Sylvia Sidney en Jennie Gerhardt (Sola con su amor) - Marion Gering, 1933.-
“ - Eres el primer hombre al que realmente he amado.”
Sylvia Sidney en Jennie Gerhardt.-
Últimamente estuve tropezando mucho con este director completamente olvidado y sobre todo con su principal musa: Sylvia Sidney. Hoy con motivo de esta serie recalé en esta película tan olvidada como su director y me enamoré de inmediato.-
Jennie Gerhardt cuenta la vida de la mujer que lleva ese nombre (Sylvia Sidney) desde su juventud a comienzos del siglo XX hasta los años ‘30. Jennie es una muchacha pobre que queda embarazada de un hombre de renombre y fortuna, el Senador Brander (Edward Arnold), con que el no puede casarse por oposición de su familia. Poco tiempo después de dar a luz a una niña, Jennie se convierte en la amante de Lester Kane (Donald Cook), otro hombre de fortuna, pero los secretos que ambos guardan deterioran la relación aunque no mutuo amor.-
Esta película es una maravilla de elipsis y economía y se las ingenia para condensar en poco menos de una hora y media treinta años de la vida de una persona, con varios giros y personajes que aparecen y reaparecen y además lo hace con una delicadeza y una redondez encomiables (sólo un cabo me quedó suelto, pero no quiero revelar demasiado de la trama). Y si bien la película no se deshace en detalles (el amor sucede porque sí, Gering y sus guionistas no se demoran explicándonos por qué sus personajes son dignos de ser amados) sí se ocupa de que la historia nos resulte humana: de alguna forma, conocemos y queremos a estos personajes.-
Incluso la dinámica entre Jennie y el Senador en la primera parte tiene sus matices favorables. En ningún momento se sugiere, pese a la asimetría de la relación, que el Senador se aproveche de Jennie y si bien ella claramente no está enamorada de él, es verosímil que lo aprecie y que encuentre razonable aceptar sus atenciones. Edward Arnold tiene además un momento de mucha ternura (de hecho, nunca lo había visto en un rol con el que fuera tan fácil simpatizar) cuando le cuenta a Jennie que cuando era joven, la mujer de la que estaba enamorado lo rechazó porque era demasiado pobre y ahora que tiene dinero, la mujer a la que ama lo rechaza por ser demasiado viejo. Luego cuando Jennie se traslada a Cincinnati para esconder su embarazo y algunos meses después de dar a luz a su hija Vesta, se emplea como criada en la mansión de la familia Kane, su relación con Lester es imperfecta, pero ¿quién es perfecto en esta película y en la vida misma? (Donald Cook es otro actor con el que he estado encontrándome mucho últimamente y mi apreciación sobre él creció mucho desde que lo conocí como el acartonado hermano mayor de James Cagney en The Public Enemy; y qué parecido a Carlos Gardel además).-
No quiero despedirme de esta película acerca de los renunciamientos de la vida y del amor eterno sin mencionar el excelente trabajo de maquillaje que hace que Sidney, Cook y Mary Astor y Dorothy Libaire en dos roles secundarios envejezcan veinte años ante nuestros ojos. Acabo de decidir que partir de hoy voy a hacer ferviente campaña para que esta película sea más conocida ;)
Carole Lombard en Virtue - Edward Buzzell, 1932.-
“ - No trates de escaparte de mí, debo obtener ese dinero para mañana por la noche.
- No lo haré Mae, honestamente no lo haré.
- Si lo haces, te juro que te mato.”
Carole Lombard en Virtue.-
La falta de confianza y el excesivo orgullo como enemigos de una relación están en el centro de esta pequeña película acerca de una ex prostituta, Mae (Carole Lombard), que intenta reformarse empezando una nueva vida con un taxista llamado Jimmy (Pat O’Brien).-
La Carole Lombard del período pre-code es una actriz todavía en búsqueda de una identidad propia, aparecen aquí y allá destellos de lo que llegaría a ser más adelante pero no está todavía en plena forma. Sin embargo, cumple con la tarea de sostener esta historia sobre sus hombros y puebla su interpretación con pequeños detalles llenos de vida: cuando quiere llamar la atención de su esposo sobre las cortinas nuevas que instaló en la casa se acerca a la ventana y con intención alisa los pliegues de la tela; cuando espera nerviosa a una antigua amiga a quien ha prestado dinero sin el conocimiento de Jimmy y descubre un fajo de billetes sobre una mesita, suspira aliviada, toma lo que se le debe y se retira dejando el resto donde lo encontró. Esos pequeños gestos llenos de naturalidad marcan la diferencia y se convierten en el centro de atención del espectador en una película que por lo demás no atrapa demasiado.-
Creo que el principal problema de la película es la falta de una verdadera conexión entre Mae y Jimmy. De veras no llego a entender porqué estos dos terminan casándose: él no está interesado en el matrimonio, tiene una teoría acerca de las mujeres que repite incluso durante sus citas con Mae (básicamente, son todas tipas que buscan aprovecharse de los idiotas y conducirlos al fracaso), no es romántico y esencialmente no confía en ella (ni siquiera la deja salir a trabajar porque piensa que podría volver a la prostitución). Sin dudas Mae pudo haber conseguido a alguien mejor. O acaso soportar a este pesado sea su boleto a la redención, quién sabe. Uno casi podría imaginar una secuela en la cual Jimmy se esfuerza por ser merecedor de su esposa. Porque Mae es realmente genial: es decidida, rápida para pensar, ingeniosa y dura como un clavo cuando las cosas se ponen feas.-
Además de su heroína, Virtue tiene como atractivo un puñado de tomas fascinantes que involucran espejos y ventanas. En la primera, Mae ve por un espejo como su amiga incondicional Lil (Mayo Methot, más recordada hoy como la chiflada segunda esposa de Humphrey Bogart) le pone unos billetes en la cartera cuando está desamparada. Esta toma se ve replicada más adelante cuando Gert (Shirley Grey), la amiga a la cual Mae le prestó dinero para pagar “una cirugía” (presumiblemente un aborto) ve el reflejo de su acreedora ingresando por la puerta. En otro momento, Jimmy yace sobre la mesa de un bar completamente borracho y detrás de él hay un cuadro que muestra a un boxeador noqueado, ambos hombres en la misma posición. Y finalmente rescato la escena en la cual Jimmy (siguiendo a Mae en su taxi cuando ésta va a un hotel de mala reputación buscando a Gert) observa a través de las cortinas cerradas de una habitación la silueta de su esposa y, luego, la de un hombre y una mujer unidos en un abrazo (más adelante Jimmy reconocerá la silueta del hombre a través de otra ventana).-
En definitiva, Virtue no es más que una pequeña película pero importante en la carrera de Carole Lombard en la medida en que fue una de las primeras, si no la primera, en la que protagonizó y tuvo la oportunidad de mostrar algún rango de emociones.-
Nota al pie: luego de la imposición del Código Hays se editó la primera escena de la película en la que Mae es condenada por prostitución a dejar la ciudad de Nueva York, eliminando así la única referencia explícita al tema. Cuando se intentó restaurar la película, las imágenes de esta primera escena no fueron halladas pero el audio sí de modo que se montó la versión que vemos ahora en la que sólo escuchamos el decreto del Juez. Si uno es un espectador desprevenido el efecto resulta intrigante y cargado de suspenso.-
Ruth Chatterton en Lilly Turner - William Wellman, 1933.-
“ - Descubrí que el mundo no está a mi servicio. Uno debe esperar su turno.
- Algunas veces tu turno nunca llega.”
Ruth Chatterton en Lilly Turner.-
Ruth Chatterton es una figura curiosa del período pre-code: llegó a Hollywood con casi cuarenta años de edad y sin ser lo que se llamaría una belleza en el sentido clásico del canon pero supo trasladar su popularidad ganada en Broadway a la pantalla grande. Al menos por unos años. Era además una personalidad interesantísima fuera de la pantalla: no sólo triunfó como actriz sino que también fue directora de treatro, tradujo obras del francés y piloteaba su propio avión de costa a costa. Y en la pantalla deja traslucir una personalidad fuerte y bien definida.-
En Lilly Turner Chatterton interpreta a Lilly, una joven de clase presumiblemente acomodada a quien en la primera escena vemos casarse intempestivamente con un “actor” (Gordon Westcott). Para la siguiente escena descubrimos que el marido de Lilly no es verdaderamente un actor sino un artista de carnaval y pocos minutos después resulta que no sólo engaña a Lilly casi en sus propias narices sino que además es bígamo, por lo que su matrimonio con Lilly no es realmente válido, aunque ya produjo la futura llegada de un heredero. Por compasión uno de los compañeros de carnaval de Lilly, Dave Dixon (Frank McHugh) se casa con ella aunque en vano: Lilly pierde el bebé y, sin posibilidades de regresar con su familia en Bufallo, sigue viaje con este marido sólo en los papeles y ambos se enrolan en la troupe de un falso gurú de la salud, Doc Peter McGill (el siempre maravilloso Guy Kibbee). En este nuevo trabajo Lilly conoce a un ingeniero desempleado ocupado temporalmente como taxista, Bob Chandler (George Brent, suspiros y corazoncitos para él) de quien se enamora y con quien planea iniciar una nueva vida.-
Esta película está llena de detalles fascinantes, aún cuando el conjunto termina siendo un poco oscuro y deprimente. En primer lugar, la dinámica entre Lilly y Dave es maravillosa. Dave es un alcohólico incurable y sin ningún futuro pero con un corazón gigante y muy leal. La interpretación de McHugh camina por la cuerda floja entre la comicidad y el patetismo. En segundo lugar la composición de Lilly en la piel de Chatterton nos permite ver cuánto ha debido endurecerse esta mujer a raíz de las desilusiones de la vida, pero también cómo aflora su vitalidad cuando vislumbra un tenue rayo de esperanza de algo mejor. Y la química que tiene con Brent (su marido en la vida real en esta época) trasciende la pantalla. En dos roles apenas menores que los principales resplandecen Kibbee (su gurú de la salud siempre enfermo es delicioso) y Robert Barrat como Fritz, otro integrante de la troupe de McGill, obsesionado con Lilly con consecuencias nefastas.-
El otro elemento de fascinación está dado por la habilidad de Wellman para contar con la imagen. No sólo el director se comunica con el espectador de esta forma sino que también los personajes lo hacen entre sí. Por ejemplo, cuando Lilly conoce a Bob y él espía de reojo sus piernas, la heroína lo mira con fastidio y se cubre con su bata; para cuando se despiden ella ya fue seducida por su despliegue de masculinidad y, de pie en el umbral, abre su bata descubriendo por completo las piernas que antes lo habían fascinado. Un poco más adelante, en un momento en el cual Bob ha ingresado a la compañía en reemplazo de Fritz y el camión en el que viaja a solas junto con Lilly queda atascado en el camino en una noche de tormenta, la sola indicación de que demorarán al menos un par de horas en rescatarlos es suficiente para que Lilly - sin mediar palabra - se pase a la parte trasera y se acueste sugerente entre los bultos. Este mecanismo es utilizado por los realizadores a lo largo de toda la película y opera de maravillas en pos de la naturalidad de la narración.-
Greta Garbo en Anna Christie - Clarence Brown, 1930.-
“ - Pueden irse al infierno los dos. Me tratan como a un mueble.
Ya verán. Siéntense. ¡Siéntense!, ¿me oyen?
Déjenme hablar un minuto”.-
Greta Garbo en Anna Christie.-
Tiendo a pensar en Greta Garbo como una estrella de cine mudo; disfruto más de su estilo en ese medio que en el sonoro pero lo cierto es que luego de Anna Christie, su primera película sonora, siguió con el mismo impulso de siempre durante el pre-code.-
En honor a la verdad, esta película me resultó un bofe difícil de digerir. Pero (siempre hay un pero, por eso estamos aquí) bellamente redimida por su final y por un camino lateral que ofrece.-
La historia es simple y en un punto da para una sesión doble con Virtue: un viejo marino sueco que eligió alejarse del mar y ahora comanda una barcaza de carbón, Chris Christopherson (George F. Marion) dejó a su hija al cuidado de su esposa y unos parientes granjeros hace quince años atrás y ahora vive con una prostituta entrada en años, Marthy (Marie Dressler). Una noche su borrachera es interrumpida por la llegada de una carta de su hija Anna (Greta Garbo) que le anuncia su llegada. Chris está convencido de que su hija es enfermera y de que lleva una vida “decente”. Cuando Anna por fin llega, con una sola mirada Marthy descubre la verdad: Anna es una prostituta que ha estado presa y luego internada en un hospital (aparentemente a causa de un colapso nervioso) y que no se amilana ante un vaso de whisky… o dos o tres. Anna oculta su realidad a su padre y se esfuerza por superar los rencores y desamores del pasado. Una noche de tormenta Chris rescata en su barcaza a tres naúfragos entre los que se encuentra Matt Burke (Charles Bickford), un marino irlandés que se enamora de Anna y pretende convertirla en su esposa, convencido de que es diferente de las mujeres que conoció en cada puerto.-
Clarence Brown tiene una filmografía interesante pero aquí no encuentra el punto de uniformidad en las interpretaciones y todos los actores sin excepción resultan atrapantes por momentos aunque mayormente entregados a la sobreactuación y al estereotipo a diestra y siniestra. Ni que hablar del ritmo de la película, algunos de sus defectos pueden achacarse a aquellos primeros años de producción sonora pero la hora y media de duración se hace eterna cuando se malgasta en detalles “de color” que no aportan a la trama.-
Dicho esto, el personaje de Anna es muy interesante y me hubiera gustado verlo en todo su esplendor. Su vida pasada es tan dura como pueda imaginarse y sus anhelos de entregarse a la reconciliación con su padre, con sus idas y vueltas, son la gema de la película. Y también su interacción con Marthy: ambas mujeres se reconocen como en un espejo en el que uno puede mirarse sin tapujos. En cuanto a su relación con los dos hombres en su vida, su padre y su enamorado, ambos son insufribles en sus esfuerzos por controlar a Anna y por suerte (y esta es la gran recompensa para el espectador) en el final Anna se decide a poner las cosas en su lugar y demostrar cuánto más que estos dos tarambanas vale.-
No tuve oportunidad de hacerlo pero creo que el mayor punto de interés de Anna Christie está en comparar esta versión con su par alemana, protagonizada también por Garbo y filmada con otro elenco y por otro director en simultáneo. Sólo pude ver escenas puntuales y me quedé con la impresión de que es una película mucho más pareja y disfrutable. Por empezar, creo que las caracterizaciones son más moderadas y naturales. Por otro lado hay algunos detalles diferentes que hablan de la influencia del Código Hays aún antes de su aplicación forzosa. Por ejemplo, en su primer encuentro tanto Anna como Marthy tienen un aspecto más identificable con el estereotipo cinematográfico de la prostituta (además de que las ojeras de Anna son mucho más visibles). En ambas versiones Anna es sorprendida por Matt mientras le teje un pullover pero en la alemana la escena comienza en el dormitorio de la joven mientras que en la americana toda la acción transcurre en la cocina. Finalmente, en la versión americana Matt le hace jurar fidelidad a Anna sobre un crucifijo y luego todos debaten un poco sobre religión mientras que ese diálogo es omitido en la versión alemana para alivio del espectador. Y en la versión americana, Anna no participa del brindis final y sólo por una fracción de segundo se la ve llevarse un vaso de cerveza a la boca mientras que en la versión alemana bebe al unísono con sus hombres. Daría para una comparación más profunda, pero uno generalmente tiene la impresión de que el cine pre-code estaba libre de toda censura mientras que a partir del primero de julio de 1934 murió la libertad creativa y se impuso la hipocresía y ninguna de las dos ideas es tan cierta. Anna Christie en sus dos versiones (pero también Baby Face en sus dos versiones y estoy segura de que hay varios ejemplor más) da cuenta de ello.-
Jo, qué serie más interesante estás realizando.
ResponderBorrarYo siento un amor especial por Sylvia Sidney. He visto bastante de su filmografía, pero la que reseñas me falta. La adoro en Una tragedia humana, La calle, Las calles de la ciudad, Tuya para siempre, Sabotaje, Furia, Calle sin salida o Solo se vive una vez. Pero todavía me faltan bastantes por descubrir. ¡Y eso siempre me provoca felicidad, pues todavía me faltan joyas por ver!
Carole Lombard es ni más ni menos que Irene Bullock, o sea que podrás suponer lo que me fascina. A Ruth Chatterton solo la he disfrutado en dos películas que me gustan mucho Barrio Chino de Wellman y Desengaño, de Wyler.
Y la Garbo, sí, es puro cine mudo, pero para mí también es muy especial en su periodo hablado. Anna Christie es pura Garbo y su misterio.
Has dejado otra puerta abierta fascinante y muy difícil de indagar... las versiones que se hicieron de distintas películas en distintos idiomas, con repartos de los países de origen, hasta que se descubrió el doblaje y el subtitulado, cuando empezó el cine hablado. Un periodo breve, riquísimo y muy difícil de acceder a él.
Beso
Hildy
Uf, pasan los años y yo sigo sin ver "La Calle" y "Desengaño" que siempre mencionamos.-
BorrarJennie Gerdhart me encantó, me pareció tan delicada y trata temas que otras películas hubieran transformado en una cuestión de todo o nada de una forma muy natural, muy similar a la manera en que transcurrimos en la vida real.-
Estoy disfrutando mucho de esta serie y aprendiendo mucho también en mis encuentros con todas estas mujeres. En algunos casos estoy confrontando mis propios prejuicios y llevándome agradables sorpresas.-
¡Ay! No me gustó mucho Anna Christie, pero no por culpa de Garbo en absoluto. Y no veo la hora de poder escarbar a fondo en la versión alemana de la peli porque sospecho que es mucho mejor. La versión española de Drácula, hablando de versiones en diferentes idiomas, es muy famosa y según dicen muy buena. Y también hay una versión alemana de Murder!, la peli de Hitchcock de 1930 pero no sé si se conseguirá fácilmente. Qué curioso ese tema... Hay dos tendencias de esos primeros años del sonoro que me intrigan mucho: una es la cuestión de las versiones en diferentes idiomas y la otra es la de los remakes de pelis mudas hechas por los mismos actores en versión sonora. La propia Garbo volvió a filmar su Anna Karenina (aunque para esa época el sonoro ya no era nuevo) y Lon Chaney hizo su única peli sonora con una remake de su The Unholly Three. Tengo entendido que John Barrymore también repitió rol con la llegada del sonoro (ya estoy vislumbrando otra serie, jaja).-
Sólo queda una parada en mi recorrido, aún restan cuatro mujeres más para encontrar ;)
Un beso grandote, Bet.-