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Damas del período pre-code (tercera parte).-


Mae West en No soy ningún ángel (I’m no Angel) - Wesley Ruggles, 1933.-


“ - En alguna parte hay un tipo con un millón esperando
por una tipa como yo.”
Mae West en I’m no Angel.-

Leí sobre Mae West por primera vez cuando era una adolescente en una pequeña biografía de Cary Grant, pero nunca había tenido oportunidad de ver alguna de sus películas. Como parte de este recorrido por las damas del pre-code por supuesto que tenía que encontrarme con la más pre-code de todas ellas y debo decir que rápidamente se transformó en mi favorita del grupo.-
Mae West ya era famosa por sus espectáculos teatrales escandalosos para cuando llegó a Hollywood y en esta, su segunda película como protagonista, tiene el inusual crédito de autora de la historia, el guión y todos los diálogos. I’m no Angel es sin duda su show y Mae se encarga de dejarlo bien en claro.-
La película cuenta la historia de Tira (West) una bailarina/cantante/domadora de leones de un carnaval de poca monta que recibe la predicción de que se casará con un millonario de ojos marrones. Cuando necesita dinero de su jefe Big Bill Barton (Edward Arnold) para cubrirse de un oscuro episodio en el que podría verse implicada criminalmente, Tira acepta darle un giro más espectacular a su número con los leones y así, todos se trasladan a la gran ciudad causando sensación entre la gente de dinero. Tira conquista a un joven rico, Kirk Lawrence (Kent Taylor) pero pronto va hacia un pez más gordo, Jack Clayton (Cary Grant). Con lo que Tira no cuenta es con enamorarse de verdad de Jack, aunque resulta dudoso que Barton la deje abandonar el espectáculo para casarse.-
Si algo me está quedando en claro a lo largo de este recorrido es que el período pre-code estaba lleno de mujeres fuertes. Pero West era algo diferente. Empezando por su aspecto, me imagino cuán revolucionario debe haber sido que - en un medio que en esos tiempos glorificaba la sofisticación tanto como la juventud y las figuras esculturales - una mujer en sus cuarenta, con curvas reales y la dureza de quien está acostumbrada a valerse por sí misma y a decir siempre lo que piensa, se haya convertido en un éxito. Y su forma de actuar y de menearse todo el tiempo en esta película es impagable: la mujer es sexo caminando y vende su producto como nadie.-
Y si bien claramente escribió las mejores líneas de diálogo para sí misma, la película está bien construida y tanto Tira como Jack son personajes queribles, bien delineados y que se complementan bien en la pantalla y en la historia que se cuenta, de modo que West se lleva un punto extra como guionista.-
No quiero despedirme de esta película sin mencionar la maravillosa química que existe entre West y Cary Grant. Aún no he visto la primera película que filmaron juntos (She done him wrong) para comprobar si está al mismo nivel, pero al menos aquí ambos forman una pareja despareja pero de alguna forma verosímil: qué vio Tira en Jack es completamente obvio pero también es muy fácil imaginar por qué Jack se siente atraído hacia ella, sobre todo luego de la secuencia final que tiene lugar en una sala de juicio. Y Cary Grant claramente se divierte compartiendo escena con Mae West. I’m no Angel resultó en definitiva un descubrimiento delicioso.- 

Dorothy Mackaill en Safe in Hell (A salvo en el infierno) - William Wellman, 1931.-


“ - No tengo muchos amigos como para olvidar a alguno de ellos”
Dorothy Mackaill en Safe in Hell

Dorothy Mackaill se convirtió en una estrella en los tiempos del cine mudo y se adaptó sin problemas a la llegada del sonoro pero su carrera fue perdiendo impulso con el correr del período pre-code y ahora está completamente olvidada. Excepto tal vez por esta película, la más recordada de las que hizo, probablemente gracias a su director.-
Safe in Hell guarda bastante relación con Rain, ambas bien podrían hacer una buena sesión doble. La primera escenas nos presenta a Gilda (Mackaill), una prostituta que es enviada por su madama a una cita con un hombre que resulta ser Piet Van Saal (Ralf Harolde), el mismo que un año atrás violó a Gilda y la involucró en un escándalo con su esposa, empujándola a la prostitución. Gilda rehúsa un nuevo encuentro con Van Saal y para librarse de su abrazo le arroja una botella con tanta mala suerte que termina matándolo. Mientras Gilda huye, la habitación de Van Saal se prende fuego y todo el edificio termina consumido por el incendio. A la mañana siguiente Gilda decide escapar antes de que la policía la detenga cuando es sorprendida por la llegada de su novio Carl (Donald Cook), quien regresó de la Marina y descubre de pronto las novedades acerca de su amada. Pese a su rechazo inicial, Carl decide ayudar a Gilda a esconderse en una isla del Caribe que no tiene tratado de extradición con los Estados Unidos. La pareja se casa en una ceremonia improvisada antes de que Carl vuelva a marcharse con su barco y Gilda queda - promesa de fidelidad mediante - a merced de los demás huéspedes del único hotel de la isla, un grupete de fugitivos deslumbrados ante la única mujer blanca de los alrededores.-
La mano de Wellman se nota en esta película que atrapa con su clima denso, el calor pegajoso que sufren los personajes se transmite por la pantalla y nos permite identificarnos con la desolación de Gilda. Y si bien durante una parte importante del segundo acto no sucede demasiado y la actuación de Mackaill se vuelve algo tiesa, nunca perdemos el interés. Wellman utiliza su cámara para contarnos acerca de lo desagradables que son los demás huéspedes del hotel y de lo dura que ha debido hacerse Gilda para sobrevivir, aún cuando conserva un centro sensible y frágil que busca la redención.-
Wellman también saca buenas actuaciones. Nunca vi a Donald Cook en tan buena forma y destaco enfáticamente la forma en la que se retrata a los dos personajes negros de la película, Leonie (Nina Mae McKinney) y Newcastle (Clarence Muse), la pareja que regentea el hotel y que está en las antípodas de la caricatura tan habitual en este período. Y si bien hace un momento mencioné que Mackaill no me encantó, debo reconocer que cuando le toca una gran escena dramática, cumple con creces. En el final, la dignidad redentora que imprime a su personaje me conmovió en una forma que no esperaba.-

Miriam Hopkins en The Story of Temple Drake (Secuestro) - Stephen Roberts, 1933.-


“ - No pueden arrestarte por soñar.”
Miriam Hopkins en The Story of Temple Drake.-

Temple Drake (Miriam Hopkins) es una belleza sureña, nieta de un Juez (Guy Standing), que tiene más enamorados de los que puede contar. El abogado Stephen Benbow (William Gargan) está realmente decidido a casarse con ella, pero Temple lo rechaza por “ser demasiado serio”. Una noche de tormenta Temple y uno de sus pretendientes tienen un accidente de auto y terminan buscando refugio en la guarida de un contrabandista de alcohol. Todos los hombres de la morada, excepto un muchacho con algún tipo de retraso mental, acechan a Temple y la única mujer del grupo (Florence Eldrige) intenta protegerla alojándola en el granero pero a la mañana siguiente Temple es violada por el brutal Trigger (Jack La Rue), dando un giro a su vida.-
La producción de esta película estuvo sumida en el escándalo por lo osado del material y tanto su corta duración (tan solo 70 minutos) como algunos puntos sueltos en la historia permiten imaginar cuánto debieron cortar para lograr la aprobación de la censura que aún en ese período se hacía sentir. Lo que quedó es una película imperfecta pero que al mismo tiempo nos permite llenar los claros con nuestra interpretación individual.-
El personaje protagónico en sí es singular entre tantas damas del pre-code. Ni una mujer liberada, ni profesional, ni prostituta, Temple Drake tal vez se hubiera ahorrado más de una penuria de haber escogido cualquiera de estos caminos por los que hemos visto transitar a las mujeres que conocimos hasta ahora. A diferencia del resto, Temple no comanda su destino en ninguna forma ni encuentra satisfacción alguna para su deseo sexual siempre irrealizable. Tiene muchos enamorados, pero ningún amante y la Sociedad cerrada a la que pertenece, con su doble moral, le hace sentir que no existe retorno luego de sufrir una violación, que de alguna forma ha sido castigada de la peor forma por soñar con ser dueña de su propia intimidad. Por otro lado, existe una cierta ambigüedad en la forma en la que se retrata la vinculación entre Temple y Trigger: no resulta totalmente claro que Temple haya sido forzada a marcharse con Trigger o cuál es el tenor exacto de su relación, si Trigger mantiene a Temple cautiva para sí mismo o si además la fuerza a prostituirse (el lugar en el que se refugian parece un hotel pero bien podría ser también un prostíbulo).-
Jack La Rue está genial como el cruel y desapasionado Trigger pero es Miriam Hopkins quien se roba toda la atención. En las primeras escenas mantiene el tono frívolo que la historia requiere pero luego de su accidente de autos, transmite perfectamente el terror de ingresar en la guarida de los hombres que la acechan como lobos; y luego del ataque de Trigger, su inexpresividad nos revela el estado de su alma.-
En definitiva lo que queda claro es que la mayor desgracia de Temple no está en el ultraje sufrido sino en la condena social que se le impone y de la que sólo puede exonerarse luego de desprenderse del último resto de autopreservación que le quedaba.-

Kay Francis en Man Wanted (Diplomacia femenina) - William Dieterle, 1932.-


“ - Sabe, he tenido problemas con las secretarias. El trabajo es
muy impredecible. Necesita de un hombre.”
Kay Francis en Man Wanted.-

Termino este cuarteto con una nota alta. Man Wanted es una adorable comedia romántica en donde la batalla de los sexos se presenta con un giro de tuerca maravilloso y muy pre-code.-
Lois Ames (Kay Francis) es editora de una revista y lo tiene todo: es exitosa, muy profesional, adora su trabajo y tiene un marido al que ama y con el que es feliz. Lo único que le falta es un secretario que esté a la altura del trabajo y lo encuentra en Tom Sherman (hermoso David Manners, ¿por qué este hombre no se transformó en un galán de primera línea?). Tom a su vez acepta el trabajo porque ha quedado flechado con Lois, pero hay un problema: su prometida Ruth (Una Merkel) que está muy encaprichada con él.-
Me dí cuenta de que no conozco mucho a Kay Francis. Tenía en mi recuerdo una imagen de sofisticación pero al mismo tiempo de una cierta distancia o impostación y aquí encontré a una comediante relajada y entregada al juego que se le propone. Su Lois es verdaderamente feliz, no tiene un gramo de la insatisfacción de, pongamos por caso, Ruth Chatterton en Female. Y si bien es apasionada por su trabajo y las noches que no pasa trabajando las dedica a acostarse temprano, nunca sentimos que por eso esté resignando su felicidad personal.-
Lo más adorable de esta película tal vez sea la frescura con la que aborda las relaciones entre los personajes. El matrimonio de Lois y Fred (Kenneth Thompson) tiene una complicidad y una sensualidad pocas veces vistas (en general Hollywood lidia mejor con el enamoramiento que con el matrimonio); la amistad de Tom y su compañero de cuarto Andy (Andy Devine) revela su camaradería franca; el romance de Lois y Tom florece delicado y se asienta en los momentos compartidos en afinidad; y el creciente fastidio de Tom por Ruth es mostrado en una forma con la que todos podemos identificarnos ya sea con un extremo u otro de la relación.-
Por otro lado, raramente pudo verse antes o después del período pre-code que una mujer pueda tenerlo todo sin sufrir ninguna clase de castigo (real o figurado) por ello. O que esté en una posición de poder sin tener que resignar un gramo de su autoridad en pos de su relación sentimental. En ese sentido, tal vez Lois sea la más pre-code de todas las mujeres que hemos visto hasta ahora porque lo tiene todo y cuando un ventarrón amenaza su felicidad, simplemente se acomoda el sombrero y sigue adelante con el mismo ímpetu.-

Comentarios

  1. Qué tercera entrega... Y además hablas de una actriz que me interesa mucho: Miriam Hopkins. Creo que tiene una filmografía exquisita y, sin embargo, ha caído demasiado en olvido.
    No podía faltar Mae West. La película de Wellman me sorprendió en muchas cosas cuando la vi. Qué buena sesión doble propones.
    Y la de Kay Francis no la he visto y tiene una pinta estupenda. De hecho me doy cuenta de que he visto muy pocas de la filmografía de esta mujer. Pero hay una que adoro, que me parece bellísima, de Tay Garnett, One Way Passage.

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Querida Hildy, hay una biografía de Miriam Hopkins que me intriga muchísimo, me imagino que debe haber tenido una vida interesante. Yo siempre le tendré muchísimo cariño por sus papeles en Design for Living (que conocí gracias a tu recomendación) y en Dr. Jekyll y Mr. Hide, solo por eso tiene todo ganado en mi consideración.-
      En mi caso conocí a Kay Francis por Un ladrón en la alcoba (también con Hopkins, qué delicia de película) y he visto algún par más, pero nunca me dejó una impresión muy fuerte, debo decir. Aquí está genial, muy divertida y su personaje es maravilloso, no quise revelar demasiado pero tiene unos matices que me han encantado. Todavía me faltan One Way Passage y Jewel Robbery que son bastante esenciales tengo entendido.-
      Dorothy Mackaill también está bastante olvidada y trabajó muchísimo en este período y antes también. La verdad es que estoy descubriendo muchas figuras que no conocía o de las que tenía una idea preconcebida o que conocía (como en el caso de una de mis invitadas de la siguiente entrega, Marlene Dietrich) de mayores. ¡No quiero que se termine esta serie, jaja!
      Un beso grandote, Bet.-

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