutil pero inexorable a medida que la historia avanza, es imposible no quererlo. Su camino recuerda un poco al querido David de Bringing up Baby, pero tal vez conmueva más porque Cooper tiene una vulnerabilidad de la que Grant carece.-




¿Y Sugarpuss? Se ha convertido en una de mis favoritas. Hay algo muy humano en ella, que hace que creamos que es capaz de enamorarse tanto de Joe Lilac como de Bertram Potts. Porque si bien es ambiciosa y sabe que un matrimonio con Lilac le abrirá ciertas puertas en determinados ámbitos, también tiene muchos recursos por sí misma. La escena en el club nocturno - ¡qué entrada! dicho sea de paso - confirma que tiene carisma para ganarse al público sin importar de quién sea la novia. Y ciertamente tiene buen corazón: es verdad que se mete en casa de los profesores bajo una mentira, pero una vez allí, no intenta aprovecharse de ellos en ninguna forma. Sólo hay un momento en el que ensaya una maniobra para prolongar su estadía en la casa, pero no hay verdadera maldad en ello, en vistas del resultado. Y su romance con Potts se derrama en amistad con todos los profesores de una forma encantadora. De hecho, me resultó encantador que en su saludo de buenas noches en lo que sería la “despedida de soltero” de Potts (la imagen encabeza este párrafo), Hawks evitara un primer plano del abrazo de la pareja y prefiriera mantener siempre en cuadro a todo el grupo, como la pequeña familia que son.-

Para despedirme con una nota animada, aquí les dejo el número musical de Sugarpuss en el club nocturno 😉



Comentarios

  1. Comparto tu entusiasmo, es una de mis comedias favoritas. La adoro y siempre me divierto con ella. Nunca me canso de verla.
    Me ha chiflado una de las reflexiones de tu texto: "Esto no es My Fair Lady ni siquiera Born Yesterday. Potts, lejos de querer educar a Sugapuss, busca aprender de ella y en esa interacción, ambos terminan adoptando en parte las maneras del otro de manera enriquecedora".
    Tiene momentos memorables, y sus personajes, ay, sus personajes, qué bien se está en su compañía. El momento musical que compartes ya es un joya dentro de la película.
    Si bien es cierto que tengo más cariño a Bola de fuego que a La comedia de la vida (20th Century), sí que lanzo unas palabras a su favor, como una de las comedias fundacionales de la screwball comedy. Representa totalmente la vida como locura y la guerra de sexos como tema que dispara la trama y la construye. Personajes que siembran el caos a su alrededor, y ponen el mundo patas arriba. El mundo como escenario. Además es una película que relaciona dos mundos que adoro, cine y teatro.
    En su momento dejé esta reflexión escrita alrededor de ella: "Sus personajes esperpénticos nos dejan una reflexión con la que juegan en sus maravillosos diálogos… en ese mundo ya no hay distinción entre lo real y lo interpretado. No hay freno para el exceso, el juego, los trucos y las mentiras. Realidad y ficción se cruzan continuamente como los sentimientos y las pasiones. La vida se transforma en una locura sin hueco para la calma ni el aburrimiento. La propia realidad es un gigantesco e interminable escenario".

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. ¡Si uno de los motivos por los que tenía tantas expectativas sobre 20th Century era haber leído sobre ella en tu blog! No lo sé... tal vez vuelva a darle una oportunidad de aquí a un tiempo... sí me divirtió mucho Barrymore, esta etapa suya me gusta y me interesa su transformación de galán arrebatador en cómico exagerado. Tal vez el año que viene la rescate para otra serie que estoy planeando 😉.
      Ball of Fire me dejó enamorada y ya estoy en campaña para rescatar Meet John Doe, porque me quedé con ganas de más Stanwyck-Cooper. Esos personajes son uno más encantador que el otro y te dejan con ganas de seguir viéndolos. ¿Cierto que hay películas que te da pena que se terminen?
      Volviendo a Barrymore, lo que me resultó más interesante aquí es ver la plantilla de lo que luego sería la interpretación de Gene Kelly en El Pirata. Kelly dijo una vez que había basado su interpretación en Barrymore para las escenas que hace como Serafin y en Douglas Fairbanks para Macoco. Cuando leí aquello aún no había visto películas de Barrymore pero siempre recordé la cita y con cada nuevo descubrimiento lo confirmo... ah, y también me resultó graciosa la escena en la que Barrymore empieza a quitarse el disfraz que usó para subir al tren y no consigue remover del todo su nariz falsa. Qué ironía sobre "el gran perfil" ¿no?
      Al final tenía alguna cosa para decir sobre 20th Century jajaja.
      Te mando un beso enorme, sin artificios, Bet.-

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