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Bonus track: A Bronx Tale.-


Luego del sabor amargo que me dejó Goodfellas no pude resistir la tentación de volver a ver A Bronx Tale, una película que hacía mucho que no veía, cuyo final no recordaba y volvió a pegarme como si fuera mi primer visionado y que en mi cabeza conectaba con aquella otra historia en cuanto ambas narran la fascinación de un jovencito con los mafiosos de su calle en los años ‘60. Claro que ambas tramas no podrían ser más diferentes (primera gran diferencia: Calogero en A Bronx Tale no se involucra con la Mafia, como sí lo hace Henry en Goodfellas) pero tienen muchos disparadores en común y me resultó interesante compararlas.-
En este caso, el narrador es Calogero Anello (interpretado por Francis Capra y por Lillo Brancato), quien recuerda episodios de su infancia y adolescencia en el Bronx durante los años ‘60. En esos años de formación dos hombres se convierten en los pilares de su vida: su padre, Lorenzo (Robert De Niro), un conductor de colectivo querido por todos, recto y honesto hasta el último hueso; y Sonny (Chazz Palminteri), el capo mafioso local, siempre bien vestido, respetado (¿temido?), al que no se le escapa nada de lo que ocurre en su pequeño reino. Ambos hombres antagonizan entre sí y se mantienen a distancia, pero tienen en común el amor por “C” (como es apodado Calogero por todos - excepto por su padre - a instancias de Sonny).-
El primer aspecto que quisiera destacar, porque es el que más me ha impactado, es el alma que tiene esta película. De Niro en su debut como director camina con destreza en la delgada línea entre la descripción objetiva y el retrato amoroso de sus personajes, y por cierto que los quiere pero nunca glorifica sus actitudes. Después de todo, quien cuenta la historia es un Calogero adulto que rememora episodios que en su momento no siempre comprendió (“ya lo entenderás cuando seas grande” le repiten incesantemente tanto su padre como Sonny) y que muchas veces lo tuvieron por espectador y no por protagonista. Y también se advierte que De Niro no sólo quiere a sus personajes sino también a sus actores: los deja hacer, no es un director invasivo y gran parte de la emoción de la película reside en miradas que muchas veces ni siquiera tienen un primer plano que las destaque, están allí para que las captemos lo cual también revela respeto por el espectador.-
Otra característica fascinante es la gran cantidad de eventos ficticios e históricos que la película abarca; no hay un sólo momento ocioso y sin embargo el guión (a cargo del propio Palminteri sobre una obra unipersonal de su autoría que moriría por ver) respira, tiene tiempo para mostrar pequeños momentos de color como el de aquellos muchachos que buscan un viaje en colectivo gratis o el grupo de amigos de Calogero, fascinados desde niños con los gangsters del barrio, a quienes imitan como juego. La película se demora en estas escenas, pero al mismo tiempo no las desaprovecha sino que las utiliza para mejor desarrollar a sus personajes. Y va aumentando su ritmo progresivamente, hasta llegar a una secuencia final frenética en la que muestra una noche larguísima llena de altibajos, con los altos muy altos y los bajos… mejor ni hablar.-
Pero más rico aún, la historia está atravesada por eventos de resonancia histórica y es que la trama transcurre en los convulsionados años ‘60 (período que cada vez me intriga más) y allí están las disputas entre grupos de gangsters a los tiros en la calle y a pleno día, los grupitos de jóvenes que se juntan en una esquina para vocalizar, las tardecitas en el balcón porque todavía no hay aire acondicionado en los departamentos y más tarde, los grupos de motociclistas, la integración racial, la violencia generada por quienes se aferran al pasado y la esperanza de quienes ven a la persona más allá de su color de piel.-
Llama la atención en A Bronx Tale la virtual ausencia de personajes femeninos relevantes. Hasta la aparición de Jane (Taral Hicks), la enamorada de Calogero, el suyo es un mundo de hombres (C tiene a su madre, interpretada por Kathrine Narducci, pero no es un personaje que tenga demasiado relieve). De hombres trabajadores como su padre, pero sobre todo de hombres que se pasean por la calle como si fueran sus dueños, de hombres que chasquean los dedos y obtienen lo que quieren, de hombres que no usan sus nombres sino apodos, de hombres que apuestan y que también son supersticiosos (en una escena inolvidable, Sonny va haciendo meter en un pequeño baño a todos lo que él cree que podrían traerle mala suerte), de hombres que tienen mil palabras pero que también saben despejar una duda de años con un monosílabo y una mirada penetrante (atención a un cameo especial en el final de la película).-
Esta ausencia de mujeres me llevó a imaginar la vida solitaria de Sonny, quien no parece tener familia, tan solo una mujer que parece una novia aparece brevemente hacia el final, y de alguna forma creo que envidia secretamente a Lorenzo.-
No quiero terminar este texto sin referirme a otros dos aspectos. El primero es el reparto. No hay una sola nota en falso, pero lo que más me intriga es saber de dónde sacaron a un muchachito tan parecido a Robert De Niro para encarnar a Calogero en su adolescencia. El segundo, es la representación de la violencia en esta película. Hay violencia explícita filmada con criterio estético, pero no hay como decía anteriormente, una glorificación de la violencia. E incluso la violencia “justa” por ponerle un nombre, la que ejerce Sonny para dar una lección a los motociclistas que amenazan con destruir su bar, está matizada por el horror que causa en C toda la situación. Hacia el final la película hace una declaración bastante fuerte acerca de la forma en la que los actos del pasado vienen a pasar factura (las inevitables vendettas), pero también deja en claro que los personajes que hemos conocido no son héroes míticos. Esta no es más que una entre tantas historias del Bronx.-  

Comentarios

  1. Con tu texto has hecho que tenga muchas ganas de volver a verla.
    Recuerdo que en su día me sorprendió la sensibilidad de De Niro para contar la historia.
    Hizo que me llegara lo que quería contar. Me apetece reencontrarme con De Niro (siempre me gusta) y con Palminteri. Siempre me gustan esas historias que recuerdan la infancia.

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Es curioso que no se haya adentrado aún más en ese camino de director, ¿verdad? Tiene sólo dos películas en su filmografía como director y creo que no he visto la segunda.-
      Yo no veía la peli hace muchísimo tiempo y si bien la recordaba bastante bien (tiene momentos que se quedan con uno, como la prueba del seguro del auto o esa imagen imborrable de Palminteri manejando todo el camino marcha atrás como si nada, cada vez que yo me excedo en los metros permitidos para circular marcha atrás o veo a alguien haciendo lo mismo, me vuelve esa escena a la cabeza), se me había borrado por completo el final. Y la comparación con Goodfellas se me hizo inevitable, qué puedo decir...
      Te mando un beso enorme, Bet.-

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