The Lake House (La casa del lago) - Alejandro Agresti, 2006.-
Esta es la otra película que quería incluir en una serie sobre romances con elementos fantásticos y de alguna forma a partir de aquí (y de Somewhere in time) fueron reuniéndose estos amores con magia. Me encanta esta idea de un amor desarrollándose en tiempos paralelos que por alguna falla metafísica se conectan con una fuerza suficiente como para torcer el destino (y sí, tal vez una cierta chica del parasol blanco haya fantaseado alguna vez con la idea de vencer el tiempo para rescatar a alguna figura trágica… ejem).-
Aquí, la Dra. Kate Forster (Sandra Bullock) comienza a intercambiar correspondencia con un arquitecto llamado Alex Wyler (Keanu Reeves) a través del buzón de una casa de cristal montada sobre un lago, casa en la cual ambos vivieron en diferentes momentos. La particularidad del intercambio radica en que mientras ella está en el año 2006, él está en 2004. Alex y Kate pronto se enamoran y planean encontrarse en el tiempo de ella, pero las cosas no serán tan sencillas como parecen y algo más que una simple espera de dos años será necesaria.-
Creo que lo primero que me llamó la atención de esta película en su momento fue la pareja protagonista. Parte de mi infancia y adolescencia se pasó mirando Speed una y otra vez y reencontrarme con estos dos rostros en una historia de tono totalmente diferente fue algo a lo que no pude resistirme. De hecho, confieso que siento fascinación por las duplas que se repiten en películas de géneros diferentes: James Stewart y Kim Novak en Vertigo y en Bell Book and Candle; Cary Grant e Ingrid Bergman en Notorious y en Indiscreet; Fred MacMurray y Barbara Stanwyck en Double Indemnity y en Remember the Night, etcétera. Tanto Bullock como Reeves tienen esta dualidad de ser personas muy atractivas pero que te crees que llevan vidas normales, no parecen salidos de una revista o de la fábrica de sueños de Hollywood. Y ambos son versátiles, pudiendo protagonizar en diferentes géneros con eficacia, y juntos tienen muy buena química (aunque aquí no comparten muchas escenas, uno muere de ganas de que por fin se encuentren).-
Por otro lado, la historia es de una delicadeza y una sencillez encomiables. Me gusta mucho que los guionistas no hayan perdido el tiempo intentando encontrar una explicación y en ese sentido la madre de Kate (Willeke van Ammelrooy) cumple un poco la función de mostrarnos (con su incondicional aceptación de las cosas tal como suceden) que todo es posible si simplemente creemos y entramos en el juego. Además, The Lake House trabaja con varios elementos que sirven para unir a los protagonistas y que aportan a la melancolía de la historia: las cartas que los enamorados intercambian, el amor por los edificios antiguos en las megaciudades, la comunión que se entabla a partir de la lectura de los mismos libros (Persuasión, mi novela favorita de Jane Austen, tiene un rol destacado en esta película como así también Notorious, mi película favorita de Hitchcock). Todo en esta película es simple y habla directamente al corazón del espectador que conoce la potencia de estos elementos.-
Otro de los aspectos que tiene mucho peso en la historia es la relación entre padres e hijos. Kate tiene una relación estrecha con su madre, quien es también su confidente tras la muerte de su padre pero Alex tiene una relación sumamente compleja con su padre (Christopher Plummer), también arquitecto. Simon Wyler fue en algún momento un padre y esposo amoroso y construyó la casa del lago para su familia, pero con el tiempo fue transformándose en un hombre inalcanzable para todos, especialmente para sus hijos Alex y Henry (Ebon Moss-Bachrach). Como siempre Plummer dota a su personaje de una vulnerabilidad bien escondida bajo siete llaves y compone un hombre complejo que bien hubiera podido ser detestable, pero que en este caso nos fascina y nos gustaría conocer mejor (un poco lo mismo que les sucede a sus hijos).-
Finalmente, esta película es - como muchas románticas de los años ‘90 y 2000 - muy hermosa de ver y de escuchar. La fotografía es bella pero, de nuevo, simple y lo mismo sucede con la banda musical. Vuelvo mucho a esta referencia a la simpleza de la película y creo que es un cierre apropiado para esta serie sobre amores con magia porque me recuerda dos cosas: primero que la pantalla no debe estar plagada de efectos visuales o de giros super complicados del guión para “engancharnos” como espectadores, y segundo que lo simple puede ser muy reconfortante.-
Me gusta mucho también esta película... pero hace apenas unos meses pude ver la película original, pues la americana es un remake de una preciosa película coreana, Il Mare (2000). Supuso una grata sorpresa para mí. ¡Es una sesión doble que recomiendo! Yo no tenía ni idea de que fuese un remake.
ResponderBorrarAyyyy, Christopher Plummer, qué presente está este año..., cuando acaba de irse...
Beso enorme
Hildy
¡Querida Hildy! Nunca tuve oportunidad de ver Il Mare y durante muchos años ni siquiera supe que era una película coreana, pero sí sabía que era el material de base porque me encanta leer todos los títulos de las películas y luego los créditos del final. Me encantaría verla, las pocas películas orientales que vi, me gustaron.-
BorrarJusto tocaron dos películas al hilo con Plummer. Esta década está golpeando duro a las estrellas...
Te mando un beso grande, hasta la próxima serie :D
Bet.-