“ - Cada día te amaré el doble de lo que te amé el día anterior.”
Marlene Dietrich en The Song of Songs.-
El período pre-code de Marlene Dietrich parece devorado por su colaboración con Josef von Sternberg. Y sin embargo escondida por allí aparece esta delicada gema obra de un director que me gusta mucho.-
Lilly (Dietrich) es una joven alemana que acaba de enterrar a su padre. Sin otros familiares, viaja a Berlin para quedar al cuidado de una tía alcohólica (Alison Skipworth). La única posesión que Lilly heredó de su padre es una Biblia de la cual la joven le leía todas las noches los pasajes de El cantar de los cantares. A poco de su llegada Lilly conoce al escultor Richard Waldow (Brian Aherne), quien convence a la muchacha de que pose desnuda para él. La relación pronto se convierte en amorosa pero Richard se acobarda ante la intensidad de los sentimientos de Lilly y “entrega” a su amante al Baron von Merzbach (Lionel Atwill).-
Intenté recordar alguna otra película clásica que alcance los niveles de erotismo de The Song of Songs y debo decir que mi mente quedó en blanco. No se trata solamente del hecho de que durante gran parte de la película tengamos bien visible en el centro de la pantalla una escultura tamaño natural que representa a Lilly/Dietrich desnuda con sus brazos extendidos y la frente bien en alto. Es todo el tratamiento que se hace del pasaje de Lilly desde la inocencia hasta el descubrimiento de la sensualidad, pasando por los momentos más sublimes y los más bajos, lo que convierte a esta película es excepcional.-
En ese pasaje, todas las variantes del amor carnal son abordadas: el irrealizado, a través de la lectura aplicada que Lilly hace de la Biblia (me queda en el tintero que el padre de Lilly le pidiera que leyera ese libro en particular todas las noches pero la película no se mete en ese jardín); el contenido que termina explotando, en el trabajo perturbado de Richard sobre su obra; el sublime en esos encuentros puros entre los dos amantes; el forzado que destruye la inocencia, en la brutalidad del Barón; el extinguido que deja celos y rencores en la relación entre el Barón y su ama de llaves (Helen Freeman); el indiferente, plasmado en las relaciones que Lilly entabla una vez que perdió a Richard.-
Y en el final, un desahogo extraordinario que le permite a Lilly empezar de nuevo y la sensación de que en el período pre-code era válido equivocarse en grande, recoger los pedazos y seguir adelante, sin castigos ni tormentos, simplemente viviendo lo mejor que se pueda.-
Tallulah Bankhead en The Cheat (El fraude) - George Abbott, 1931.-
“ - ¡Me marcó a fuego y le disparé! Le disparé y me alegro.”
Tallulah Bankhead en The Cheat.-
The Cheat tiene por protagonista a Elsa (Tallulah Bankhead), la mitad femenina de un matrimonio que causa el asombro de todos porque en este caso, las partes están enamoradas. La otra mitad es Jeffrey Carlyle (Harvey Stephens), una especie de inversionista a la espera de cerrar un trato que los hará ricos. Por ahora no lo son pero aún así Elsa no puede controlar sus gastos ni sus apuestas. De forma totalmente impulsiva pierde diez mil dólares en un casino y - para cancelar esa deuda - roba la misma cantidad de una comisión de la que forma parte, usa el dinero para invertir en la Bolsa y termina por perderlo todo. Cada vez más acorralada y sin poder confiar en Jeffrey, Elsa termina en las redes de Hardy Livingstone (Irving Pichel), un millonario que está dispuesto a darle el dinero a cambio de poseerla en todo sentido.-
Parte del atractivo de esta película está en la forma en la que está filmada, con muchos primeros planos de Bankhead que nos meten de lleno en sus pensamientos; unos cuantos planos en los que el villano amenazante habla directamente a cámara y varias escenas en exteriores a la luz de la luna en zonas costeras, lo cual no debe haber sido tan fácil en 1931. Estas escenas contribuyen a la atmósfera de sueño/pesadilla de la película a medida que Elsa se hunde cada vez más en sus excesos. Y es que Elsa es una heroína que vive inmersa en su propio Universo, liderado por el exceso: es impulsiva, vanidosa y egoísta y estas características que en principio son negativas terminan haciendo que nos pongamos de su lado. Porque quién no es así aunque más no sea algunas veces y porque el precio que Elsa paga por sus defectos es demasiado alto.-
En efecto, Livingstone no busca solamente tener sexo con ella sino convertirla en un objeto de su propiedad (vamos, el hombre guarda en un armario muñecas que representan a sus antiguas amantes). Cuando Elsa se arrepiente de su parte del trato e intenta devolverle los diez mil dólares que obtuvo, Livingstone se enfurece y la marca a fuego en el pecho, lo cual vemos a través de sombras en la pared. Elsa, para defenderse, le dispara y huye de la escena dejando el arma. Jeffrey, siempre enamorado de su esposa, está dispuesto a cargar con la culpa (y Livingstone, que no ha muerto, le sigue la corriente para no tener que confesar su responsabilidad en el episodio) pero Elsa desborda en medio del juicio seguido en su contra, exponiendo su marca. En el epílogo, vemos a la pareja compartiendo la mesa en el pequeño restaurante en el que se comprometieron dispuestos a comenzar una nueva vida.-
Aquí también como en The Song of Songs tenemos un final que nos demuestra que es posible regresar aún de los errores más grandes, del vicio y de la humillación. En el contexto social difícil en el cual fueron producidas estas películas y en el que la supervivencia estaba en juego, el cine pre-code parece decirnos una y otra vez que una segunda oportunidad no es imposible.-
Myrna Loy en When Ladies Meet (De mujer a mujer) - Harry Beaumont, 1933.-
“ - Ella quiere estar segura de que él no está cometiendo
otro error antes de permitirle abandonar a su esposa.
Entonces, ella vive con él. Eso es perfectamente natural y verosímil, ¿verdad?”
Myrna Loy en When Ladies Meet.-
Esta fue la primera película que Loy protagonizó tras abandonar un período en el que mayormente le eran asignados roles de mujeres exóticas y/o villanas. Aquí es Mary Howard, una autora de novelas que desde hace un año mantiene un romance secreto con Rogers Woodruf (Frank Morgan), su editor quien es casado. Mary está siempre cercada por un grupete de amigos que han adivinado su secreto: Jimmie (Robert Montgomery), un eterno pretendiente siempre rechazado por Mary y Bridget (Alice Brady en un rol que anticipa el de la Sra. Bullock en My Man Godfrey). El círculo se completa con el protegido de Bridget, un músico llamado Walter (Martin Burton) que podría o no estar teniendo un romance con ella y/o ser homosexual. Como parte de una estratagema para exponer el romance entre Mary y Rogers, Jimmie invita a la esposa de éste a un fin de semana que todos pasarán en el campo, pero sin revelar la verdadera identidad de la dama interpretada por Ann Harding.-
When Ladies Meet es una película terriblemente imperfecta, pero me interesó traerla a este espacio porque Myrna Loy es una de las figuras más prolíficas del período pre-code y cuando la conocí en The Best Years of Our Lives no tenía idea de ese pasado. Sin dudas la próxima vez que vea ese abrazo entre Loy y Fredric March sentiré una emoción más profunda al pensar en las versiones pre-code de esas estrellas de mediana edad y tan recatadas.-
Uno de los defectos que tiene la película en mi opinión es que su centro está desbalanceado. Alice Brady tiene una cantidad descomunal de tiempo en pantalla y de primeros planos, cuando su personaje no aporta más que remates cómicos a la historia (y llega un punto en que por excesivos tampoco son tan cómicos). Por otro lado, una vez que aparece Harding (quien tiene el mayor puesto en los créditos) la historia y la atención del director se inclinan hacia ella, pero tampoco me resulta tan interesante como personaje como para cargar con la película sobre sus hombros. Es simplemente la buena esposa y desde ese lugar resulta más bien simple y opaca. Y ni que hablar del personaje interpretado por Robert Montgomery, qué imbécil... El eje de la historia debió haber sido el romance entre Rogers y Mary y esencialmente, la figura moderna y al mismo tiempo un tanto ingenua de ésta; pero ante la desorientación del director nos queda a nosotros como espectadores la tarea de separar la paja del trigo.-
El otro aspecto interesante, además de la figura de Mary, es que la película plantea de una forma directa y sin ambigüedades no sólo la infidelidad sino también la convivencia pre marital. En un momento inclusive Mary hace la diferenciación entre una “querida” (lo que ella no es) y una “amante” (su caso), en el sentido en que ella se vale por sí misma, tiene una carrera por su cuenta y bastante exitosa por lo que se ve. Frente a esta forma de vida tan moderna, los intentos de Jimmie por destruir ese entendimiento resultan más que odiosos y no se ven redimidos por el resultado final. Resulta también interesante la camaradería entre las mujeres del título que, si bien parece un poco apresurada en el sentido en que en la película es instantánea (Mary y la Sra. Woodruf se conocen, se agradan mutuamente, cantan una canción en el piano y deciden organizar una pijamada con cigarrillos y discusiones profundas, todo de inmediato), deja bajo buena luz la franqueza femenina por oposición a las maquinaciones de los hombres de la película.-
Como un asterisco aparte me quedó la agradable sorpresa de ver a Frank Morgan (el Mago de Oz en persona) en un papel de galán maduro capaz de arrebatar a Myrna Loy de los brazos de Robert Montgomery.-
Jeanette MacDonald en Don’t bet on Women - William K. Howard, 1931.-
" - No hay virtud en que una mujer sea buena
si nunca tiene la chance de ser mala”.
Jeanette MacDonald en Don’t bet on Women.-
Me costó mucho definir esta última película porque llegado este punto descubrí que estaba recalando mayormente en dramas cuando el pre-code también tuvo muchas y muy divertidas comedias (y musicales también, pero por su naturaleza esencialmente colectiva me temo que han quedado fuera de esta selección sobre mujeres dominantes de la escena). De modo que salí corriendo a encontrar un sustituto de último momento para la película que ya tenía elegida y encontré esta pequeña historia completamente olvidada.-
Don’t bet on Women trata sobre un divorciado rompecorazones, Roger Fallon (Edmund Lowe en un rol en el que no puedo evitar imaginar a mi adorado John Gilbert, hubiera estado genial) que tiene una teoría: todas las mujeres son malas, hedonistas, y ninguna resistiría sus besos. Roger no siempre pensó así, claro, pero luego de sanar su propio corazón roto resolvió no volver a bajar la guardia. Roger se encuentra circunstancialmente con el banquero Herbert Drake (Roland Young) que tiene otra teoría: todas las mujeres son domesticables bajo la rienda del hombre apropiado. Estos dos seres obtusos resuelven hacer una apuesta, diez mil dólares si Roger logra besar en el plazo de 48 horas a la primera mujer que se les acerque durante una fiesta. La mala suerte de Herbert es tal que esa mujer no es otra que su esposa Jeanne (Jeanette MacDonald). Enterada de la apuesta por su compinche Tallulah (Una Merkel), Jeanne decide jugar el juego y ponerse a sí misma a prueba.-
Gracias al cielo por Jeanette MacDonald por salvar esta película; hasta su primera aparición no se trata más que de hombres sentados hablando sobre las mujeres esto, las mujeres aquello, pero luego todo cambia y las cosas se ponen interesantes. En primer lugar, descubrimos que las palabras de Herbert sobre domesticar a su esposa sólo llegan hasta cierto punto. Jeanne tiene suficiente carácter como para manejarse sola, gracias. Por otro lado, el hecho de que ella conozca los términos de la apuesta hace todo mucho más interesante. El recurso es muy familiar en el cine a estas alturas, pero cuando el objeto de la apuesta conoce y acepta la situación se convierte en la dueña de la trama (y además MacDonald es demasiado chispeante como para hacer de damisela en peligro). Hay además un matiz muy delicado en Roger, quien al enterarse de que todo girará en torno a la esposa de su contrincante ofrece galantemente deshacer el pacto pero es la propia Jeanne la que impulsa que el plan siga adelante y tienta a Roger para que haga sus movidas de seducción. Esto termina transformando a Roger en víctima de la situación, porque en el transcurso se da cuenta de que se está enamorando de Jeanne. Hay también algo de cosificación en las maniobras de Herbert, quien abiertamente usa a Roger como galán alquilado para poner a prueba la virtud de su esposa.-
Curiosamente, aunque esta trama se ha visto muchas veces hasta el final estuve intrigada sobre la resolución de este triángulo tan particular. Y aún ahora no estoy tan segura. Don’t bet on Women tiene un maravilloso y sexy final abierto. Definitivamente Jeanette MacDonald en su versión pre-code merece ser redescubierta.-
Guau, qué pedazo de serie te ha quedado.
ResponderBorrarQué ganas enormes de ver El cantar de los cantares después de leerte. Sí, ya sabes que me gusta también Mamoulian. De esta peli he leído, pero no la he visto. Qué grande, Marlene.
Tampoco he visto las demás películas reseñadas, pero todas tienen motivos interesantes para verlas y rescatarlas.
A la Tallulah Bankhead cinematográfica ¡la conocí por Hitchcock! A Myrna Loy la adoro como Nora en The Thin Man. ¡Ay, Jeanette MacDonald, qué bien está también en las operetas de Lubitsch!
¡Cuántas actrices has traído en esta serie pre code! Y cómo merece la pena meterse en sus carreras cinematográficas.
Beso
Hildy
¿Sabés que estoy un poco triste por haber llegado al final? De todos modos, me han quedado varias en el tintero (Claudette Colbert, por ejemplo, u otras no tan conocidas hoy en día como Constance Bennett, o las que no asocio tanto con el pre code como Bette Davis o Katharine Hepburn), así que en cualquier momento ¡reedito la serie!
BorrarDietrich está genial en esta película, de verdad le creés cuando te cuenta que es una joven ingenua e inexperta en las primeras escenas.-
Tallulah Bankhead también se me presentó por primera vez como la genial Connie Porter en Náufragos y Jeanette MacDonald como la media naranja de Maurice Chevalier en sus aventuras románticas bajo la batuta de Lubitsch, pero me abstuve de andar por esos lados aquí porque no veo que ella domine en esas películas sino que es un dúo bien balanceado (como contrapartida, me ha quedado el querido Lubitsch fuera de esta serie, pero ya habrá oportunidad de visitarlo). Por suerte, esa decisión me llevó a esta película que es una delicia una vez que levanta vuelo.-
Aún no he visto ninguna peli de The Thin Man, estoy esperando reunirlas todas para darme una panzada. Sólo he escuchado buenas referencias así que estoy expectante.-
¡Ay! se terminó la serie y sobreviví con solo un día de retraso, todo un record para mí haber mantenido la frecuencia. Estoy extenuada, jaja.-
Gracias por haberme acompañado, seguiremos viaje por otros lados.-
Un besote, Bet.-