Confesión: tengo un vacío enorme en cuanto a cine argentino clásico. No se trata de que no me interese, sino de que en general no se ha hecho una tarea de conservación y/o de restauración que permita que podamos disfrutar en estos tiempos de películas producidas hace más de sesenta años. Por otro lado, la convulsionada historia argentina del siglo XX (por no mencionar la del siglo XXI) se metió tanto en nuestras manifestaciones culturales que uno tiende a acercarse con cautela a tal o cual obra. Y sin embargo el domingo pasado me encontré sumergiéndome en las profundas aguas de YouTube en busca de películas y debo decir que pasé una tarde lo más encantadora en compañía de nuevos amigos, algunos de los cuales nunca había escuchado nombrar y otros a los que conocí en su ancianidad y de pronto descubrí jóvenes y vitales. La primera película de este mini maratón y la que más me gustó fue Los ojos llenos de amor, de Carlos Schlieper (director del que nunca había escuchado, pero que me despertó un gran interés, seguramente volverá a aparecer por estos lados). Aquí les dejo mis impresiones.-
Esta película es digna discípula de las grandes screwball comedies del cine Hollywoodense de los años ‘30 y ‘40 dirigidas por nombres como Lubitsch o McCarey. La estrella de cine y teatro Aníbal Ferrán (Ángel Magaña) lo tiene todo: fama, fortuna y a Ninón (Nélida Romero), una amante apasionada que no ve la hora de divorciarse del empresario Maidana (Héctor Méndez) para casarse con él. Aníbal y Ninón son salvados de que Maidana descubra el romance antes de tiempo por la oportuna intervención de Elena (Malisa Zini), una extra huérfana, pobre y sin nada en el mundo que finge ser la esposa del astro para distraer al marido engañado. Como compensación por tan grande favor Elena pide continuar la farsa durante cuatro semanas, “un mes de vida” como ella lo llama, para que pueda probar por primera vez en su vida la experiencia de tenerlo todo. Aníbal acepta pero pronto comprueba que una simple mentirita viene llena de complicaciones.-
Sobre la base de una premisa completamente inverosímil (nadie en su sano juicio pediría lo que Elena ni lo aceptaría como Aníbal), Los ojos llenos de amor construye un edificio sólido a partir de casualidades y giros de la trama muy bien justificados. Por ejemplo cuando la madre de Aníbal, Doña Laura (Felisa Mary), llega para conocer a la nuera de cuya existencia se enteró por los diarios nada resulta más natural que su deambular de paso por el dormitorio de su hijo por cuanto el departamento en el que transcurre la acción cuenta con un único cuarto de baño al que se accede por ese mismo dormitorio. O cuando el actor engreído de las primeras escenas cae rendido a los pies de una mujer sencilla y sin falsedades que hace sus propias compras en el mercado lo creemos, porque hemos visto que en la intimidad de su hogar, en confianza con su mayordomo Claudio (Carlos Enríquez), Aníbal tiene la simpleza de un niño.-
Amén de estos aciertos del guión (escrito por Abel Santacruz sobre una obra de treatro propia), el elenco de la película no tiene desperdicios. Todas caras nuevas para mí, este grupo de actores parece formar parte de una troupe y no es de extrañar, por cuanto un breve repaso por las filmografías de cada uno revela varios títulos en común entre unos y otros. Evidentemente se sienten cómodos compartiendo pantalla y derrochan química al ritmo acelerado que les marca su director. En especial el dúo principal, Magaña y Zini, brillan en la comedia física y sorprenden en el final romántico por el grado de intimidad que logran. No hay mayor magia en el cine que aquellos momentos en los que olvidamos que estamos viendo una película y nos creemos voyeurs de una escena que no nos estaba destinada y yo he experimentado eso con el final de Los ojos llenos de amor.-
Qué bonito descubrimiento, mi querida Bet. Seguro que te vas a llevar sorpresas maravillosas (y de paso me vas a permitir descubrir a mí grandes joyas de un cine que me apetece mucho). A mí me ha pasado estos últimos años con el cine español del que he podido rescatar joyas que nunca hubiese imaginado. He tenido distintos canales, por ejemplo, un programa de televisión que ha buceado durante años por un cine difícil de ver (cine español de años 30, 40, 50...), filmoteca u otras salas.
ResponderBorrar¡¡¡¡Y es que tenemos la suerte de tener los ojos llenos de amor hacia las películas que vamos descubriendo o las que volvemos a rescatar una y otra vez!!!
¡¡¡Encantada con esta nueva serie que abres!!!
Beso
Hildy
¡Sí, muy llenos de amor!
BorrarJustamente ayer pensaba en la suerte que tenemos en estos tiempos de poder acceder a joyas largamente olvidadas. En mi caso, Internet es mi Ciudad Esmeralda.-
Creo que apenas estoy entreabriendo una puerta que me deparará muchas sorpresas y me encantará que me acompañes como siempre :)
Te mando un beso enorme, Bet.-