The King and I (El Rey y yo) - Walter Lang, 1956.-
Esta película hizo por mí en 2024 lo que Singin’ in the Rain hizo en 2014: contagiarme una alegría incontenible (pese a que aborda temas muy densos, ya me referiré a ello), dejarme tarareando y bailoteando durante semanas y lanzarme en una conejera a lo Alicia en el país de las maravillas en busca de más de un conejo blanco. Sentir ese nivel de entusiasmo por una obra artística (sea una película, un libro, una pieza musical, “etcétera, etcétera, etcétera” diría el Rey de Siam) siempre es un placer inmenso y merece ser compartido en una entrada individual (las duplas de películas volverán en la próxima entrada, la cual espero que no se demore tanto como esta).-
La historia fue filmada en más de una oportunidad: una institutriz de Occidente que viaja a Oriente para enseñar a los hijos de un gobernante autocrático y termina causando un choque cultural (con un lugar más o menos considerable para el romance, según la versión). En este caso la institutriz es Anna Leonowens (Deborah Kerr), el gobernante es el Rey (Yul Brynner), la locación es Siam (hoy Tailandia) y la peor parte de ese choque cultural la llevará la pareja conformada por Tuptim (Rita Moreno), una esclava de Birmania (hoy Myanmar) ofrecida al Rey y Lun Tha (Carlos Rivas), el encargado de su traslado a Siam. Hago mención de las denominaciones actuales de los países porque la historia original está basada en hechos reales protagonizados por una institutriz británica que viajó por esas latitudes.-
Empezando por lo más evidente, la película tiene una calidad visual impactante. Filmada en DeLuxe Color y en pantalla ancha, claramente es una producción costosa en donde los decorados a cargo de Paul S. Fox y Walter M. Scott y los vestuarios de Irene Sharaff tienen un grado de detalle impresionante. Me llamó particularmente la atención este aspecto porque cuando uno piensa en la exuberancia visual de los musicales de la época de oro tiende a pensar en MGM, la fábrica de sueños por excelencia. Sin embargo, esta y otras grandes producciones de los años ‘50 (de la segunda mitad de la década para ser más precisa) vienen de otros estudios que estaban poniéndose a la altura de tan alta vara, en especial de la 20th Century Fox.-
En cuanto a la forma de contar, el director Lang tiene una larga filmografía en musicales (muchos títulos de Betty Grable) y aquí se vale de un estilo minimalista que deja hacer a sus actores. Y no es para menos, con dos estrellas que tienen una química tan maravillosa y que están aquí en su mejor forma. Brynner venía de encarnar al Rey de Siam en Broadway y de filmar Los Diez Mandamientos y Kerr había demostrado con De aquí a la eternidad que podía hacer mucho más que los papeles de “chica buena” que le asignaban habitualmente. En esta película se nota que lo están pasando genial, reaccionando el uno ante el otro, midiéndose cuando Anna y el Rey exploran su amistosa rivalidad y trabajando en equipo cuando sus personajes se alían ya sea para planificar un banquete o para aprender las danzas de Occidente.-
Otro aspecto que tiene que ver con la forma de contar y que aquí es llevado de manera maravillosa, es el de las orquestaciones dirigidas por Alfred Newman y el uso y presentación de las canciones Rodgers y Hammerstein II. Hace semanas que estoy escuchando en bucle la banda musical de la película en mi auto o mientras hago cosas en la casa y déjenme decirles que suena como los dioses y no deja nunca de sorprender. Las orquestaciones son exuberantes, están llenas de vitalidad y lirismo y comunican los sentimientos de los personajes ya sea que estén expresando amistad, amor romántico, incertidumbre o compasión. En cuanto a las canciones, Brynner canta con su propia voz (lo cual siempre se agradece) pero Kerr fue doblada por Marni Nixon (lo cual casi siempre me genera rechazo). Es bien conocido a estas alturas que Nixon dobló las voces de Kerr, de Audrey Hepburn en My Fair Lady y de Natalie Wood en West Side Story aunque en su momento nunca recibió crédito en la pantalla por eso. No diré nada sobre sus cualidades vocales, porque me excede, pero debo decir que en general encuentro dudoso el mérito artístico de estos doblajes. El cambio de la voz natural de la actriz en cuestión a la voz del doblaje en las canciones nunca pasa desapercibido y en muchos casos el acento (ya sea cockney o latino) y el rango vocal no coincide con el original. The King and I es la excepción. Aquí la transición entre una artista y la otra es perfecta, muy en el estilo de lo que Fred Astaire logró en Top Hat aunque cantando él mismo, claro está. Todo en esta película está hecho a la perfección en materia del doblaje de la protagonista y claramente ambas trabajaron estrechamente en lograr la ilusión. No es el mismo caso con el doblaje de Rita Moreno hecho por Leona Gordon, cuyas escalas de soprano no cuadran bien con la voz natural la actriz.-
Hablando de Rita Moreno, sorprende que aquí no baile. Moreno logró su papel después de que Dorothy Dandridge lo rechazara y claramente el personaje de Tuptim no fue concebido para una bailarina, pero uno se queda con la sensación de la oportunidad desaprovechada sobre todo porque la película contiene un ballet. The Small House of Uncle Thomas es un ballet que tiene lugar en el banquete que el Rey ofrece a los dignatarios británicos que visitan su reino, a los que quiere demostrar que Siam es un reino civilizado en el cual no es necesario instaurar un protectorado. Visualmente es muy atractivo y da toda la impresión (ignoro si justificada o no) de que Jerome Robbins investigó mucho las danzas tradicionales tailandesas antes de crear su coreografía. Reitero, no puedo afirmar que su coreografía replique el estilo tradicional, pero “da la sensación de” y a veces en el cine alcanza con eso. El problema del ballet no está en su calidad artística ni en el mensaje que intenta dar (creado por Tuptim, es claramente un alegato antiesclavista) sino en la pertinencia para la historia del material de base (la elección de La Cabaña del Tío Tom es curiosa) y en la interrupción que presenta para el desarrollo de la trama. Para el punto en el que el ballet tiene lugar, el espectador está enfocado en otra cosa (el Rey empezó a sentir celos de un amor del pasado de Anna que regresa y ve a la institutriz de sus hijos como una mujer por primera vez) y su inserción en la historia es cuando menos accidentada.-
Y sin embargo el ballet representa un punto bisagra en la historia porque rompe el orden establecido aún antes de que el Rey se dé cuenta por completo de lo que está ocurriendo. El Rey de Siam es un personaje fascinante, atrapado entre las tradiciones que le toca sostener como cabeza del Gobierno y del culto budista de su pueblo y el pensamiento científico que busca absorber e irradiar en su intento de comprender el mundo en el que le toca vivir y reinar. Es esa búsqueda la que lo llevó a traer una institutriz inglesa para sus hijos, en especial para su príncipe heredero, y la que guía sus interacciones con Anna al mismo tiempo que le impone prácticas que en la película son utilizadas para la comedia, como aquella de que nadie puede erguir la cabeza más alto que la suya y si el Rey tiene ganas de echarse en el suelo, pues mala suerte para su interlocutor. En sus variantes más ligeras, el choque que generan estas fuerzas opuestas resulta en el uso de servilletas en la cena o en una humorada respecto de la poligamia del Rey. En sus formas más oscuras, la película explora a partir del ballet las consecuencias de las políticas autocráticas del Rey tocando límites impensados en lo que se supone es un musical alegre y superficial hasta que llega a un final que sorprende por lo inesperado.-
Les dejaré para terminar con esta película de la que podría hablar durante horas, un extracto de la maravillosa Shall we dance. Esta escena tiene lugar después del banquete, cuando la tragedia está en gestación pero el Rey y Anna aún lo ignoran porque están ocupados descubriendo que la atracción puede surgir incluso en las personalidades más opuestas. El Rey quedó picado por los celos tras ver a Anna bailando un vals con uno de los dignatarios británicos al que conocía de su juventud (Geoffrey Toone) y después del banquete le pide que le enseñe los bailes europeos. Anna intenta distraerlo con una polka pero el Rey quiere aprender el vals y cuando ella se pierde en sus ensoñaciones de amor, olvidándose de que el Rey la observa, el romance está servido. Es muy hermosa la forma en la que el Rey aprende y se integra a la canción que Anna está cantando, primero como una forma de integrarse a la diversión, casi como un niño, pero luego como parte de su camino de autodescubrimiento, disparando así el mismo proceso en Anna. El final de este baile que hipnotiza y fatiga sólo de verlo (todos esos saltos y giros, por favor) tiene el mismo sentido extático del Night and Day de Astaire y Rogers en The Gay Divorcee sólo que aquí Brynner no se frota las manos al soltar a Kerr sino que le clava esa mirada de fuego y la saca a dar una segunda ronda de giros. Simplemente maravilloso, un momento de cine perfecto que afortunadamente podemos repetir hasta el infinito.-
Hola Bet
ResponderBorrarCuriosamente, para mí, esta pelí es en blancoynegro porque nosécuántasveces la vi cuando era un crío en la tele. Y el color tardó (un poco) en llegar.
Creo que has sido muy optimista en comparar a MI Kerr y ese tal Brynner con Rogers-Astaire. Yo hubiese puesto un trozo de "La Bella y la Bestia"; la historia es básicamente la misma y como dijo Bowie hace mucho "Smile at least/ you can't say no to The Beauty and the Beast"
Se nota que te gusta mucho la peli de hoy y de eso se trata, de bailar con quien nos lleve más allá de Siam.
Un saludo, Manuel.
Jaja, me ha ocurrido eso de las versiones que para uno son en blanco y negro a pesar de que el original sea en colores. Cuando era adolescente, estaba encantada con una comedia musical que se había estrenado en Francia por esos años sobre Notre Dame de Paris y que conocí a través del video cassette que una profesora había traído de uno de sus viajes. El problema es que los videos de Francia aquí se veían en blanco y negro, por aquello de las normas, y cuando logré verlo por fin en colores, ya era tarde. En mi memoria se había grabado el espectáculo en todo su esplendor de tonos de grises.-
BorrarAy, no fue mi intención comparar parejas, querido Manuel. Menos meterme con SU Kerr (me encanta, pero si Ud se la queda, yo voy a reclamar a Brynner y ahí quedamos contentos los dos, jaja).-
Esta película me ha encantado, es verdad. Es mi mayor descubrimiento hasta ahora en esta serie y ahora me dieron ganas de ver la versión original con Irene Dunne y Rex Harrison.-
Le mando un abrazo, Bet.-
Dios mío, Bet, yo también soy superamante de este musical. Y es que menuda química la de Kerr y Brynner (que sensualidad desprende el tío... Era el actor favorito de mi abuela paterna, anda que no sabía). Pero además qué bien contada está la historia. Es de esas películas, como Cantando bajo la lluvia, no importa verla una y otra vez, siempre te dan subidón.
ResponderBorrarGracias por traerla a este magnífico diccionario.
Beso
Hildy
¡Querida Hildy, tu abuela y yo compartimos un gusto, jaja! Brynner no es un actor que haya seguido especialmente hasta ahora, pero cuando aparece, siempre intriga y causa una impresión (las vueltas que estoy dando para no decir que, tal como decís, el tipo derrama sensualidad). Más allá de eso, su interpretación del Rey es brillante, se convierte en el Rey de una manera inolvidable y logra crear un personaje muy complejo.-
BorrarHay otra película que protagonizaron Kerr y Brynner, ¿la has visto? Yo dí con ella, pero aún no pude verla.-
Sin dudas El Rey y yo se convertirá en una de esas favoritas que volveré a ver mil veces, casi casi una "película remedio" (si no tuviera un último acto tan terrible).-
Te mando un abrazo enorme, Bet.-
Sí, Rojo atardecer (The Journey) de Anatole Litvak. ¡La química entre ambos, Deborah y Yul, es lo que mantiene esta romántica película en pie! La sensualidad de Yullll traspasa la pantalla y su oficial soviético con su dureza y romanticismo te llega al alma (o por lo menos a mí me llegó). Guardo un grato recuerdo de ella.
BorrarBeso
Hildy
Ay, más ganas tengo de verla. ¿Con quién no hacía buen equipo Kerr? Con Grant, con Mitchum, con Brynner, con Donat... era excelente, la verdad.
BorrarMás besos, Bet.-
¿Todo bien, Bet? ¡Echo de menos tu diccionario!
ResponderBorrarBeso
Hildy
¡Hildy de mi alma! No podría llegarme más al corazón tu mensaje. Está todo muy bien, solo que no he logrado reunir ganas de sentarme a escribir pero estoy casi lista para dar el empujón final a mi diccionario. ¿Viste cuando uno tarda tanto en concretar un proyecto que hacia el final va perdiendo motivación? Pues, algo así me estuvo pasando, pero sé que tengo aún muchas joyas por descubrir así que prometo ponerme manos a la obra. Ya mismo me pongo manos a la obra con una peli que me recomendaste mil veces, seguro adivinás cuál es.-
BorrarUn abrazo enorme, Bet.-
Uno de los musicales más exitosos en la historia de Broadway, naturalmente tenía que ser llevado a la pantalla. En efecto, el traslado se efectuó con esmero, lujo y todo el encanto de esta inspirada obra de Rogers & Hammerstein. Walter Lang nunca fué un maestro en este género (ni en ningún otro), aunque lo frecuentara con asiduidad. En esta ocasión, sin embargo, estuvo rodeado de verdaderos talentos que consiguieron crear un producto con las suficientes virtudes para hacerse inolvidable.
ResponderBorrarDecir que Deborah Kerr está perfecta, es una obviedad porque siempre lo estuvo en cualquiera de los papeles que le adjudicaban. En cuanto a Yul Brynner, que llegaba a esta película tras representar durante años el personaje del rey de Siam en las tablas, consiguió una memorable composición (con un toque de caricatura) que le convertiría en una de las estrellas más carismáticas de la segunda mitad de los años cincuenta y que le valdría el Oscar al mejor actor de ese año. Por cierto, LOS DIEZ MANDAMIENTOS la rodó a continuación de la que comentamos (encarnando a otro rey, o faraón).
Un saludo.
¡Bienvenido Teo!
BorrarQue tenía que llegar a la pantalla, no hay dudas, pero como con las adaptaciones nunca se sabe, siempre es de agradecer un resultado tan brillante como este.-
Hablando de Walter Lang me vino a la cabeza otro director de esos artesanos que frecuentaban varios géneros, como Michael Curtiz, que lo mismo dirigía Casablanca, como Ángeles con lascaras sucias como Navidades Blancas. Me resultan muy interesantes estos directores olvidados que uno no logra encajar en ningún género particular pero que sin dudas tenían el don de contar con imágenes.-
Deborah Kerr me ha llegado un poco tarde, por algún motivo nunca la crucé hasta mis ¿treinta tal vez? de modo que todavía me sorprende. Ciertamente, no le he encontrado a la fecha ningún papel en el cual no me impactara. Yul Brynner hizo del Rey de Siam el papel de su vida. No sólo lo modeló en el teatro antes de esta película, sino que continuó interpretándolo en la pantalla pequeña durante muchos años después. Tengo entendido que Los Diez Mandamientos se filmó antes que El Rey y yo, pero se demoró la postproducción y acabó por estrenarse después. En todo caso, Brynner pasó todo ese año en los pantaloncillos de monarcas de firme vountad, eso es seguro.-
Saludos, Bet.-
Lo he comprobado y tienes razón, Bet: Brynner inició el rodaje de EL REY Y YO tras finalizar su cometido en LOS DIEZ MANDAMIENTOS.
BorrarGracias por sacarme de un error que arrastraba hasta leer tu comentario.
Un saludo.