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Tres caras del Conde de Montecristo (última parte).-



Continúo mi breve recorrido por adaptaciones del clásico de Dumas con dos películas, una que había visto antes de leer la novela y otra que ha sido un verdadero descubrimiento para mí.-


The Count of Monte Cristo (El Conde de Montecristo) - Rowland V. Lee, 1934.-




Ay, ay, ay… en la entrada anterior mencioné brevemente que me resulta interesante descubrir, en una película que dura dos horas o menos, qué partes de una larga novela permanecen, cuáles son eliminadas y cuáles se agregan. Y mencioné además que creo fervientemente en la separación entre cine y literatura pero que también creo para poder llamarse “adaptación”, una película debería respetar lineamientos mínimos, de lo contrario debería adoptar otro título y no “colgarse” (por decirlo de alguna forma) de la fama de una novela; además de que debe guardar coherencia interna. Pues bien, esta versión me hizo tirarme de los cabellos en más de una oportunidad a causa de su forma de manejarse en torno a ambas cuestiones, déjenme adelantarles eso.-

En este caso Edmond Dantes tiene el rostro de mi amadísimo Robert Donat y llega, como corresponde, a Marsella con una carta comprometedora luego de una travesía durante la cual ha muerto el capitán de su barco. Hasta ahí las similitudes con la novela porque a poco de poner un pie en el puerto descubrimos que su Mercedes (Elissa Landi) es una joven de alta sociedad con una madre avinagrada (Georgia Caine) en lugar de ser una pobre huérfana oriunda de una comunidad catalana de pescadores; y el villano que está enamorado de ella, Fernand Mondego (Sidney Blackmer) no es otro miembro de su propia comunidad sino un funcionario de Aduanas encumbrado que cuenta con el favor de la madre de Mercedes. Estos cambios afectan la dinámica entre los personajes, además de que me hicieron un ruido tremendo (la película no explica cómo es posible que Mercedes lleve adelante públicamente un romance con un marino muy por debajo de su círculo social y contra los deseos de su madre, lo cual en la época en la que transcurre la historia hubiera sido impensable) pero vienen a menguar la responsabilidad de Mercedes en la historia; simplemente se casó con Fernand por imposición materna, por ende no tenemos reproches para hacerle.-

Esta primera parte de la película hace, por otro lado, más hincapié que la versión anterior en el clima político de la época, en las persecuciones contra los bonapartistas y en el horror de la prisión situada en el Castillo de If, todo lo cual está muy bien.-

Otra modificación que en este caso altera, a mi modo de ver, la esencia del personaje de Dantes, es que éste conoce la traición de Fernand y de Danglars (Raymond Walburn) desde un comienzo, no hay por lo tanto ninguna angustia derivada de la ignorancia con la que Edmond vive durante años en la novela ni tampoco ninguna madurez sobreviniente a la inocencia; pero por lo demás, esta primera parte en la que Dantes está solo en su celda, es magistral (ya he dejado traslucir en este blog que no puedo resistirme a la imagen de Donat con el cabello revuelto y un poco de barba crecida, aunque aquí parece más bien salido de una prueba de vestuario para Los Diez Mandamientos). La historia se empasta un poco cuando aparece en escena el Abate Faria (O. P. Heggie), que parece un poco demasiado satisfecho con sus condiciones de vida en la prisión (su celda es francamente ridícula, tiene todo tipo de murales que deberían haber hecho sospechar a los carceleros sobre su abundancia de recursos). Su interacción con Dantes es menos de padre e hijo y más de compinches y su inmediata revelación de la existencia del tesoro hace ver a Dantes como un codicioso antipático.  Sin embargo, la última escena del Abate y Dantes es una belleza gracias a la actuación de Donat. Y la fuga en sí misma es intensa y está bien filmada.-

Mi mayor objeción hacia esta película tiene que ver con la parte principal de la historia, aquella que está dedicada a la venganza. Este Conde de Montecristo no es del de Dumas y de ahí mi malestar con una película que se dice una adaptación. Aquí el Conde habla hasta por los codos sobre sus planes con sus sirvientes (elevados en este caso a la categoría de colaboradores) y no cesa de sonreír, tiene demasiada joie de vivre como para un hombre que básicamente ha perdido toda capacidad de ser feliz y sólo piensa en la venganza. Sus planes, además, son mucho menos terribles de lo que deberían ser (Fernand, por ejemplo, es expuesto en una fiesta privada y no ante una Asamblea como en la novela, da toda la impresión de que su escándalo se extinguirá con el tiempo o de que podría ser diluido con el exilio; me molestó mucho además que cambiaran su personaje para convertirlo en un mujeriego) y el último embate contra Villefort, llevado adelante en una corte judicial, contiene un elemento escénico que me hizo partirme de risa cuando creo que debí haber estado preocupada por la suerte del héroe.-

No quiero dejar atrás esta película sin mencionar que la banda musical de Alfred Newman está fuera de control cada vez que Dantes se encuentra con Mercedes. No sé si se trata solo de mi copia o si es un problema de la película en general, pero el volumen de la música es demasiado alto y el motivo musical repetido termina convirtiéndose en una broma.-

¿Hay algo que me haya gustado de esta película? Es difícil decirlo en este momento… el vestuario está muy bien y Donat me gusta mucho pero… no creo que vuelva a ver esta película enseguida…


El Conde de Montecristo - León Klimovsky, 1953.-




A veces pasa que la película menos anticipada, la que uno pone sólo por curiosidad (¿una de El Conde de Montecristo filmada en la Argentina?) resulta ser excelente y te deja por las nubes.- 

Esta versión tiene una estructura interesante porque comienza casi por el final, en la escena en la que el Conde (Jorge Mistral) es desafiado por el Vizconde Albert de Morcerf (no pude encontrar el nombre del actor que lo interpreta, las listas de elenco que vi en la red no están completas) a un duelo para salvar el honor de su padre. A partir de allí el Conde relata su historia en el testamento que deja para el caso de que se le dé muerte.-

Esta adaptación es la más fiel de todas las que he visto hasta ahora. Incluye varias subtramas eliminadas en las versiones anteriores y que ayudan a redondear el personaje de Edmundo Dantés (sí, los nombres están argentinizados con algunos resultados sorprendentes como el de Abate Farías en lugar de Faria, qué se le va a hacer), como aquella relacionada con la desventura de Morrel, el antiguo empleador del héroe y un atisbo de la historia de Mme de Villefort y su hijastra Valentine (que aquí es novia de Albert y tiene un desarrollo diferente al de la novela); como así también algunos detalles de la novela de esos que no son esenciales pero que constituyen buenos toques de los realizadores, como el grito terrible que lanza Edmundo al caer al mar durante su fuga (fuga, por cierto, que es de lo más emocionante) o la breve historia de Alí (Ariel Absalón), el sirviente del Conde. Ello sin que por eso la película se sienta apresurada, de hecho hay varias escenas dilatadas, como la del ballet del comienzo o el periplo de Dantés hasta llegar al tesoro. Esto demuestra que cuando se quiere, se puede hacer una adaptación “tupida” sin sacrificar ritmo ni exagerar en duración.-

Y tiene sus modificaciones, algunas menores y otras de mayor trascendencia. Así por ejemplo se recupera de la versión de 1934 la idea de un juicio que reúne a Dantés con Villefort (Santiago Gómez Cou), pero en un contexto completamente diferente al de aquella versión. Y las suertes de Morcerf (Ernesto Bianco) y de Danglars (maravilloso Nathán Pinzón) son de alguna forma intercambiadas. Y supresiones (nuevamente han quedado fuera el padre de Dantès y Maximilien Morrel, dos de mis personajes favoritos) como todo el sentido religioso de la venganza emprendida por el héroe. Pero lo que quedó es un producto que guarda coherencia y no relaja nunca la tensión.-

Lo único que me hizo algo de ruido es la disparidad de acentos y estilos de actuación en la película. Klimovsky parece haberse enfocado más en la estética de la imagen que en la dirección de actores. La película es ciertamente de una elegancia y un grado de detalle en lo estético, que impresionan. Evidentemente pertenece a una era ya extinguida del cine argentino, el vestuario y los escenarios son de lujo y al mismo tiempo son apropiados para los personajes. En la novela se describe a menudo al Conde como un personaje salido de Las Mil y Una Noches y aquí el director Klimovsky toma esa idea y la potencia, incluyendo una toma que remite a Charles Foster Kane solitario en su Xanadú, justo cuando termina el larguísimo flashback que conforma el grueso de la película. Pero volviendo al tema de los acentos y los estilos, encontré un poco desconcertante que algunos actores parecieran salidos de un culebrón costumbrista de la televisión y que cada cual pronunciara el nombre de Villefort como se le viniera en gana (Vilfor, Villefort y Vishefort se escuchan alternativamente según el actor en cuestión sea aficionado al francés, español o porteño).-

Más allá de esa minucia, encontré la película magnífica. Lo que más me gustó (o una de las cosas que más me gustaron) es que mantiene intacta la dinámica entre el Conde y Haydée (Elina Colomer), la princesa oriental que el Conde compró en un mercado de esclavos para concretar su venganza, sí, pero también como parte de su obra de justicia. Esta línea argumental es sacrificada en las adaptaciones que reseñé anteriormente para dar lugar al desenlace querido por los realizadores en cada caso, pero aquí está presente en un tono muy similar al creado por Dumas.-

Y el otro aspecto que disfruté muchísimo es el del reparto. Los villanos están geniales, en especial Gómez Cou y Pinzón, dos actores a los que escuché nombrar muchas veces en mi casa como parte del elenco habitual de películas y telenovelas clásicas argentinas, pero a los que nunca había visto. Disfruté especialmente de la actuación de Nathán Pinzón porque Danglars es mi favorito de los villanos de la novela. Las dos mujeres en la vida de Dantés me parecieron menos interesantes (aquí Mercedes es interpretada por Nelly Menden), pero también están muy bien. Y qué decirles de Jorge Mistral. Nunca lo había visto y me sorprendió porque detrás de esa pintaza de galán de pelo en pecho (demasiado fornido para mi idea de Edmond Dantès y demasiado moreno para la idea de Dumas, pero quiénes somos Dumas y yo para quejarnos), logra una emoción y una complejidad destacables, especialmente a través de su mirada y de su lenguaje corporal.-

Esta es mi versión favorita de las tres que les traje, pero les dejo ambas para que puedan sacar sus propias conclusiones. Atención que la versión de 1934 en español que publico aquí no está completa, le faltan unos catorce minutos de escenas recortadas por aquí y por allí, pero se deja ver si la intención es formarse una idea general del tono y la estética de la película. Y para cerrar, dejo una foto de la forma en la que quedaron los dos tomos de mi versión de la novela, que estoy muy orgullosa de mi labor de anotación jeje.-







Comentarios

  1. Hola Bet
    Viendo las coloríneras anotaciones en la novela se imagina uno el grado de minuciosidad que trabajas. Intento hacer yo lo mismo y me tengo que hacer una hoja de excel sólo para saber qué significa cada color juas, juass
    Pues León Klimovsky también trabajó mucho por aquí. Y revisando en ImBD veo que mi admirada Margot Cottens tiene un papelito (no todo van a ser actores barbados).
    Comparto mucho contigo el criterio novela-película; el que quiera fidelidad que lea y si utilizas la novela no te montes otra película.
    Un saludo, Manuel.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Jaja, confieso que tengo una notita en la primera página del libro con las referencias para cada color, pero después de un par de capítulos uno ya se acuerda qué quiere decir cada cosa (después de 1500 páginas, ni te cuento).-
      Klimovsky emigró a España en los '50 (supongo que después del golpe, pero no lo he confirmado). Fue mi primer película de él y, ya te digo, me quedé con la impresión de un director detallista al extremo con la estética de la película. Ya veré si tengo oportunidad de confirmarlo.-
      Um, IMdB no trae la lista completa de elenco y personajes pero viendo el rostro de Cottens estoy casi segura de que hace de Mme de Villefort, así que si es así, tiene solo dos escenas pero bien fuertes. Se destaca.-
      Hay buenos papeles para las actrices lo que sucede es que tienen ese estilo que tenía aquí la actuación por esos años, en donde los parlamentos se recitaban con un lirismo muy poco natural. Cuesta un poco acistumbrarse... y además me distraje con Mistral, jaja.-
      Un abrazo grande, Bet.-

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  2. ¡¡¡Vamos, que de cabeza voy a la versión argentina!!! Qué ganas de ver la película de León Klimovsky.
    Me ha encantado esa fotografía del libro de Dumas con tropecientas mil anotaciones y posits. ¡Se nota que la lectura ha sido placentera!
    Respecto a la versión de Donat.
    Al menos estaba él... y su pelazo.
    Y leyendo tu texto sacas más de una secuencia hermosa.
    ¿Cuando la viste sin leer la novela, te gustó más?
    A veces pasa eso. Una película te anima a leer un libro, y descubres una joya muy diferente.
    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Noooo, la de Donat ya me cayó mal desde el primer visionado, jaja. Parte de mi impulso para leer la novela fue que tras ver esta versión me dije "la novela tiene que ser mejor que esto". En todo caso, como bien decís, al menos estaba Donat que si bien aquí hace su propia historia, siempre conmueve y divierte (y enamora) y siempre le agradeceré por llevarme a la lectura, que eso me pasó muchas veces y es un placer.-
      La versión argentina me dejó embobada, está llena de detalles de esos sobre los que uno piensa "seguro que esto no lo incluyeron" y van y aparecen. Ya me contarás cuando la veas, porque creo que tiene mucho para ofrecer como obra independiente del material original.-
      Te mando un abrazo enorme, Bet.-

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