La escena inicial de esta película es una lección de economía en la pantalla. Un hombre al que no le vemos la cara se suicida disparándose en la cabeza. Sobre su escritorio hay una carta dirigida al Fiscal de distrito y una placa de policía. El sonido del disparo hace que una mujer (Jeanette Nolan), de quien de inmediato adivinamos que se trata de su esposa, baje la escalera sin siquiera haberse puesto un salto de cama y al mismo tiempo que vemos su rostro rígido y desapasionado, un reloj de pie nos enseña que son las tres de la mañana. La mujer toma la carta, la lee, cierra las cortinas y llama por teléfono a un número que conoce de memoria, presentándose como la viuda de Tom Duncan. El entramado de corrupción policial, la degradación moral que se torna insoportable a ciertas horas de la madrugada, la desintegración de los vínculos que tal vez alguna vez fueron amorosos, todo lo que necesitamos saber sobre esta historia, está servido.-
Motivo Nº 2: escenas de la vida familiar.-
El oasis en la vida del policía a cargo del caso del suicidio de Duncan, el Sargento Dave Bannion (Glenn Ford), es su esposa Katie (Jocelyn Brando) y su pequeña hija (Linda Bennett). Las escenas familiares en casa de los Bannion son una delicia, sobre todo por la química que existe entre los actores. La niña Bennett no tiene un rol muy destacado (ni siquiera recibe un primer plano de parte del director), pero Ford y Brando componen una pareja de cine de esas que uno cree han debido llevarse muy bien durante el rodaje. Esta fue la segunda película de Brando luego de un puñado de apariciones en televisión y su naturalidad es maravillosa.-
Los Bannion tienen un buen matrimonio, lo comparten todo y han salido adelante a fuerza de sacrificio (hay alguna mención a los bajos sueldos de un sargento de policía y a la magia que Katie hace con la economía familiar), pero a medida que el caso Duncan se complica, la frustración de Dave se traslada a su relación aunque nunca llega a socavar los sólidos cimientos de la pareja. Más adelante conocemos al cuñado de Dave, Al (John Crawford) - nunca queda claro si es el hermano de su esposa o el marido de una hermana - y esa misma complicidad se traslada a este vínculo. Y por otro lado, no es tan habitual que el héroe de un film noir sea un padre de familia, usualmente se trata de solitarios, por lo cual este aspecto de The Big Heat es refrescante y muy atractivo para el espectador.-
Otras familias que conocemos no comparten la misma dinámica. Nuestro primer exponente es el matrimonio Duncan, con un marido que tuvo al menos una amante, Lucy Chapman (Dorothy Green) - la Sra. Duncan menciona tres amantes más, pero sabemos que su palabra no es de confiar - y una esposa que llora lagrimitas de mentira mientras busca asegurarse el futuro. Tenemos también la familia Lagana, integrada por el todopoderoso Mike (Alexander Scourby), antiguo contrabandista de alcohol en los tiempos de la Prohibición y ahora, vaya uno a saber de qué, que vive con una hija a la que nunca vemos, con el retrato de su madre fallecida colgado en su estudio y con un guardaespaldas/secretario privado que tiene el suficiente nivel de intimidad con él como para aparecerse en su cuarto en medio de la noche, en salida de baño. Finalmente, otra forma de familia es la integrada por el “pesado” Vince Stone (Lee Marvin), dependiente de Lagana, que mantiene a su chica Debby (Gloria Grahame) a fuerza de dinero y violencia.-
Motivo Nº 3: la importancia de los escenarios.-
The Big Heat tiene un diseño de producción sobrio, pero en el cual cada espacio tiene su importancia y hace gala de una ajustada atención al detalle. El primer escenario que conocemos es la casa de los Duncan, mucho más grande y confortable que la de los Bannion. La casa del protagonista, por cierto, parece mucho más importante por fuera que por dentro y he llegado a la conclusión de que probablemente se trate de una casa grande dividida para ser aprovechada como viviendas más pequeñas, eso explicaría su limitada distribución interior. La imagen de la casa completamente vacía tras un evento central de la trama, es fuerte y cuenta la desolación en la vida de Bannion mejor que el monólogo más sentido. También conocemos la mansión de Mike Lagana, custodiada por policías que completan su salario con el “extra” que les genera tal tarea y el departamento moderno (y equipado con cafetera) de Stone.-
Otros lugares muy importantes y menos acogedores que visitamos son el desarmadero de autos en el que Bannion busca pistas; el bar de Tierney (Peter Whitney), ubicado en un subsuelo y provisto de dos teléfonos (el primero ubicado detrás de la barra y el segundo, en una cabina telefónica) que serán muy importantes en la trama; y por último, el hotel en el que tanto Bannion como Debby buscarán refugio. Es particularmente interesante la incursión de Bannion en el desarmadero, porque desde la mansión de Lagana hasta aquél, pasando por el departamento de Stone y la casa en donde la Sra. Duncan vive arropada por sus abrigos de visón, vemos el espectro completo del entramado de corrupción que la película describe.-
Motivo Nº 4: los desafíos al Código Hays.-
Una y mil veces he dicho en este espacio que encuentro tanto o más fascinante que el cine pre-code, aquellas películas posteriores a la implementación del Código de Producción Cinematográfica que buscaron erosionarlo. En The Big Heat encontramos tantos elementos contrarios al Código que la mera existencia de la película sólo puede explicarse por el hecho de que fue producida en ese período glorioso en Hollywood que comenzó tras el fin de la II Guerra Mundial y culminó con el apogeo de la caza de brujas promovida por el Comité de Actividades Antiamericanas. Esta película fue estrenada en los finales de este período pero aún así pisa fuerte en diversos aspectos que desafían los preceptos del Código.-
Comenzando por la escena inicial, el suicidio de Duncan aparece como un elemento purificador para este policía corrupto que no soporta más el laberinto en el que se ha metido. En el caso de Bannion, no se suicida pero en un punto tiene que dejar de ser policía para continuar su búsqueda de justicia, ambos roles han devenido incompatibles. Sin llegar al abandono de su cargo, el Teniente Wilks (Willis Bouchey), que primero se muestra complaciente con las “órdenes de arriba”, en un punto también se descuelga del orden jerárquico para apoyar a Bannion; mientras tanto el Comisionado Higgins (Howard Wendell) y otros hombres de aspecto respetable juegan a las cartas con Stone.-
Por otro lado, la película cubre distintas variantes de los roles femeninos en las vidas de los hombres que seguimos, y todas ellas con matices muy interesantes en términos de lo permitido por el Código. Katie es la buena esposa y madre de familia, pero con una luz propia que la convierte en un personaje tridimensional. En cuanto a las “chicas malas”, desde Lucy Chapman hasta la Sra. Duncan, pasando por Debby, vemos los distintos estamentos que existen entre la copera y la esposa legítima de los hombres de la corrupción. En la escala de valores construida por la película, cuanto más legítimo el vínculo, más corrompida está la mujer. Y no quiero olvidar a la madre de Lagana, que sigue reinando sobre su hijo - ese hijo que no termina de cuadrar con los parámetros de masculinidad de los años ‘50 - desde su retrato colgado en el escritorio del jefe la mafia; y a la Srta. Parker (Edith Evanson), la mujer lisiada que trabaja en el desarmadero a falta de otras oportunidades y que constituye un personaje que se destaca en su patetismo.-
Motivo Nº 5: la redención final.-
Otro aspecto en el cual The Big Heat llega un poco más lejos que sus compañeras de género, es en el recorrido del personaje de Debby. Habitualmente la femme fatale es un personaje complejo, que se ha convertido en lo que es debido a los avatares de su vida. Ninguna femme fatale es mala “porque sí”, para ponerlo en términos sencillos. Pero no todas tienen la posibilidad de convertirse en heroínas de la historia, en activar el desenlace y ayudar al héroe como lo hace Debby en esta película. Es muy interesante la transformación de esta mujer - disparada a partir de un suceso puntual que impacta sobre su principal insumo de trabajo: su aspecto - y la forma en la que resuelve dejar de operar como mujer-objeto (ya sea objeto de deseo u objeto de lástima). Encarnada por una Gloria Grahame desatada, Debby decide primero enfrentar a la Sra. Duncan y luego a Stone y en el final, encuentra la redención en la conexión de Bannion con su mujer. La primera vez que Debby le pregunta a Bannion cómo es su esposa, no obtiene respuesta. Bannion no considera que Debby sea digna de escuchar tal descripción. La segunda vez, en cambio, logra que él vea que incluso ella puede ser un poquito como Katie, ese ideal de pureza y perfección.-
Hola Bet
ResponderBorrarCinco motivos que son como cinco grados que hacen subir la temperatura hasta alcanzar el "Big Heat".
Asocio este "Big Heat" -calorazo- con el ejercicio de estilo que hizo Kasdan a principios de los ochenta "Body Heat" -calentorro- que, aunque parecidos son cosas totalmente distintas. Los traductores, pensando en el mercado, las llamaron "Los sobornados" y "Fuego en el cuerpo"; vamos que se "abanicaron" los títulos.
Hace poco revisé "Human Desire" en la que repiten Lang, Grahame y Ford. Es más sencilla que esta y, también, mas irregular. Recuerdo que pensé que Glenn me recuerda, trabajando, mucho a William Holden. Tal vez un poco más blandito. Y que Gloria no se sabe si es muy buena actriz... o tan mala persona que se nota en sus personajes.
Un saludo, Manuel.
Ay, no he visto aún Human Desire (tampoco Body Heat, pero esa no creo que la vea, que el cine de los '80 no es lo mío jaja), la tengo pendiente.-
BorrarEs interesante pensar en Ford en comparación con William Holden. Miré The Big Heat junto a mi padre y lo primero que notó es que siempre tiene una mano en el bolsillo (lo importante son los detalles, ¿no?) pero también mencionó algo que me hizo pensar en el concepto del "understatement" que era tan querido para Hitchcock, esto de que su protagonista nunca se tomara las cosas tan en serio, pese a estar pasándola muy mal. Ford encuadra en esa técnica y posiblemente Holden también, por lo poco que he visto de él. En lo personal, es algo que me gusta en mis protagonistas.-
Gloria Grahame es una figura extraña, yo no puedo decir que la tenga en muy alta estima, para mí es un caso de aquellos en los que saber demasiado sobre su vida personal enturbia la apreciación de su trabajo y cuando la miro, lo único en lo que puedo pensar es en su obsesión por engrosarse los labios y en que solía rellenarse el labio superior con pañuelos de papel que metía dentro de su boca. Un asco, y muy distractivo (si no había escuchado esa anécdota, querido Manuel, es probable que ahora mismo le esté contagiando mi distracción al verla). Sin embargo, aquí está muy bien.-
Le mando un abrazo grande, Bet.-
Mi querida Bet, cómo me gustan estos textos con sus cinco motivos para amar una película. Los sobornados es una película que me fascina y esos cinco motivos me han hecho todo el rato afirmar con la cabeza. Es más, llevo demasiado tiempo sin revisitarla.
ResponderBorrarQué bien construidos están los personajes como has demostrado en esta entrada. Cuántos matices tiene cada uno de ellos.
Beso
Hildy
Queridísima Hildy, después de escribir mi texto repasé el tuyo y me sorprendí agradablemente al encontrar tantos puntos en común. Nos han interesado las mismas cosas y es que esta película evidentemente tiene todos los ingredientes correctos para atrapar al espectador y ya no soltarlo.-
BorrarYo la descubrí hace un par de meses atrás, cuando estaba "investigando" para un proyecto que finalmente se frustró (pero del que me llevé muy buenas cosas, como esta película, que ya iré presentando en forma individual) y tras mi flechazo con Glenn Ford en 3:10 to Yuma decidí rescatarla. ¡Ay, pobre Ford que no se cuenta entre tus preferidos!
Estoy viendo que tu reseña es de 2014. ¿Te pasa como a mí, que una vez que reseñás una película ya no volvés a verla? Con tanto para ver, es difícil hacerse tiempo para el placer del revisionado...
Te mando un beso enorme, Bet.-
Pues me pasa algo curioso, hay películas que repaso una y otra vez por distintos motivos. Y otras a las que tardo en volver como es el caso. Fíjate creo que desde que escribí sobre ella, como indicas, no he vuelto a verla. Y eso que siempre me ha dado fuerte con Fritz Lang. Él es uno de mis directores consentidos.
ResponderBorrarJajaja, de Glen Ford reconozco su buena filmografía y hay películas de él que me entusiasman, pero leyendo tu comentario con Manuel en el que hablas también de William Holden, no puedo evitar mi gran amor a este último y mi indiferencia hacia el pobre Ford, jajaja.
Beso
Hildy