Ir al contenido principal

Proyecto Cary Grant Nro. 1: Sinners in the Sun (Pecadores sin careta) - Alexander Hall, 1932.-


La primera película de Cary Grant fue This is the Night, que ya he comentado en este espacio. El mismo año Grant apareció en esta película protagonizada por Chester Morris (un actor muy activo durante los años ‘30 y ‘40 que luego migró a la pantalla chica) y una Carole Lombard que aún no había encontrado su registro de comediante. Sinners in the Sun se hace muy cuesta arriba si uno la mira solamente con el ojo puesto en Grant, porque éste recién aparece en el minuto 46 de película por una escena y luego vuelve unos diez minutos antes del final por otra escena, y no recibe siquiera un primer plano. Eso es todo, de modo que conviene no esperar su intervención conteniendo el aliento. Ahora bien, la película como un todo tiene mucho interés, especialmente una vez que pasa el primer acto.-

Doris Blake (Carole Lombard) trabaja como modelo para un exclusivo diseñador y anhela casarse con su novio Jimmie (Chester Morris)... siempre y cuando éste monte su propio negocio como mecánico antes. Doris está obsesionada con no repetir la historia de estrechez económica de su familia que incluye no sólo a sus padres sino a dos de sus abuelos, su hermano y su cuñada, todos no exactamente apiñados (no viven en la miseria) pero sí bastante amontonados. Este punto termina causando la ruptura de la pareja y a partir de allí tanto Doris como Jimmie entrarán en similares espirales de decadencia cuando se dejen seducir por pretendientes adinerados: en el caso de Jimmie, se convertirá en el esposo-objeto de la millonaria Claire Kinkaid (Adrienne Ames) mientras que Doris se convierte en amante de Eric Nelson (Walter Byron), un hombre casado que está distanciado de su mujer.-

Lo primero que debo decir es que la copia que conseguí es de una calidad bastante mala, no hasta el punto de no llegar a identificar a los actores o no entender una palabra, pero ciertamente requiere de un poquito de buena voluntad para someterse al visionado. Hasta donde sé, no existe una copia mejor y es una pena porque por lo que pude ver, la película tiene muchos valores estéticos. Obviamente, siendo Doris una modelo de modas, hay un desfile y muchas prendas bonitas para admirar, pero además esta es una película en donde los decorados importan y mucho para contar la historia de ascenso y decadencia de ambos protagonistas.-

En cuanto a la estructura de la película, el primer acto es algo lento y los avatares de la relación entre Doris y Jimmie hacen que la trama se arrastre un poco. Esta pareja decididamente funciona mejor estando separada. Sin embargo en esta primera parte hay una escena muy pre-code que llamó mi atención: Jimmie llega temprano a casa de Doris y se encuentra a toda la familia (menos a su amada) desayunando. Cuando Doris se despierta y va en salto de cama a reclamar su café, se lleva a su novio del brazo hasta su dormitorio y cierra la puerta. ¡Escandaloso! Bromas aparte, son estas pequeñas gotas que contrastan con lo que vendría después lo que hace de estas películas una cápsula del tiempo que vale la pena visitar.-

Una vez que los dos enamorados se separan y siguen rumbos separados pero similares, la narración cobra velocidad y si bien la historia parece previsible (chico o chica de clase trabajadora se enreda con un benefactor acaudalado pero pierde su integridad en el camino), guarda más de una sorpresa. Además exceptuando a Walter Byron, que en el rol del amante de Doris me resultó insufrible, el triángulo amoroso que tiene a Chester Morris como vértice es… tierno. Adrienne Ames bien podría aparecer como una villana materialista y sin embargo, su personaje tiene muchos matices y uno puede ver que verdaderamente se interesa por este chófer devenido en esposo. Y Carole Lombard, si bien está fuera del registro en el que disfrutamos viéndola, pinta muy bien el retrato de esta joven que se ve un poco forzada por las circunstancias a obtener lo que siempre quiso, de la forma en la que nunca quiso obtenerlo. Morris (a quien tengo más presente en roles de tipo duro), demuestra muchos dotes de comedia en especial en sus reclamos de dignidad que tienen la firmeza de una pompa de jabón.-

Nuestro objeto de estudio aquí, entra y sale en la película sin causar demasiada impresión (me estoy adelantando, pero su rol recuerda un poco al que cumple en Merrily We Go to Hell, en donde aparece para hacer de tercero - o cuarto - en discordia, pero sin ningún peso específico). Justamente, la próxima película que me tocará reseñar es esa, de Dorothy Arzner.-

Comentarios

  1. ¡Cuántas películas me descubres! Ganas locas de leer tu análisis sobre Merrily We Go to Hell, película que me sorprendió y gustó muchísimo.
    Respecto la que ahora reseñas, me llama mucho, entre otras cosas, por la presencia de Carole Lombard, una actriz que siempre me ha gustado.
    Es bonito ver cómo Cary Grant poco a poco fue haciéndose su lugar...

    Beso
    Hildy

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Queridísima Hildy! Ya había visto muchas de estas primeras películas en su momento, hace un par de años atrás, cuando me regalé a mí misma por mi cumpleaños una caja con muchas películas (creo que son dieciocho) de la primera época de Grant. Esta justamente no viene, supongo que por su pobre calidad de imagen. Nunca llegué a comentarlas, pero sí pude disfrutar eso mismo que señalás, el camino que hizo Grant, largo y con algunos retrocesos, para transformarse en Grant. Y cómo al mismo tiempo él siempre fue él, ya están ahí su acento inconfundible, sus maneras de caballero, el brillo pícaro en la mirada. Yo cada vez lo quiero más, me fascina esta cualidad de ser él y el personaje al mismo tiempo y por otro lado, ni él mismo era verdaderamente Cary Grant. Son capas y capas de personaje que se funden cada vez con resultados diferentes (porque lo que nunca podrá decirse es que sus personajes son todos iguales) de una manera fascinante.-
      Carole Lombard también estaba aquí dando sus primeros pasos (¿se dice también en España "haciendo sus primeros palotes"?) y volvió a cruzarse con Grant (aunque con la preeminencia invertida) en The Eagle and The Hawk, una poderosa peli antibélica protagonizada por Fredric March que ya he reseñado en algún momento. Es genial también ver cómo los caminos de todas estas futuras estrellas se cruzaron y entrelazaron en este período de refundación del cine, con la llegada del sonoro. Dan ganas de jugar a "seis grados de separación".-
      Te mando un abrazo enorme, Bet.-

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): P- Q.-

The Pajama Game (Juego de Pijamas) - George Abbott y Stanley Donen, 1957.- Sid Sorokin (John Raitt) acaba de conseguir trabajo como superintendente de la fábrica de pijamas propiedad del Sr. Hasler (Ralph Dunn) cuando un conflicto con uno de los operarios lo pone delante del “comité de agravios” presidido por Babe Williams (Doris Day). El romance nace casi a primera vista, pero hay un problema: por su función, Sid está del lado de la patronal mientras que Babe vive para el sindicato de trabajadores cuando éstos están en plena negociación por un incremento salarial de siete centavos y medio la hora.- Vi por primera vez esta película hace casi diez años y si bien en su momento me gustó mucho, por algún motivo no había vuelto a verla. Redescubrirla fue una delicia absoluta. Empezando por el principio (literalmente), había olvidado que la coreografía es de Bob Fosse y aquí ciertamente se luce creando números multitudinarios que transforman los movimientos típicos de un taller de confección

Variaciones sobre un mismo tema: Love Affair (1939) - An Affair to Remember (1957).-

En este caso comentaré ambas películas a la vez porque el diálogo entre ambas es tan intenso que siento que no puedo separarlas.- Love Affair y An Affair to Remember forman parte de una miniserie dentro de esta serie de variaciones que encuentro fascinante y es la de directores que se pusieron al frente de remakes de sus propias películas, en este caso Leo McCarey. Me intriga mucho la idea de un director lo suficientemente comprometido con una determinada historia como para retomarla años después con otro elenco, otra tecnología, otra forma de contar.- Hacía mucho tiempo que no me reencontraba con estas películas (particularmente con Love Affair , que creo que sólo ví una vez antes) y de pronto descubrí aristas que nunca había advertido. Ahora creo descubrir que lo que resulta tan atrayente de esta historia no es tanto el aspecto del deber y la tragedia interponiéndose en una pareja (hay muchas historias con los mismos elementos) sino principalmente esta idea de dos seres

El hijo de la novia - Juan José Campanella, 2001.-

Confieso desde el comienzo que me encanta la obra cinematográfica de Campanella, de modo que no soy muy objetiva al decir que esta película está llena de “momentos”, casi todas las escenas son oro en polvo y con mucho esfuerzo seleccioné estas cinco. Aquí van... Momento N° 1: el sueño de Rafael.- Para el comienzo del segundo acto, Rafael (Ricardo Darín) está internado en un sanatorio luego de haber sufrido un infarto. A su lado, inclinada sobre un ejemplar de la revista “Cosas” (un guiño a la primera película del director, cuyos protagonistas trabajaban para una publicación del mismo nombre), duerme su novia Natalia (Natalia Verbeke). De pronto Rafael se despierta, llama a Natalia y comienza a contarle el sueño de su vida: lisa y llanamente, quiere irse a la mierda. Mientras Rafael se explaya sobre la idea hablando casi para sí mismo, Campanella se concentra en Natalia, quien rápidamente advierte que en el sueño de Rafael no hay ningún lugar para ella. En toda esta escena Verb