Momento N° 1: el comienzo imposible.-
La secuencia inicial de El ciudadano es simplemente brillante, tanto en términos estéticos como argumentales. Visualmente, nos presenta Xanadú (el feudo del protagonista) como un castillo kafkiano inalcanzable e inmutable, siempre en el mismo lugar de la pantalla y desde el mismo punto de vista y tamaño pese a que el entorno cambia y a que vamos acercándonos cada vez más. Luego, nos aproximamos a una ventana y mediante un juego de luces aparecemos en el interior del dormitorio en el que Kane (Orson Welles) pronuncia su célebre última palabra: “rosebud”. Esta presentación no es gratuita y guarda estrecha relación con el argumento de la película en tanto todo lo que sucede después de aquella señal de “Prohibido traspasar” es una perpetua invasión a la privacidad de Kane y sin embargo, hacia el final, nos queda la sensación de que todo lo que presenciamos no fue más que un juego de luces y espejos, una ilusión óptica y que la verdadera esencia de aquel hombre permaneció tan inalcanzable como ese castillo del comienzo. Esta secuencia contiene, además, una trampa: lamento señalarlo pero al momento de su muerte Kane estaba solo, su enfermera no entra sino después de que él pronuncia su última palabra. Entonces ¿quién estaba allí para escucharlo? En el flashback final, el mayordomo Raymond (Paul Stewart), afirma que él estuvo presente pero nada en esa escena delata su presencia... Aparentemente, esta “trampa” fue un error de Welles (eso sugiere Peter Bogdanovich en el audio comentario del DVD) pero si pensáramos por un momento que fue intencional, ello reafirmaría la ilusión y prefigura la tesis que el director desarrolló en F for Fake (Fraude) de 1973 acerca de la falsedad y la realidad.-
Momento N°2: la chica del parasol blanco.-
El entrevistador Thompson (William Alland) se reúne con el Sr. Berstein (Everett Sloane), un antiguo colaborador de Kane. Aquí nuevamente Welles distorsiona el espacio, esta vez para dar la sensación de que el Sr. Berstein se ha encogido con el paso de los años. En respuesta a la pregunta de Thompson acerca del significado de “rosebud”, el Sr. Berstein cuenta brevemente la historia de una joven con un parasol blanco a la que vio de lejos en el ferry, en su juventud. A lo largo de su vida (Berstein es ahora un anciano) no pasó un solo mes sin que recordara a aquella mujer anónima. “Rosebud” podría ser, por lo tanto, un recuerdo insignificante y antiguo que afloró a la mente de Kane en el último minuto de su vida. Esta escena, filmada en una única toma, siempre me conmueve gracias a la interpretación de Sloane, tan desvalido y olvidado en su despacho, simulando estar ocupado bajo la vigilante mirada del retrato de su admirado Sr. Kane.-
Momento N° 3: Kane va en busca de su juventud y en el camino encuentra…
… a quien robarle la suya. El encuentro entre Kane y Susan Alexander (Dorothy Comingore) parece un simple meetcute pero es mucho más que eso. Kane está en camino al depósito en el cual guardó las pertenencias de su madre tras la muerte de ésta cuando conoce a una joven aspirante a cantante que lo invita a su habitación. En el tocador de Susan, mezclado con otras cosas, hay un globo de nieve que luego será la única cosa que se salve del ataque de ira que sufre Kane cuando Susan lo abandona y que finalmente se estrellará contra el suelo a su muerte. Ese pequeño globo contiene una cabaña nevada similar a su casa natal y es el único nexo tangible entre Kane y su infancia interrumpida que vemos a lo largo de la película. Y tiene sentido que pertenezca a Susan porque ello explica la naturaleza obsesiva de su relación: Kane es capaz de destruir a su amada en su afán de cumplir los anhelos de la madre de ésta en la misma forma en que se destruyó a sí mismo por cumplir los de su propia madre. La vinculación entre ambos destinos es reforzada, además, mediante un recurso utilizado ampliamente por Welles en la película y que refleja sus orígenes en radio: las transiciones sonoras. La canción que Susan empieza en el salón de la pensión y termina en el pequeño apartamento que comparte con Kane recibe el aplauso de su amante y ese aplauso se transforma en el del pequeño grupo de entusiastas que escucha el discurso de Jed Leland (Joseph Cotten), el mejor amigo del protagonista, y luego en la ovación del público que asiste al acto político de Kane.-
Momento N° 4: el duelo de gigantes.-
La célebre escena entre Jed y Kane, filmada en un contrapicado extremo, es otro ejemplo de la manipulación del espacio ejercida por Welles para lograr un determinado efecto dramático. La gran dimensión de los personajes en la pantalla los hace lucir como gigantes pero, al mismo tiempo, la proximidad del cielorraso (una constante en la película) y la claustrofobia que ello genera aporta una nota de vulnerabilidad.-
Momento N° 5: la soledad de Kane reproducida hasta el infinito.-
Luego de su arrebato de ira tras la partida de Susan, Kane abandona lentamente el dormitorio infantil de su esposa y camina delante de una serie de espejos que multiplican su imagen solitaria en una toma desoladora: a partir de ese momento Kane estará terriblemente solo en su palacio atiborrado de obras de arte y chucherías acumuladas a lo largo de su vida.-
Para acompañar esta película elegí unos pimpollos de rosa (traducción al español de la palabra “rosebud”) rellenos de manzanas que espero que preparen y disfruten. Pueden consultar la receta en este vínculo: http://lacocinadeceluloide.blogspot.com.ar/2016/05/pimpollos-de-rosa-con-alma-de-el.html
¡Felicitaciones, Bet! Veo que le han nacido retoños a su blog. Me alegra que se haya diversificado. El error de Welles en "Kane" no fue intencional y (no sé si Bogdanovich lo dice) trató de corregirlo, algo posible, pues él y la enfermera eran los únicos que aparecían y era fácil. Pero "Kane" ya era una leyenda inmarcesible y le sconsejaron la dejara como estaba. La invito a darse una vuelta por la "Colcha", donde acabo de completar las reseñas sobre la Trilogía de Michael Cacoyannis sobre de Eurípides. Le debo un comentario sobre las últimas de Mr. Hitchcock. Saludos.
ResponderBorrar¡Bienvenido a este nuevo espacio, estimado Franklin! No conocía esa segunda parte de la anécdota sobre el error en el comienzo de "El ciudadano" y debo confesar que yo no me di cuenta de ello durante largos años (en efecto, creo que no advertí el error hasta que no escuché el audiocomentario), porque la potencia de la película es tal que uno no se detiene a pensar en esas cosas.-
BorrarPasaré por su blog en breve con mucho interés como siempre.-
Saludos cordiales, Bet.-
Querida Bet, ¡qué bueno tenerte de vuelta con película y receta deliciosa! Yo Ciudadano Kane ha sido una película que he aprendido a amar con los años y después de varios visionados. Me encantan los momentos protagonizados de Kane y el personaje de Cotten (adoro su personaje). Es una compleja amistad.
ResponderBorrarBeso
Hildy
¡Gracias Hildy! Ya he regresado y con muchas ganas de cocinar y seguir conversando sobre cine ;)
BorrarCoincido con vos, las escenas entre Kane y Jed son inolvidables, además de esa que elegí también me gustan mucho la escena de la fiesta en la que Jed se da cuenta de que su amigo ya no es el mismo (mientras Kane baila con las coristas) y aquella en la cual Kane termina la crítica que Jed estaba escribiendo sobre el estreno de la ópera protagonizada por Susan. También a mí me sucedió que las primeras veces que vi "El ciudadano" no me apasioné por ella y no fue sino hasta que la compré en DVD que aprendí a apreciarla. Creo que me ayudó mucho el saber más sobre ella y en eso me fue muy útil el DVD que tengo, que es muy completo. Y, en ese sentido, me encanta una película llamada "RKO 280" que recrea el proceso de producción de "El ciudadano", ¿la viste?
Un beso grande, Bet.-