La primera película de Cary Grant fue This is the Night, que ya he comentado en este espacio. El mismo año Grant apareció en esta película protagonizada por Chester Morris (un actor muy activo durante los años ‘30 y ‘40 que luego migró a la pantalla chica) y una Carole Lombard que aún no había encontrado su registro de comediante. Sinners in the Sun se hace muy cuesta arriba si uno la mira solamente con el ojo puesto en Grant, porque éste recién aparece en el minuto 46 de película por una escena y luego vuelve unos diez minutos antes del final por otra escena, y no recibe siquiera un primer plano. Eso es todo, de modo que conviene no esperar su intervención conteniendo el aliento. Ahora bien, la película como un todo tiene mucho interés, especialmente una vez que pasa el primer acto.-
Doris Blake (Carole Lombard) trabaja como modelo para un exclusivo diseñador y anhela casarse con su novio Jimmie (Chester Morris)... siempre y cuando éste monte su propio negocio como mecánico antes. Doris está obsesionada con no repetir la historia de estrechez económica de su familia que incluye no sólo a sus padres sino a dos de sus abuelos, su hermano y su cuñada, todos no exactamente apiñados (no viven en la miseria) pero sí bastante amontonados. Este punto termina causando la ruptura de la pareja y a partir de allí tanto Doris como Jimmie entrarán en similares espirales de decadencia cuando se dejen seducir por pretendientes adinerados: en el caso de Jimmie, se convertirá en el esposo-objeto de la millonaria Claire Kinkaid (Adrienne Ames) mientras que Doris se convierte en amante de Eric Nelson (Walter Byron), un hombre casado que está distanciado de su mujer.-
Lo primero que debo decir es que la copia que conseguí es de una calidad bastante mala, no hasta el punto de no llegar a identificar a los actores o no entender una palabra, pero ciertamente requiere de un poquito de buena voluntad para someterse al visionado. Hasta donde sé, no existe una copia mejor y es una pena porque por lo que pude ver, la película tiene muchos valores estéticos. Obviamente, siendo Doris una modelo de modas, hay un desfile y muchas prendas bonitas para admirar, pero además esta es una película en donde los decorados importan y mucho para contar la historia de ascenso y decadencia de ambos protagonistas.-
En cuanto a la estructura de la película, el primer acto es algo lento y los avatares de la relación entre Doris y Jimmie hacen que la trama se arrastre un poco. Esta pareja decididamente funciona mejor estando separada. Sin embargo en esta primera parte hay una escena muy pre-code que llamó mi atención: Jimmie llega temprano a casa de Doris y se encuentra a toda la familia (menos a su amada) desayunando. Cuando Doris se despierta y va en salto de cama a reclamar su café, se lleva a su novio del brazo hasta su dormitorio y cierra la puerta. ¡Escandaloso! Bromas aparte, son estas pequeñas gotas que contrastan con lo que vendría después lo que hace de estas películas una cápsula del tiempo que vale la pena visitar.-
Una vez que los dos enamorados se separan y siguen rumbos separados pero similares, la narración cobra velocidad y si bien la historia parece previsible (chico o chica de clase trabajadora se enreda con un benefactor acaudalado pero pierde su integridad en el camino), guarda más de una sorpresa. Además exceptuando a Walter Byron, que en el rol del amante de Doris me resultó insufrible, el triángulo amoroso que tiene a Chester Morris como vértice es… tierno. Adrienne Ames bien podría aparecer como una villana materialista y sin embargo, su personaje tiene muchos matices y uno puede ver que verdaderamente se interesa por este chófer devenido en esposo. Y Carole Lombard, si bien está fuera del registro en el que disfrutamos viéndola, pinta muy bien el retrato de esta joven que se ve un poco forzada por las circunstancias a obtener lo que siempre quiso, de la forma en la que nunca quiso obtenerlo. Morris (a quien tengo más presente en roles de tipo duro), demuestra muchos dotes de comedia en especial en sus reclamos de dignidad que tienen la firmeza de una pompa de jabón.-
Nuestro objeto de estudio aquí, entra y sale en la película sin causar demasiada impresión (me estoy adelantando, pero su rol recuerda un poco al que cumple en Merrily We Go to Hell, en donde aparece para hacer de tercero - o cuarto - en discordia, pero sin ningún peso específico). Justamente, la próxima película que me tocará reseñar es esa, de Dorothy Arzner.-
¡Cuántas películas me descubres! Ganas locas de leer tu análisis sobre Merrily We Go to Hell, película que me sorprendió y gustó muchísimo.
ResponderBorrarRespecto la que ahora reseñas, me llama mucho, entre otras cosas, por la presencia de Carole Lombard, una actriz que siempre me ha gustado.
Es bonito ver cómo Cary Grant poco a poco fue haciéndose su lugar...
Beso
Hildy
¡Queridísima Hildy! Ya había visto muchas de estas primeras películas en su momento, hace un par de años atrás, cuando me regalé a mí misma por mi cumpleaños una caja con muchas películas (creo que son dieciocho) de la primera época de Grant. Esta justamente no viene, supongo que por su pobre calidad de imagen. Nunca llegué a comentarlas, pero sí pude disfrutar eso mismo que señalás, el camino que hizo Grant, largo y con algunos retrocesos, para transformarse en Grant. Y cómo al mismo tiempo él siempre fue él, ya están ahí su acento inconfundible, sus maneras de caballero, el brillo pícaro en la mirada. Yo cada vez lo quiero más, me fascina esta cualidad de ser él y el personaje al mismo tiempo y por otro lado, ni él mismo era verdaderamente Cary Grant. Son capas y capas de personaje que se funden cada vez con resultados diferentes (porque lo que nunca podrá decirse es que sus personajes son todos iguales) de una manera fascinante.-
BorrarCarole Lombard también estaba aquí dando sus primeros pasos (¿se dice también en España "haciendo sus primeros palotes"?) y volvió a cruzarse con Grant (aunque con la preeminencia invertida) en The Eagle and The Hawk, una poderosa peli antibélica protagonizada por Fredric March que ya he reseñado en algún momento. Es genial también ver cómo los caminos de todas estas futuras estrellas se cruzaron y entrelazaron en este período de refundación del cine, con la llegada del sonoro. Dan ganas de jugar a "seis grados de separación".-
Te mando un abrazo enorme, Bet.-