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The Mind Reader (El adivino) - Roy Del Ruth, 1933.-


Tenía muchas ganas de reencontrarme con aquellos actores que alguna vez fueron mis grandes favoritos pero a los que últimamente tengo olvidados. Uno de ellos es el genial Warren William y recorriendo mi colección de DVD encontré una película que nunca había terminado de ver y que me deparó más de una sorpresa.-

The Mind Reader empieza con un montaje que nos presenta los actos de Chandler (William), un charlatán que recorre los carnavales del país junto a su secuaz Frank (Allen Jenkins). El dúo finge proporcionar tratamientos dentales indoloros por aquí, promete alisar los cabellos más rebeldes por allá y más allá nos deslumbra con la proeza de vivir en lo alto de un poste sin bajar siquiera para satisfacer las necesidades más básicas. Pero la verdadera mina de oro está en la clarividencia y así nuestro héroe se transforma en Chandra, un adivino que viaja por el país con su bola de cristal y su asistente Sam (Clarence Muse) prediciendo el futuro en espectáculos públicos y en sesiones privadas. Claro que se trata de una farsa ejecutada gracias a la intervención de Frank, pero todo funciona bastante bien hasta que Chandra conoce a Sylvia (Constance Cummings), una joven que está a punto de casarse con su novio gris pero deja todo para seguir al adivino.-

Esta película es claramente clase B, todo es un poco sórdido y venido a menos, lo cual encaja perfectamente con el tono de la historia y el trasfondo miserable en el cual se mueven los personajes. Pero cuando Chandra logra acceder a las clases más acomodadas de Nueva York bajo la nueva identidad de Dr. Munro, la estética de la película se vuelve más estilizada. No sólo los decorados son más suntuosos sino que la fotografía y el trabajo de cámaras es más cuidado. De todos modos, la cámara nunca abandona del todo el ángulo inclinado en el que está durante casi toda la película, prácticamente todas las tomas están filmadas en un ángulo que incomoda, que nos hace sentir que las cosas no están nunca del todo bien. Esto es un gran acierto estético y narrativo del director y aporta un rasgo distintivo a esta película que podría parecer del montón.-

Más allá de lo visual, lo más interesante en la película está por supuesto en la historia que cuenta y en cómo la cuenta. Roy Del Ruth tuvo una gran trayectoria en el pre-code y esta película no escapa a los elementos que distinguen a esta era. En The Mind Reader la cámara no es lo único que está torcido. Chandler y Frank son dos inmorales que se aprovechan de la necesidad de creer de una masa que quedó a la deriva después de la caída de la Bolsa en el ‘29. La propia Sylvia está desempleada hace tiempo y si bien es honesta, en el sentido en que repudia el engaño que lleva adelante Chandler, su credulidad la deja a mitad de camino entre la ingenuidad y el ciego que no quiere ver. Por otro lado, cuando Chandler intenta ganarse el pan a fuerza de trabajar honradamente, no llega a ninguna parte y pronto vuelve a las andanzas. Sólo que esta vez no se aprovecha de los pobres sino de los ricos y aquí uno no puede sentir pena por ellos. Las clases acomodadas que consultan a Chandler (alias Dr. Munro) son las mismas que causaron la Gran Depresión y no son más que un puñado de ociosos y libertinos, digámoslo así. La clientela del Dr. Munro se compone exclusivamente por señoras que quieren descubrir las infidelidades de sus esposos y así lograr divorcios provechosos y si el clarividente que les revela estos secretos es buenmozo, tanto mejor.-

La película no analiza críticamente las motivaciones del público para acercarse a este tipo de soluciones mágicas. Que crean que un señor de turbante puede adivinar el futuro no es el problema y mientras nadie salga herido, que alguien monte un show para estafarlos tampoco es tan grave. De hecho la película está del lado de Chandler. El problema es que alguien sí sale herido: en una de las escenas más dramáticas de la película una mujer (interpretada por Mayo Methot) confronta a Chandler con las consecuencias de sus actos. Methot es más recordada por su tempestuoso matrimonio con Humphrey Bogart, pero aquí se gana sus tres minutos de estelaridad en una escena breve e intensa, robándose todas las miradas. Lo curioso (y típicamente pre-code) es que ni siquiera este episodio detiene a Chandler. En efecto, lo único que lo hace tambalear es su amor por Sylvia y no un dilema moral.-




Y cuando tambalea, vaya que tambalea. El tercer acto de la película nos revela a Chandler bajo una nueva identidad, intentando recrear su acto en Ciudad Juárez. La diferencia es que esta vez todo le importa un comino. En elegante y misterioso Chandra se ha transformado en una sombra de sí mismo, desaliñado y borracho todo el tiempo. Su compinche Frank parece el otro lado de la misma moneda, sigue cumpliendo el rol que tenía en los viejos tiempos pero tampoco está a la altura de lo que fue. El único que parece conservar la línea es Sam (The Mind Reader se las ingenia para mostrar una representación bastante decente de un personaje de color). ¿Pero Chandler? Lo tira todo por la borda y después vuelve a Nueva York para hacer lo único noble de su vida. En este sentido The Mind Reader tiene un final casi feliz como sólo el cine pre-code puede ofrecer.-

Aquí dejo un enlace a la película. No tiene subtítulos en español (tiene los generados automáticamente, pero en lo personal los encuentro difícil de leer) pero igualmente vale la pena descubrir esta película, su potencia visual torna prescindible al subtitulado.-




Comentarios

  1. Hola Bet
    A mi lo que más me ha sorprendido es la candidez que salpica toda la peli. Desde la muy bella -pero no muy buena actriz- Cummings en un papel indefendible (se va con un charlatán y se extraña de que vivan del engaño y, precisamente, cuando descubre las trampas porfín se besan), la primera clienta "altasociedad" descubre que su marido le engaña... y le monta una campaña entre todas sus amistades (que casualmente son compañeras en desgracia todas).
    Lo gracioso de los subtitulos es que se pronuncia Munro, se deletrea M-u-n-r-o (lo hacen una vez), en los periódicos ponen Munro pero se escribe Monroe (en qué Marilyn estarían pensando).
    Un saludo, Manuel.

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    1. ¡Ah, yo la he visto sin los subtítulos! Prefiero volver atrás en alguna parte que no haya entendido bien antes que leer esos subtítulos automáticos que van apareciendo palabra a palabra.
      Tal vez la intención del director haya sido precisamente decir "si pecan de cándidos, no protesten luego". Sobre todo pensando que muchas de las primeras actrices de la época tiraban más para el "lado duro" que para hacer de ingenuas y sin embargo aquí se inclinaron por una dirección bien precisa.-
      Le mando un abrazo, Bet.-

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  2. Dios mío, qué interesante lo que escribes sobre esta película que no conocía. Ni tampoco era capaz de decir de carrerilla películas de Warren William... Cuando he visto que sale en películas y es protagonista de obras que me chiflan (como Vampiresas 1933). Seguro que más de una vez has dicho que era de tus consentidos, pero no lo he retenido.
    Por cierto, la última que aparece de su filmografía llevo tiempo tras ella, de Ulmer, Extraña ilusión (Strange Illusion).
    Por otra parte, cosas que cuentas en el post sobre El adivino ha hecho que me venga a la cabeza una joya de los años cuarenta de Edmund Goulding, El callejón de las almas perdidas.

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Hildy querida, William fue uno de mis mimados en plena ebullición de mi descubrimiento del pre-code. Luego lo olvidé un poco, como a todos (el otro día estuve tres días para recordar el nombre de Norma Shearer y pensé "esto es demasiado, necesito reencontrarme con el cine"). Creo que también lo descubrí en "Vampiresas de 1933" y en su momento me metí por la conejera de su filmografía y me enamoré, aunque enfocándome sobre todo en su trabajo pre-code. Acabo de chequear "Extraña ilusión" ¡qué pinta tiene!
      Tampoco he visto "El callejón de las almas perdidas", daría para una interesante serie sobre mentalistas y engaños sobrenaturales ¿no?
      Un abrazo enorme, Bet.-

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