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Historias del sonoro (segunda parte).-

Otro de los fenómenos que se dieron durante los primeros años del cine sonoro fue el de hacer remakes de antiguos éxitos del cine mudo para asegurar buenas historias en esos tiempos de confusión. Fueron varias las estrellas que volvieron a ponerse en la piel de antiguos personajes, como George Arliss (The Green Goddess, 1923 y 1930), John Barrymore (The Sea Beast, 1926 y Moby Dick, 1930) y nuestro héroe de hoy, Lon Chaney quien en 1930 filmó su primer y único film sonoro The Unholy Three, nueva versión de la película del mismo nombre de 1925.-

The Unholy Three (El trío fantástico) - Tod Browning, 1925; Jack Conway, 1930.-


Cuatro ladrones de joyas más un plan demencial más un simio hambriento igual una peli entretenidísima con o sin sonido.-
El Profesor Echo (Lon Chaney) idea un plan “diabólico” como tapadera para él mismo y su banda de secuaces: Rosie la carterista (Mae Busch en 1925, Lila Lee en 1930), Hercules el hombre forzudo (Victor McLaglen en 1925, Ivan Linow en 1930) y Tweedledee el enano (Harry Earles). El plan consiste en montar una tienda de venta de pájaros bajo identidades falsas para detectar potenciales víctimas adineradas. Cuando uno de esos robos sale mal, la banda se refugia en una cabaña escondida en medio del bosque mientras el dependiente de la tienda, Hector (Matt Moore en 1925, Elliott Nugent en 1930) es acusado por el crimen. ¿Dónde entra el simio hambriento? Aguarden al tercer acto de la película y lo verán...
La primera sorpresa en esta sesión doble sigue siendo, aún después del primer visionado, la transformación de Lon Chaney en la abuela O’Grady, su identidad secreta como titular de la tienda de pájaros. Chaney se convierte en la anciana ante nuestros ojos, entrando y saliendo del personaje dentro del personaje según la situación lo requiera y aprovechando sus dotes como ventrílocuo para mejor engañar a los ajenos a su plan. En este sentido, The Unholy Three pide a gritos el sonoro (¿cómo perderse a Chaney imitando todas estas voces?) pero al mismo tiempo funciona perfectamente en el período mudo gracias a la dirección de Browning.-
Así, allí donde la versión sonora gana al incorporar… bueno, el sonido, y con los cambios de reparto, la versión muda es superior en cuanto a la relación de Chaney con la cámara y a la construcción del suspenso en una escena crucial que transcurre en una sala de juzgado. La confianza de Browning en su protagonista (y probablemente la falta de presión de resolver las situaciones por el diálogo en lugar de hacerlo mediante la imagen) crean tres momentos imperdibles. En el primero, Echo y Rosie discuten en un claro del bosque (como es costumbre, Chaney ama a una protagonista que a su vez está enamorada de un hombre más joven y apuesto) y él le pega una cachetada. El pasaje de la ira a la desazón y el arrepentimiento es comunicado por la expresión de Chaney en un largo plano que le da tiempo para desarrollar esas emociones a través de su rostro y sobre todo de sus ojos. En el segundo, Echo intenta pasar un mensaje a Hector en pleno alegato del fiscal que lo acusa por el crimen cometido por “el trío fantástico” y el papel pasa por varias manos a riesgo de no ser leído nunca. Esta escena cargada de suspenso tiene mucha más potencia en la versión muda que en la sonora y da la sensación de que Conway quiso apurar una escena carente de diálogo significativo (se escucha de fondo el alegato del fiscal, pero el foco de atención no está allí) donde Browning construye un punto crucial de la historia. El tercer momento ocurre en el mismísimo final. Sin adelantar demasiado diré que el epílogo de la historia es diferente en cada versión (en cierto modo, la versión de 1925 tiene un final más precode que la versión precode) y que mientras que la versión sonora reposa mucho más en el diálogo que en la imagen, la versión silente nos regala un momento de melancolía perfecto.-
Con todo esto no quiero decir que la versión sonora sea inferior desde el punto de vista de la dirección. Por el contrario, Conway logra que esta película fluya como pocas piezas de este período temprano.-

Comentarios

  1. ¡No he visto ninguna de las dos versiones! Esta serie es una joya. Además de encontrarse con Lon Chaney y Tod Browning en la versión muda, pues los dos formaron un dúo creativo con películas brillantes.
    Sí, es curioso el fenómeno que planteas esta vez. Hollywood era una industria, así que recurrir a éxitos del mudo, les aseguraba como dices que por lo menos contaban con una buena historia... ¡y a ir aprendiendo a adaptarse al sonido!
    Me ha llamado mucho la atención ver la filmografía de Jack Conway, llena de curiosidades. Sobre todo darme cuenta de que dirigió muchas veces a la malograda Jean Harlow.

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Es imperdible la versión sonora, querida Hildy, porque fue la única peli sonora que filmó el pobre Chaney. A mí me sorprendió mucho además la calidad de esta película en el contexto de su época. No parece una película de 1930 sino posterior.-
      Me duele un poco esa tendencia a tomar éxitos del pasado si pienso en nuestro querido John Gilbert. Imaginate cuán diferente hubiera sido la historia si para su debut en el sonoro se hubiera elegido alguno de sus antiguos éxitos y a un director capaz de guiarlo. Me he ido de tema, jeje. Vuelvo... recomiendo en definitiva ambas versiones. Las dos tienen muchos méritos para su disfrute.-
      Te mando dos besotes enormes en versiones silente y sonora, Bet.-

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