Volví a reencontrarme con este magnífico musical luego de mucho tiempo y quedé fascinada por la potencia de sus números de baile, por supuesto, pero sobre todo por la enorme capacidad del trío principal (Fred Astaire, Cyd Charisse y el director Vincente Minnelli) de reírse de sí mismos y de reinventar el presente, dejando a la vez una mirada melancólica sobre el pasado.-
Astaire inaugura su tercera década en la pantalla en el rol de Tony Hunter, una antigua gloria del cine que ya no logra interesar al público y que, buscando una nueva veta en su carrera, regresa a Nueva York para protagonizar una comedia musical escrita por sus amigos Lily y Lester Marton (Nanette Fabray y Oscar Levant). Los Marton cuentan con la estrella del teatro dramático Jeff Cordova (cómo me gusta Jack Buchanan) para dirigir su obra y Jeff convoca, en su proyecto de transformar el show en una pieza de sustancia y trascendencia, a la bailarina clásica Gabrielle Gerard (Cyd Charisse) y a su novio coreógrafo Paul Byrd (James Mitchell). Cuando el espectáculo fracasa la noche de su estreno, Tony restaura la idea original y gana el corazón de Gabrielle.-
Resulta atrapante la forma en la que The Band Wagon mira hacia el pasado con melancolía al mismo tiempo que todavía encuentra elementos para pisar con fuerza en el presente. Tony Hunter refleja mucho de lo que podría pensarse del propio Fred Astaire en 1953: ya en sus cincuenta años, con una sensibilidad a flor de piel que no se veía en sus películas de los años ‘30 y primera mitad de los años ’40, aferrado a las viejas fórmulas del pasado pero con más de un as bajo la manga. Al mismo tiempo, Cyd Charisse refuerza el cambio de imagen que había comenzado con su breve pero inolvidable participación en Singin’ in the Rain. Hasta aquella película Charisse había aparecido siempre en su faceta clásica, en roles más bien lavados. En The Band Wagon todavía encarna a una bailarina clásica pero a medida que avanza la trama va subiéndole el volumen a su persona y demuestra también dotes de comediante. Vincente Minnelli por su parte presta sus zapatos a Jack Buchanan, quien en el rol del excéntrico director Cordova resulta el vehículo perfecto para que el director reflexione con humor sobre sus propias pretensiones artísticas en un medio que se inclina hacia propuestas más ligeras. Estas reflexiones no quitan una pizca de encanto a The Band Wagon sino que suman a la preparación.-
Y también resulta interesante seguir evolución de la estructura de la película, que construye de menos a más en sus números musicales, comenzando por la sencilla By Myself, pasando por momentos asombrosos como A Shine on your Shoes o Triplets hasta llegar a The Girl Hunt. Al mismo tiempo, hay una suerte de vinculación entre el comienzo y el final del dúo principal reflejado en sus vestimentas: tanto Tony como Gabrielle usan en el último número atuendos de colores similares a los usados en sus primeras escenas, lo cual me parece un detalle delicado que viene a ratificar la identidad de ambos. Han crecido, han aprendido el uno del otro, pero no se han desfigurado.-
Para terminar, hago una pequeña mención personal a mi larga relación con este número: hace más de diez años atrás, cuando vivía convencida de que no me gustaban los musicales (¡ilusa de mí!), ví por televisión un documental sobre el género en su época de oro, cuyo título nunca supe. Pese a que el tema no me interesaba particularmente me quedé mirando porque después de todo se hablaba de cine clásico. El único clip de video que me quedó grabado para siempre fue el de un hombre con traje gris bailando un ritmo de jazz con una mujer de vestido rojo. Nunca lo olvidé pero tampoco sabía cómo empezar a buscar más información. Varios años después me enamoré perdidamente de los musicales y compré una colección de cuatro DVD buscando una buena copia de Singin’ in the Rain. Una de las tres películas restantes era The Band Wagon y cuál no fue mi alegría al ver en la portada del disco la imagen de aquel hombre de gris y aquella mujer de rojo a quienes para ese entonces ya conocía por nombre y trayectoria. Siempre voy a tener esta película en un lugar especial de mi corazón por esta pequeña historia y - debo decir - que aún en este último visionado literalmente me saltó una lágrima de emoción ante la belleza de la parte central de The Girl Hunt.-
Qué emocionante tu texto, mi querida Bet. Y qué ganas de volver a reencontrarme con este musical. Tus palabras han hecho que quiera regresar a él. ¡Recuerdo cómo lo disfruté! Cuánta pasión destila tu texto y como siempre apuntas matices interesantes para disfrutar de esta película. Y es que dan ganas de ponerse a bailar como Fred y Cyd... ¡Y eso que soy bastante pato mareaoooo!
ResponderBorrarBeso
Hildy
Jaja, yo tengo un palo de escoba por columna vertebral así que siempre me emociona ver estos bailes tan magníficos. Estuve pispeando la filmografía de Charisse entre Cantando bajo la lluvia y The Band Wagon y resulta que sólo filmó una película llamada Sombrero. En Youtube hay un videíto con mala calidad de imagen pero igualmente te recomiendo ver el baile que hace en esa peli, es asombroso.-
BorrarTe mando un beso enorme al compás de la música, Bet.-