Ir al contenido principal

Grandes discursos: Mr. Smith goes to Washington (Caballero sin espada) - Frank Capra, 1939.-

 


Esta película ya ha aparecido por aquí antes, pero no pude resistirme a traerla de nuevo. En este momento necesito de un buen discurso motivador y si de grandes discursos se trata, este fue el primero que me vino a la mente.-

Jefferson Smith (James Stewart) es el líder de una suerte de niños exploradores en su pequeña comunidad. Tan idealista y apasionado como ingenuo, se presenta como la opción perfecta para que un grupo de políticos corruptos manejados desde las sombras por el poderoso empresario Jim Taylor (Edward Arnold), lo elija para cubrir una banca en el Senado tras el súbito fallecimiento de uno de los suyos. Jeff parte así hacia Washington, fascinado por la figura del Senador Joseph Paine (Claude Rains), que fue amigo de su padre hace muchos años y que ahora tiene la misión secreta de asegurar que Jeff respalde un proyecto que procurará una fortuna al Sr. Taylor. Sin embargo, la astuta asistente que Paine designa para vigilar de cerca a Jeff, Saunders (Jean Arthur), podría poner en riesgo estos planes.-

Lo primero que saltó a mi vista en este nuevo visionado de este querido clásico es la enorme cantidad de caras conocidas que llena cada plano: no sólo los actores principales Stewart, Arthur, Arnold y Rains (cuadro que se completa con el adorado Thomas Mitchell), sino secundarios como Guy Kibbee, Eugene Pallette, Beulah Bondi, Jack Carson y otros rostros de los que tal vez no recordamos los nombres pero que pueblan otras películas de Capra y la pantalla plateada en general. Ver esta película es reencontrarse con todos ellos y también con un grupo extraordinario de niños-actores (sólo el Gobernador Hopper, interpretado por Guy Kibbee, tiene un grupo bastante nutrido de hijos) que justifican múltiples visionados para concentrarse hoy en unos rostros, mañana en otros.-

Por otro lado, como siempre en Capra me sorprendió encontrar un trasfondo muy oscuro en una historia aparentemente ligera o sentimental. Incluso Arsenic and Old Lace con todo su delirio maravilloso tiene elementos tremendos (ni que hablar de It’s a Wonderful Life) y Mr. Smith no es la excepción. Por empezar, el único motivo por el cual Jeff llega al Congreso es que el Sr. Taylor y el Senador Paine necesitan un títere para hacer pasar un proyecto de ley fraudulento. Pero además están las historias del padre de Jeff y del Senador al cual nuestro héroe debe reemplazar, dos figuras a las que nunca vemos en pantalla y que tienen en común haber tenido muertes sorpresivas que ocurrieron cuando el Senador Paine estaba cerca. Y las de los niños heridos durante la guerra desatada por el Sr. Taylor para callar a Jeff, algunos de los cuales son los propios hijos del Gobernador Hopper. Y la contundencia de la maquinaria de Taylor para lograr sus objetivos impuros. Son pequeñas gotas de “seriedad” que Capra introduce aquí y allí y que contradicen su fama de director edulcorado.-




Estéticamente, la película es impresionante. La sala de sesiones del Senado fue reproducida al detalle y se ve increíble. Sólo algunas proyecciones traseras lucen algo desprolijas, pero por lo demás, Mr. Smith es muy hermosa de ver dentro de su estilo naturalista. Tengo debilidad por las escenas nocturnas de Capra y aquí no falta un encuentro en penumbras en el monumento a Abraham Lincoln en el cual Jeff se refugia durante el primer ataque de Taylor. Por supuesto, Saunders (que para este punto conoce bien a Jeff) sabe dónde encontrarlo y qué botón tocar para revivir el coraje y el espíritu del héroe. Esta escena está bellamente filmada usando tomas largas que dejan que los actores se conecten y desplieguen sus líneas de diálogo como si representar un papel frente a la cámara fuera lo más natural del mundo. Las tomas largas abundan en la película; mi favorita es una escena imperdible entre Saunders y Diz - el periodista interpretado por Thomas Mitchell, eternamente enamorado de su amiga - ambos borrachos y desengañados, filmada en una única toma en la cual Saunders larga su discurso mientras que Diz sólo asiente. Esta escena es oro en polvo y casi que es mi favorita en la película.-

Capra reserva sus armas de montaje para el gran final, el discurso que nos convoca: Jeff ha descubierto que si el Presidente del Senado le concede la palabra, puede hablar cuanto quiera si permanece de pie, si no toma ningún descanso y si no cede su derecho a otro Senador. Estas son las reglas del juego que Jeff emprende para llamar la atención de los ciudadanos de su Estado sobre la corrupción que se comete en sus nombres. Aquí sí Capra utiliza la elipsis y el montaje para acentuar la tenacidad y el desgaste físico de este joven Senador. Stewart brinda una interpretación maravillosa que pasa de la comedia a la emoción, de la frescura de las primeras horas de sesión a la extenuación más completa, del desánimo por verificar que nadie lo escucha al entusiasmo renovado de saber que ha conquistado el corazón de Saunders.-

Mr. Smith es además de una gran película, una exhortación contundente a los ciudadanos a estar atentos cuando desde los lugares de poder se discuten asuntos que parecen lejanos, abstractos o carentes de importancia. En la película, el proyecto en cuestión no es más que un punto (y ni siquiera uno de los primeros, sino el número cuarenta) en la Ley de Presupuesto, algo a lo que por lo general la población no le presta atención durante su discusión en el Congreso y sin embargo, se suele decir que es la Ley de Leyes. Y también es un llamado a poner en movimiento el sentimiento patriótico que no se agota en conocer de memoria la historia de la Nación o emocionarse frente a un edificio de Gobierno sino que requiere de participación, desde el lugar que toque por pequeño que sea uno o la tarea. Así lo demuestran los niños de Jeff que se entregan de cuerpo y alma a la impresión de los boletines de noticias que luego reparten en carros (y en auto, pero voy a pasar por alto la imagen de niños conduciendo un automóvil); y el propio Jeff, que enfrenta a los poderosos armado sólo con la Constitución Nacional como un verdadero Caballero sin espada.-



Comentarios

  1. Siempre hace bien regresar a Frank Capra, ¿verdad?
    Cuánta razón tienes, cuántos rostros hay en "Caballero sin espada", y qué bien están todos.
    En esta película se ve de maravilla una de las cualidades de Capra, y es que hasta un personaje que sale cinco segundos tiene personalidad e identidad.
    Hay pequeños personajes en su universo a los que no te importaría seguir.
    Y también describes a la perfección esa tristeza, pesimismo y oscuridad que hay en sus películas... A pesar de que siempre hay personajes que tratan de enfrentarse a lo oscuro.
    Finalmente, qué bien sabía elegir y contar historias de amor. Qué bonita relación se va forjando entre Stewart y Arthur.
    Sí, siempre hace bien visitar a Stewart, ¿verdad?

    Beso
    Hildy

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Querida Hildy, sin dudas cada uno de esos personajes secundarios y terciarios haría una muy buena película por su cuenta. Hace poco me decidí a ver completa Meet John Doe, que había visto empezar un par de veces antes y por algún motivo no podía continuar. No fue amor a primera vista con esa historia, pero también allí hay una escena muy poderosa, con el grupo de vecinos que se acerca a hablar con Gary Cooper para contarle la historia de cómo conformaron una liga de asistencia mutua y cualquiera de esos rostros da para tirar del ovillo y hacer una película completa.-
      Me sorprendió leer que Jean Arthur no disfrutó parece de su rodaje con Stewart, no sé qué habrá pasado por allí pero de veras que la historia que representan en la pantalla es bien bonita. Y la historia entre Arthur y Mitchell también. Y eso es lo que importa en definitiva, lo que se ve en pantalla.-
      Capra y Stewart son de lo que más necesito en este momento creo.-
      Te mando un abrazo enorme, Bet.-

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): P- Q.-

The Pajama Game (Juego de Pijamas) - George Abbott y Stanley Donen, 1957.- Sid Sorokin (John Raitt) acaba de conseguir trabajo como superintendente de la fábrica de pijamas propiedad del Sr. Hasler (Ralph Dunn) cuando un conflicto con uno de los operarios lo pone delante del “comité de agravios” presidido por Babe Williams (Doris Day). El romance nace casi a primera vista, pero hay un problema: por su función, Sid está del lado de la patronal mientras que Babe vive para el sindicato de trabajadores cuando éstos están en plena negociación por un incremento salarial de siete centavos y medio la hora.- Vi por primera vez esta película hace casi diez años y si bien en su momento me gustó mucho, por algún motivo no había vuelto a verla. Redescubrirla fue una delicia absoluta. Empezando por el principio (literalmente), había olvidado que la coreografía es de Bob Fosse y aquí ciertamente se luce creando números multitudinarios que transforman los movimientos típicos de un taller de confección

Variaciones sobre un mismo tema: Love Affair (1939) - An Affair to Remember (1957).-

En este caso comentaré ambas películas a la vez porque el diálogo entre ambas es tan intenso que siento que no puedo separarlas.- Love Affair y An Affair to Remember forman parte de una miniserie dentro de esta serie de variaciones que encuentro fascinante y es la de directores que se pusieron al frente de remakes de sus propias películas, en este caso Leo McCarey. Me intriga mucho la idea de un director lo suficientemente comprometido con una determinada historia como para retomarla años después con otro elenco, otra tecnología, otra forma de contar.- Hacía mucho tiempo que no me reencontraba con estas películas (particularmente con Love Affair , que creo que sólo ví una vez antes) y de pronto descubrí aristas que nunca había advertido. Ahora creo descubrir que lo que resulta tan atrayente de esta historia no es tanto el aspecto del deber y la tragedia interponiéndose en una pareja (hay muchas historias con los mismos elementos) sino principalmente esta idea de dos seres

El hijo de la novia - Juan José Campanella, 2001.-

Confieso desde el comienzo que me encanta la obra cinematográfica de Campanella, de modo que no soy muy objetiva al decir que esta película está llena de “momentos”, casi todas las escenas son oro en polvo y con mucho esfuerzo seleccioné estas cinco. Aquí van... Momento N° 1: el sueño de Rafael.- Para el comienzo del segundo acto, Rafael (Ricardo Darín) está internado en un sanatorio luego de haber sufrido un infarto. A su lado, inclinada sobre un ejemplar de la revista “Cosas” (un guiño a la primera película del director, cuyos protagonistas trabajaban para una publicación del mismo nombre), duerme su novia Natalia (Natalia Verbeke). De pronto Rafael se despierta, llama a Natalia y comienza a contarle el sueño de su vida: lisa y llanamente, quiere irse a la mierda. Mientras Rafael se explaya sobre la idea hablando casi para sí mismo, Campanella se concentra en Natalia, quien rápidamente advierte que en el sueño de Rafael no hay ningún lugar para ella. En toda esta escena Verb