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Cinco motivos para amar How to Steal a Million (Cómo robar un millón de dólares) - William Wyler, 1966.-


  

Motivo Nº 1: El plan criminal.-

Nicole Bonnet (Audrey Hepburn) vive con el temor constante de que su padre falsificador de arte (Hugh Griffith) sea descubierto. Sus temores podrían hacerse realidad cuando un museo nacional recibe en préstamo una estatuilla célebre que en realidad ha sido falsificada por el abuelo de Nicole (el negocio viene de familia) y se dispone a asegurarla por un millón de dólares. Claro que el seguro requiere de una certificación de autenticidad por parte de un experto, algo que los Bonnet no pueden permitir bajo ningún punto de vista salvo que quieran ver destruida su reputación como coleccionistas. Para salvar el día, Nicole convoca al único ladrón de arte que conoce: Simon Dermott (Peter O’Toole), a quien recientemente sorprendió intentando robar una de las obras de su padre. Pero Simon no es verdaderamente un ladrón sino un investigador al servicio de un marchand de arte (Charles Boyer). Sin develar su identidad, Simon acepta la propuesta de Nicole y juntos se disponen a llevar a cabo un plan magistral para robar la estatuilla en cuestión.-

Una de las maravillas de esta película es el plan en sí mismo. Las situaciones que se generan a partir del plan son tomadas para la comedia y claro que es probable que si uno intentara el robo en la vida real, no llegaría ni a la esquina; pero dentro del universo de la película, el plan es brillante y funciona, aun para la sorpresa del propio Simon. Ver en pantalla su ejecución es una delicia y se mantiene toda la frescura porque no presenciamos más que retazos de la planificación, vamos descubriendo el plan a medida que se desarrolla y la novedad no se pierde con los sucesivos visionados porque su encanto no depende del elemento sorpresa. En este sentido How to Steal a Million se coloca como una pieza de lujo en la tradición de películas de atracos, un género tanto sino más apasionante que el policial detectivesco.-

Además es el plan que inspira a los personajes en esa gran película que aún no reseñé y que es La Odisea de los Giles (Sebastián Borensztein, 2019), basada a su vez en una novela que aún no leí pero que anticipo será maravillosa, La Noche de la Usina de Eduardo Sacheri.-


Motivo Nº 2: El tono ligero como una pompa de jabón.-

Wyler dirige esta película como si se tratara de una pompa de jabón. Todo es ligero, nunca existe una verdadera sensación de peligro, ni siquiera cuando Nicole le dispara a Simon al intentar defenderse del “robo” que sorprende. O cuando aparece un autoproclamado rival amoroso para Simon, con el rostro de Eli Wallach. El tono general es enfatizado por la banda musical compuesta por un tal Johnny Williams que no es otro que John Williams y que acompaña la acción en el momento preciso, sin excesos.-

En cuanto al ritmo de la película, es cierto que encontré algunas partes en las que la película es un poco más lenta de lo que hubiera sido si se tratara de una screwball comedy de los años ‘30 o ‘40 o de una comedia romántica moderna. How to Steal a Million pertenece a esta era con la que poco a poco voy encariñándome, que cabalga a medias entre los años dorados del cine clásico y la irrupción del Nuevo Hollywood y que dio por resultado comedias estilizadas como esta. En este sentido, Wyler no es Lubitsch ni Nora Ephron pero sabe contar (qué duda cabe) y lo interesante es que el ritmo es sostenido, no se ralentiza para luego correr en la resolución final.-


Motivo Nº 3: El humor físico.-

Peter O’Toole y Audrey Hepburn no son los primeros actores que me vienen a la mente cuando pienso en comedia física y sin embargo aquí cumplen con creces. El humor físico proviene aquí de colocar a los personajes en situaciones ridículas que contradicen su aspecto siempre impecable y en jugar con ese aspecto, como sucede en el caso de Nicole y su rol en el plan criminal (el guión a cargo de Harry Kurnitz aprovecha la ocasión para incluir una broma respecto al eterno vestuarista de Hepburn, la casa Givenchy).-

Los protagonistas logran también el punto justo de la comedia romántica, ese delicado equilibrio entre el humor y la sensualidad que evita que la historia caiga en el grotesco o en la pegajosidad. En esto alcanzan el nivel de otras parejas legendarias del género en esta época como Doris Day y Rock Hudson, Natalie Wood y Tony Curtis e incluso Ingrid Bergman y Cary Grant.-




Motivo Nº 4: La moda.-

Claro que excepto en el momento de la verdad, Audrey Hepburn viste los atuendos más exclusivos en esta película (sombreritos incluidos) y me arriesgo a confesar que probablemente la razón por la que miré esta película por primera vez haya sido el vestuario. Los conjuntos de Nicole son utilizados ocasionalmente para la comedia (en especial cuando improvisa un atuendo para dejar la casa en medio de la noche, colocándose unas botas de lluvia y un abrigo encima de su camisón) pero nunca rozan el ridículo o la espectacularidad (me viene a la mente como elemento de contraste el vestuario de Shirley MacLaine en What a Way to Go!, otra comedia maravillosa y completamente “de su época” de los ‘60) y ayudan a construir el personaje al mismo tiempo que consolidan la imagen pública de la actriz que los luce. Es que el vestuario de la película es como Nicole y, por extensión, como la propia Hepburn: simple, sofisticado, con una pizca de puerilidad y completamente honesto. La única nota extravagante la da el conjunto negro que Nicole utiliza cuando le propone a Simon que roben juntos la estatuilla y no es para menos, se trata de una proposición para pasarse al “lado oscuro”. Es mi atuendo favorito en toda la película.-


Motivo Nº 5: La química entre los protagonistas.-

Si en mi entrada anterior intenté reflexionar un poco sobre el alma de las películas, aquí sí que no me atrevo. ¿Cómo definir la química que existe entre algunos actores? No depende de que ambos sean bonitos, no depende de que interpreten a una pareja romántica (a veces la química se da entre actores que hacen de amigos o de padres e hijos o de compañeros de aventuras), no depende de que hayan trabajado muchas veces juntos. Es un elemento indefinible pero que cuanto falta, lo advertimos enseguida.-

Pues, O’Toole y Hepburn derrochan química y suman un motivo más para que esta película sea completamente adorable. El guión ayuda un poco claro, porque Nicole y Simon son ellos mismos personajes adorables, ella tan seria en su empeño y él tomándose todo con una pizca de humor a lo británico y sin creer verdaderamente en el éxito de la misión. Y son algo más que no siempre se ve en las comedias románticas de entonces y de ahora: son dos personas adultas interpretando roles que corresponden con su edad y no eternos adolescentes, lo cual ayuda a que creamos en la magia que están intentando recrear.-

Comentarios

  1. Qué texto más maravilloso sobre esta comedia de William Wyler. ¿Sabes que este director para mí es uno de los grandes? Uno de los que cimentó mi amor por el cine. Curiosamente tardé en ver esta película de su filmografía... y hubo momentos en los que me reí tanto.
    Sí, qué química más bonita desprenden Hepburn y O'Toole, qué hermosos son los dos. Buenos cinco motivos para amarla. Es alucinante el vestuario de Hepburn en muchas de sus películas, ¿verdad? Hablando de química, ella la tuvo con un montón de compañeros de reparto, pero sabes por quien de sus galanes siento especial debilidad y además tuvieron una historia en común con final triste: con William Holden. Solo trabajaron en Sabrina y Encuentro en París..., pero...

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Yo creo que "descubrí" a Wyler con Los mejores años de nuestras vidas pero hace uno o dos años, cuando hice mi ciclo de "Un mes con..." le dediqué cuatro reseñas de películas que me interesaron mucho.-
      Hepburn es para mí, al igual que Grace Kelly, una de esas actrices en las que con un ojo estás mirando su actuación pero con el otro siempre estás mirando el vestuario y les tocó (a Kelly en los '50 y a Hepburn más en los '60) una época gloriosa para la indumentaria.-
      Me da mucha pena esa historia de amor entre Hepburn y Holden. De sus películas juntos sólo he visto Sabrina una vez y recuerdo que no me gustó. Debería volver a verla porque crecí viendo la remake con Julia Ormond y Harrison Ford, que me encantaba cuando era chica, y cuando ví la original pensé "¿qué es esto?" y no le di una segunda oportunidad. Encuentro en París aún tengo que descubrirla pero ya la he localizado, ¡otra película de Quine, ya que hablábamos de Un extraño en mi vida en tu blog!
      Te mando un beso enorme, lleno de glamour,
      Bet.-

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  2. Hola Bet
    Si el plan es agenciarse un millón con Audrey de socia ya me sobran tres mandamientos.
    Todos los papeles "caramelo" de los sesenta se los llevó ella. Y tiene su gracia porque se supone que fue la década de la liberación sexual y ella es, sin duda, la menos sexual de todas las grandes actrices. Nos enamoramos de ella por su elegancia, por su gracia, por la naturalidad en las situaciones más increíbles... por "a million to steal" de razones pero ninguna "animal".
    Dices, con razón, que está muy bien con O'Toole... y con Peppard y con Finch y con Finney. Hasta con Cary podría-ser-tu-padre Grant. Con todos hace estupenda pareja; pero ella queda un poquito mejor.
    Viendo ese famoso vestido de encaje, se podría bajar el antifaz hasta convertirlo en mascarilla... y hoy seguiría siendo la más moderna de la fiesta.
    Un saludo, Manuel.

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    Respuestas
    1. Jaja, si Cary podría ser su padre, ¿qué opina Ud. de la dupla Audrey Hepburn - Fred Astaire, mi querido Manuel? De Funny Face no puedo hablar porque la vi una sola vez y me pareció un plomazo, pero Charade es una de mis debilidades, no me importa la diferencia de edad de la que además en la película se burlan y hacen bien. Otra pareja que adoré es la de Hepburn y Gregory Peck, es verdad que ella queda bien con todos.-
      Fíjese que lo que más recordamos de los '60 en el cine seguramente sean estas comedias con divas asexuales o en donde la gracia está justamente en aggiornarles el estilo a los tiempos que corrían. Pienso en Doris Day, en Natalie Wood en Sex and the Single Girl, en Leslie Caron en Un favor especial, incluso en Ingrid Bergman en Flor de Cactus. Un poco la eterna historia de La Fierecilla Domada. Al menos en lo personal pienso más en estas películas que en Easy Rider, pongamos por caso.-
      Jaja, Hepburn hubiera tenido las mascarillas más sofisticadas, nada de esas que se sacan de un paquete comprado en cualquier esquina.-
      Un abrazo, Bet.-

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