Victor/Victoria (¿Víctor o Victoria?) - Blake Edwards, 1982.-
El otro día el crítico de cine argentino Santiago García dijo, parafraseando a Heráclito, “Nunca nos sumergimos dos veces en el mismo clásico”. La frase me gustó mucho, porque creo que siempre hay que volver a los clásicos, a los que nos gustaron y a los que no, porque con el paso del tiempo veremos una nueva película, diferente de la que experimentamos la primera vez. ¡Ay! Si este hubiera sido el caso, pero no. Debo decir que hay veces en las que nos sumergimos exactamente en el mismo clásico de la vez anterior. Hace varios años vi Victor/Victoria (no recuerdo en qué etapa de mi viaje con los musicales me encontraba, sólo sé que esto fue en los tiempos en los que veíamos las películas en la tele) y recuerdo que me dejó bastante indiferente. Sólo me gustó un número musical que me pareció visualmente fascinante. El resto… nada. Pero dispuesta a darle una nueva oportunidad, decidí incluirla en este abecedario, no fuera a ser cosa de que con el paso de los años, viera una película diferente. La verdad es que tengo que decir que de nuevo la experiencia me dejó indiferente y que aquel número que me había gustado sigue pareciéndome fascinante, aunque esta vez lo encontré demasiado corto y no del todo bien filmado.-
Empezando por el principio, Victor/Victoria se estrenó en medio de una ola de películas que exploran la cuestión de género (probablemente la más recordada del grupo sea Tootsie), con todas las aristas que pueden desplegarse a partir de allí (desigualdad de oportunidades, prejuicios, situaciones cómicas derivadas de la confusión, etc). En este caso, Victoria Grant (Julie Andrews) es una cantante desempleada que coincide por casualidad en el París de 1934 con Carole “Toddy” Todd (Robert Preston), una estrella de cabaret que también acaba de perder su empleo. Ambos se convierten de inmediato en grandes amigos y por una circunstancia azarosa, Toddy descubre que Victoria pasaría perfectamente por un joven hombre transformista si tan sólo bajara un poco su registro vocal. Victoria convertida en Victor se transforma en un suceso de inmediato y capta la atención del gangster de Chicago “King” Marchand (James Garner).-
Trataré de desmenuzar lo que no me gusta de esta película. En primer lugar el tono, que es lo suficientemente ligero como para que sepamos que estamos en una comedia, pero al mismo tiempo se introducen elementos tan oscuros en sí mismos, que en el resultado final terminan quedando fuera de lugar. Por ejemplo, la sordidez de la vida de Victoria antes de conocer a Toddy (que incluye un intento de violación por parte de su casero) y que es mostrada bajo la misma luz diáfana con la que vemos su ascenso al estrellato. La película nunca se detiene a considerar estos elementos ni nos deja tiempo para digerirlos y en ese caso, ¿para qué incluirlos? Cierto es que la historia encuadra más o menos en la estructura de la Cenicienta, con Toddy haciendo de hada madrina, y que no todas las películas posteriores al período clásico tienen que ser Cabaret pero decididamente es una película para un público adulto entonces, ¿por qué no explorar las situaciones en toda su dimensión? Y la referencia a Cabaret no me viene por casualidad sino que es casi obligada, dado que ambas transcurren en Europa en el mismo período (aunque está claro que París no es Berlín), en el ambiente de los clubes nocturnos y en contextos en los que la homosexualidad, el transformismo y el trasvestismo son aceptados y están difundidos en el ámbito en el cual se mueven los personajes.-
En este caso, la película trata específicamente sobre eso, aunque también deja el espacio libre para que Victoria reflexione sobre las limitaciones que debe experimentar como mujer en cuanto a sus posibilidades laborales y familiares y sobre la forma en la que vivir como un hombre de pronto ha expandido sus horizontes. Sin embargo, ninguno de los dos temas es explorado a fondo: la película pretende hacernos creer que la homosexualidad es ampliamente aceptada en todos los órdenes de la sociedad, obviando la discriminación e injusticias a las que pudieran quedar expuestos personas como Toddy; y en cuanto a la posición de la mujer, luego de una encendida defensa de sus derechos, Victoria termina ¿claudicando? (no lo sé, la historia queda más bien inconclusa).-
Sí reconozco que en su contexto histórico (comienzos de los ‘80 en plena ola epidémica de VIH con todo el prejuicio que trajo aparejado) una película protagonizada por dos grandes figuras, Andrews con su figura eternamente ligada a la infancia de varias generaciones y Garner, uno de los “machos” del cine y la TV americanos, en la que se discuta abiertamente la homosexualidad en términos positivos, debió ser importante. Pero una película no puede ser solamente un panfleto para su época y tal vez el problema de Victor/Victoria sea que le falta sustancia como para envejecer bien.-
En cuanto a los números musicales, tal vez a mí no me guste Andrews lo suficiente como para ver la película solo por ella. Todos los números ocurren en el entorno del club nocturno, sin ninguna referencia especial a la trama excepto este único número que me gustó, Drag Blues que debió haber sido muy complejo de coreografiar y que presenta a dos parejas de bailarines vestidos tanto de hombre como de mujer, según aparezcan de frente o de espaldas con máscaras sobre sus nucas, y que van alternando roles a medida que muestran una u otra cara al público. Este número resume a la perfección el conflicto de la película, esta “fluidez de géneros” en la que viven los protagonistas y visualmente es muy atractivo, bastante único, pero es de lamentar que Edwards no se demore demasiado en él. El número aparece como fondo en una escena en la que Victoria (como Víctor), Toddy, King, André - el dueño del club en el cual triunfa la protagonista, interpretado por John Rhys-Davies - y el Sr. Bernstein - el guardaespaldas de King, interpretado por Alex Karras - van al club en el que antiguamente trabajaba Toddy y se los dejo aquí abajo a modo de cierre.-
Hola Bet
ResponderBorrarEl "universo" se dividió entre los Tootsieros y los Victorios; yo era de los últimos y eso que mi "corazón partío" era entre Jessica Lange y Leslie Ann Warren (no la has mencionado y eso que es muy difícil estar peor/mejor).
Es raro que no hayas pillado el gancho que la peli tiene con todas aquellas pelis de los treinta que contaban las gracias y desgracias de las starlettes. Es, un poco, como revisitar aquel cine y, casi sugerir, algo más ya desde entonces. En eso bebe del mismo agua que "Cabaret" ambas se van a los treinta pero cada una con su "giro".
Cuando esta ola triunfaba el VHS aún era anécdotico. El aldabonazo fue la muerte de Rock Hudson en el ochenta y cinco (Si Hudson hubiese hecho el papel de Garner le daría otro sentido a la peli, talvez).
Estoy de acuerdo en que el bueno de Edwards no encontró el tono preciso; tal vez tenía demasiadas cosas que decir con sólo medias palabras. Pero la parte comedía, para mi, funciona bien.
Un saludo, Manuel.
PD. releyendo me he dado cuenta que no he dicho ná de la Andrews ¡Que bien está de hombre! (aunque de mujer tiene un no-sé-qué que me gusta mas, juas, juas) ¡Que estupenda cantante!... y esposa modelo (eso es un ser humano completo, los demás sólo somos intentos ;-D)
Tiene razón, querido Manuel, en que olvidé por completo mencionar a Leslie Ann Warren (imagínese lo frustrada que estaba con la peli que pasé de largo de su personaje). Sin dudas está muy bien en su alusión inconfundible a Jean Harlow, también con un guiño a aquella escena de The Awful Truth en la que todos van a un club nocturno y la novia de Cary Grant interpreta una canción mientras un ventilador le levanta la falda. Pero fíjese una cosa, cuando comenté Indiana Jones y el Templo de la Perdición hace un par de años mencioné que la primera escena es un hermoso homenaje a los números corales de los años '30. Hace poco volví a ver la película y me causó la misma emoción. Y aquí todas las citas a los clásicos de esos años me dejaron fría.-
BorrarHudson en el rol de Garner creo que dolería demasiado verlo. Como en Pillow Talk, en la que tiene unas escenas en las que - para engañar a Doris Day de su verdadera personalidad de "no deja títere con cabeza" - finge ser impotente y duele un poquito verlo, porque uno (como espectador post-85) sabe que nunca se iba a sentir atraído por Doris ni por ninguna otra mujer. Es como que uno se ríe de la escena, pero de nervios.-
Lo dicho, a mí Andrews no termina de encantarme, pero no por nada en particular, tampoco es que la detesto. Simplemente que me ha pasado por un costado su influencia. Debería hurgar en su filmografía para ver si cambio de opinión. La novicia rebelde y Mary Poppins son dos cosas que descubrí de grande (dónde crecí que no las tuve en mi infancia, se estará preguntando) y que me resultaron intragables, pero sé que tiene mucho más para dar. Ah, y también aparece en Cortina Rasgada de Hitchcock, pero de esa película es muy difícil sacar grandes pasiones.-
Le mando un abrazo grande, desde la incompletitud, Bet.-