Esta entrada es prima hermana de la primera parte de esta serie. En aquella oportunidad comenté tres películas, de las cuales dos me gustaron mucho (de la tercera película prefiero no acordarme por el momento) y me hicieron descubrir a dos directores con los que quedé en volver a encontrarme: Anthony Mann y Delmer Daves. Hoy les traigo al primero de ellos, en otra colaboración con James Stewart.-
The Naked Spur (Colorado Jim) - Anthony Mann, 1953.-
Corramos del medio la curiosa traducción del título, para que no moleste. No hay ningún personaje llamado Jim en la película, aunque sí fue filmada en Colorado… algo es algo. Howard Kemp (James Stewart) sigue el rastro de un prófugo de la justicia, Ben Vandergroat (Robert Ryan), por el cual se ofrece una recompensa de cinco mil dólares. En el camino termina haciendo una sociedad involuntaria con un peregrino obsesionado con la búsqueda de oro, Jesse Tate (Millard Mitchell) y con un soldado dado de baja con deshonor, Roy Anderson (Ralph Meeker) y encontrando una nueva esperanza en la chica de Ben, Lina Patch (Janet Leigh).-
Conocí a Anthony Mann a través de Winchester ‘73 y aquí encontré muchos de los mismos elementos que me hicieron enamorarme de aquélla a primera vista: el juego del gato y el ratón entre el héroe y el villano (un juego más mental que físico aquí dada la forzada convivencia entre ambos), un pasado doloroso del que no aprendemos más que algunas pinceladas, un héroe vulnerable que se va desarmando por el camino pero que no obstante ello, sigue adelante. Y un uso magnífico de un fondo natural soñado, con cumbres rocosas, cuevas y ríos torrentosos que forman parte de la trama. Y posiciones de cámara exactas que contribuyen a la emoción cuando es necesario y saben no molestar para dejarnos disfrutar de las actuaciones y la acción.-
Lo más interesante de la película son, sin embargo, sus personajes y el trabajo de los actores que los encarnan. En Winchester ‘73 Mitchell le daba rostro al amigo inseparable del héroe; aquí comienza como un aliado reticente pero cuando se entera de la recompensa, se decide a involucrarse de lleno en la empresa de llevar a Ben de regreso a Kansas. No obstante este vínculo casi comercial entre ellos, con el tiempo va formándose un vínculo entre Jesse y Kemp, y Mitchell lo demuestra casi sin hacer nada, sólo con las miradas cómplices que le dirige a Stewart. Meeker es un actor nuevo para mí, no creo haberlo visto antes aunque tiene una nutrida filmografía, y aquí se pone en los zapatos (y en los bigotes) de un soldado desleal e imprudente. Tanto Jesse como Roy son ambiciosos y esa cualidad terminará causando su perdición. Finalmente en este cuarteto masculino, Stewart y Ryan ponen el cuerpo a Kemp y Ben, y bien demandantes en el sentido físico son sus roles, aunque sospecho que los dobles de riesgo tuvieron bastante participación en la película. Kemp y Ben tienen una historia pasada que nunca llegamos a descubrir del todo, se conocen bien y de una forma u otra, Ben vivirá siempre en Kemp. Stewart compone aquí otro héroe vulnerable (vuelvo sobre este concepto y más adelante le dedicaré unas palabras finales) de esos a los que nos tiene acostumbrados, y su personaje tiene motivos que pueden parecer nobles pero que no están exentos de ambigüedad moral: quiere entregar a Ben ante la justicia, no tanto por un sentido de cumplimiento del deber sino que porque ello le dará la posibilidad de hacerse del dinero necesario para recuperar sus tierras. Kemp carga además con un gran dolor por la pérdida de su amor, la mujer que lo abandonó y lo dejó sin su propiedad mientras él luchaba en la Guerra de Secesión. Cuando en un enfrentamiento con una tribu de indios Kemp resulta herido, Stewart deja todo en la cancha mostrándonos el padecimiento, la fiebre delirante y el esfuerzo de subir y bajar al caballo con una pierna tiesa. Y en una escena crucial que tiene lugar una noche de lluvia en una cueva, Stewart hace algo maravilloso: Kemp sabe que Lina le tendió una trampa para facilitar el escape de Ben, y viendo que ella sabe que él sabe, intenta mostrarle que no está enojada con ella. Las cosas son como son. Pero no puede evitar manifestar su frustración y por ello patea los cuencos que, llenos de agua de lluvia, habían servido para poner música de fondo al momento romántico entre ellos. La seguidilla de emociones encontradas que Stewart revela a lo largo de esta escena es una prueba de su genialidad como actor y solo es superada, en esta película, por su actuación en la última escena en la que, pala en mano, Kemp entierra lo último que le quedaba de sus viejos sueños para dejar lugar a los nuevos.-
Por mucho que amo a Stewart, creo que mi atención en esta oportunidad se la llevó Robert Ryan. Este acto no es precisamente nuevo para mí, pero no puedo decir que conozca su filmografía a fondo, y aquí me ha encantado. No sólo que la barba de varios días que lleva en las primeras escenas le queda genial (esta chica del parasol blanco no es de fierro y tiene debilidad por los tipos despeinados y mal afeitados que aparecen en su pantalla, ya lo saben) sino que es un placer verlo manipular a todo el mundo, simplemente sentándose a ver cómo la ambición y los celos los lleva a desconfiar los unos de los otros mientras él planea cómo escaparse. Ben también es moralmente ambiguo: sabemos que es un asesino buscado por la justicia pero también sabemos que ha rescatado a Lina de lo que hubiera podido ser un presente mucho peor. Hasta donde sabemos, no la ha convertido en su amante y aunque la manipula también a ella y la usa para lograr sus propósitos, la trata ¿relativamente bien? Sé que no estoy deshaciéndome en elogios, pero en el contexto de la época y del entorno hostil en el que viven los personajes, parece bastante.-
Y hablando de Lina, es un personaje sorprendente para el género y para la época en la que la película fue filmada. Janet Leigh no se encuentra entre mis preferidas, pero aquí le pone el corazón a la interpretación de un personaje muy bien escrito, que no teme alzar la voz incluso contra su protector y que al final, será la voz de la moral que hará que Kemp recupere el buen sentido.-
Decía más arriba que volvería sobre este concepto del héroe vulnerable y es que con motivo de mi reencuentro con Anthony Mann, volví a leer mi primera entrada en esta serie, en la cual insinuaba una hipótesis respecto al tipo de westerns que podría llegar a gustarme, si es que acaso encontraba alguno. Y creo que la clave del misterio, tanto para las películas que me gustan como para aquellas que no, está en el héroe. A mí me gusta que mis héroes estén cargados de dudas, y que tengan miedo, y que sufran por los sueños que han perdido y por las heridas físicas que cargan y que necesiten ayuda y que comentan errores. Tipos como Stewart, Heflin, Ford, Brynner, McQueen, Cooper, Colman, Kerrigan, Fonda, Andrews por nombrar a los que han aparecido por aquí en entradas individuales o como parte de esta serie, todos ellos reúnen estas características y protagonizan las películas que me han gustado hasta ahora. De todos modos, esto que suena a conclusión de mi pequeño proyecto, lejos está de serlo. Seguiré investigando con la esperanza de poder agregar a John Wayne a la nómina…
Hola Bet
ResponderBorrarSi no aparece ningún Jim y pareciendo que el imán que mueve la historia es el "vil metal" podemos llegar a la conclusión de que en algún estado americano el oro es un Jim "ratón" Colorado. Por otra parte ¿Espuela desnuda? Vamos hombre, si las espuelas no se visten ni de PapaNoel en Navidad jajaja
A mi también me gusta mucho Robert Ryan (ejem, como actor) por ponerle un pero, siempre parece que está por encima del bien y del mal -pero más por el lado del mal- por eso hace tan buena dupla con Jimmy. Si te encuentras con cualquiera de los dos, le das la cartera ipso facto. A uno porque sabes que te la acabará robando... y al otro porque sabes que es por un buen fin.
Es bonito eso del héroe "con pasado". Y además muy fácil para el guionista, dejas caer dos frases incompletas... y ya puedes llevar al personaje donde quieras. En la vida real, por desgracia, si dejas caer dos frases incompletas aparece el RobertRyan de turno y te quedas sin cartera.
Un saludo, Manuel.
Jaja, hasta último minuto estuve preguntándome porqué se llamaba "espuela desnuda" hasta que sí, la espuela tuvo su momento destacado, pero sin decir "jo jo jo".-
BorrarMe gustó mucho ese comentario acerca de Stewart y Ryan operando como dos caras de la misma moneda. Aquí, me quedé esperando algo más de ese pasado a media luz, como que Ryan hubuera sido el que le birló la novia a Stewart o algo así pero no, no nos explican nada de eso así que queda todo librado a la imaginación del espectador, como bien dice usted, estimado Manuel.-
Qué bueno que compartamos el interés por Robert Ryan, aunque sea por diferentes motivos, jaja. No sería de extrañar que empezara a aparecer más seguido por aquí, como invitado ocasional.-
Le mando un abrazo, Bet.-
Qué bonito has analizado esta película de Mann. ¡¡¡Creo que vas a terminar enamorándote del género totalmente, amiga Bet!!! Hay muchos de esos héroes vulnerables y con dudas que describes tan bien al final de tu artículo (creo que vas a poder meter en algún momento a Wayne). Y, sobre todo, hay maravillosos intérpretes que los llevan a cabo. Ayyyy, Robert Ryan, otro actor que ha protagonizado peliculones. Y que es capaz de robarte el corazón con sus tipos duros. Te lo rompe en pedazos en "Nadie puede vencerme" (The Set-Up, 1949) de Robert Wise.
ResponderBorrarBeso
Hildy
¡Jaja, si Wayne me lo permite, estoy dispuesta a hacerle un lugarcito en mi olimpo de héroes vulnerables de a caballo, querida amiga!
BorrarYo también estoy pensando que terminaré enamorándome del género, solo hacía falta que encontrara la puerta de entrada correcta.
¡Una película con Robert Ryan de protagonista y encima de boxeo! ¡Qué buena pinta tiene! Intentaré verla pronto y ya te contaré si terminó de robarme el corazón o no.-
Te mando un abrazo enorme, Bet.-