Mi última entrada en esta serie se refiere a una película mágica que recrea en la forma más original posible la idealización que hacemos del pasado y - con total relevancia para esta serie - particularmente de los años ‘20 en el epicentro de todo lo que esta década implica: París.-
Gil (Owen Wilson) es un guionista de Hollywood que sueña con convertirse en novelista y mudarse con su prometida Inez (Rachel McAdams) a París para emular a sus ídolos del pasado Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald y compañía. El único problema es que Inez no comparte sus aspiraciones y a medida que transcurre la breve vacación de la pareja con los padres de ella (Kurt Fuller y Mimi Kennedy) en París las diferencias irán acentuándose. Contribuyen en el distanciamiento de la pareja dos factores: el encuentro con Paul (Michael Sheen), un pedante profesor universitario del cual Inez estuvo enamorada y un pequeño fenómeno fantástico que opera a medianoche y que le permite a Gil viajar en el tiempo hacia ese mismo París, pero en los años ‘20. A cualquiera le sucede, ¿verdad?
No pretendo inventar la pólvora al decir que esta película es por supuesto una obra maestra increíble (aunque tal vez no esté de más decirlo, en estos tiempos se ha puesto de moda vilipendiar a Woody Allen). Sólo la originalidad de la historia basta para que valga la pena darle una mirada, pero además la película es de una belleza superlativa, con un uso muy cuidado del color y una recreación de época para sacarse el sombrero.-
Y pese a todo este valor, la gloria de Midnight in Paris no está en su estética sino en el trabajo de sus actores. Yo no sabría explicar cómo se logra, pero Allen siempre parece haber caído con su cámara en una situación que se estaba desarrollando en la vida real. Siempre hay una naturalidad en la forma en la que los personajes se comunican tanto con la palabra como con sus gestos y miradas que yo no recuerdo haber visto en las películas de otro director y que es una delicia. Como centro del elenco encontramos a un Owen Wilson genial como álter ego del director. A su alrededor, un puñado de actores brillantes dan vida a los contemporáneos de Gil mientras que un inmenso grupo de caras conocidas se vuelca en cuerpo y alma a la tarea de traer del pasado a los ídolos artísticos del protagonista (Corey Stoll como Hemingway y Adrien Brody como Dalí nunca fallan en arrancarme la risa) y a una bella mujer de la que Gil (y Picasso y Hemingway) se enamorará(n), Adriana (Marion Cotillard).-
De alguna forma Midnight in Paris no sólo es un canto de amor a la ciudad de las luces en su apogeo sino que también opera como una oda a la insatisfacción. En un tiempo en el que se nos dice todo el tiempo que debemos practicar la gratitud por lo que tenemos, en Midnight in Paris únicamente quienes están insatisfechos con su presente pueden ver la magia de la ciudad, pero sólo lo logran cuando empiezan a encontrar lo que buscan (Gil tiene su primer viaje en el tiempo cuando se separa de Inez para caminar por su cuenta, algo que no había hecho antes en la película; y Adriana tiene su propia experiencia cuando Gil la besa por primera vez). Y en lugar de caer en el lugar común de la insatisfacción permanente, de esa sed que nunca alcanza a saciarse, Allen hace que su héroe capitalice su experiencia en una transformación de su vida en el presente. La realización de sus sueños no suspende el contacto de Gil con la realidad ni lo deja eternamente insatisfecho sino que le permite seguir adelante. Y encontrar un nuevo milagro de medianoche, esta vez verdadero y palpable.-
Qué ganas de volver a verla.
ResponderBorrarRecuerdo la sensación tan buena que me dejó en su día.
Y ahora con tu texto, he revivido esa sensación.
Qué viva los años 20.
A mí siempre me han llamado la atención. Los del siglo XX.
A ver qué nos deparan los del XXI. ¡Vamos a vivirlos!
Beso
Hildy
Yo no la veía hacía tiempo y lo disfruté muchísimo. Creo que es una de esas pelis que podrían verse con el volumen cerrado y aún así se entendería perfectamente la dinámica entre los personajes con sólo ver sus miradas y la forma en la que Allen coloca a sus actores dentro del cuadro. Es una genialidad total.-
BorrarAy, los nuevos años veinte no sé si me entusiasman tanto... creo que tienen en común con los últimos el hecho de que ambos parecen anticipar tiempos oscuros, pero esperemos que la experiencia de la Historia nos ayude a sacar el pie del acelerador antes de repetir desastres del pasado. Me encontrás un poco desesperanzada con el porvenir de la Humanidad pero no quiero darte una impresión errada, estoy muy contenta en términos individuales, es el mundo el que me espanta jaja.-
Aprovecho para contarte aquí que vi "Remember the Night" y me encantó. Me recordó a una peli que reseñé hace mucho, "Where the Sidewalk ends" que debería revisitar y que tiene un final en el mismo sentido. Me falta ver todavía una película del dúo Stanwyck-MacMurray, qué hermosa pareja de cine (y debo decir que se me cae la baba por él, no sé porqué me resulta tan sexy).-
Calculo que sólo me queda una entrada este año y seguramente será este fin de semana así que me despido por ahora deseándote una hermosa Navidad, rodeada de afectos, del cálido recuerdo de los que ya no están y de mucho, mucho cine.-
Un beso enorme, Bet.-