Nuevamente un Cary Grant en plan “tercero en discordia”, como habíamos encontrado en Sinners in the Sun. Y aquí como allí, no conviene acercarse a esta película con la expectativa de encontrar a Grant por montones sino sabiendo que Merrily we go to Hell es un brillante drama sobre un matrimonio aplastado por el alcoholismo de uno de sus integrantes. El dúo en cuestión está formado por Joan (Sylvia Sidney) y Jerry (Fredric March) mientras que Cary Grant interpreta a uno de los amantes de Joan en una breve aparición en la segunda mitad de la película.-
Joan y Jerry se conocen en una fiesta en la que la primera huye de un intento de abuso y el segundo está completamente borracho. Con este poco auspicioso comienzo, se forma una conexión especial entre ambos tal vez porque Jerry es encantador y dulce y Joan no lo juzga y busca una salida a la jaula de oro en la que creció. Estas características serán centrales para la vida en común de la pareja porque son tanto el secreto de su éxito como el motivo de su destrucción: durante un cierto tiempo todo marcha sobre ruedas en el matrimonio, mientras Jerry trabaja en completar su obra de teatro y en mantenerse sobrio y Joan hace las veces de ama de casa hacendosa dejando de lado la vida de lujos que tenía de soltera. Sin embargo, todo se viene a pique cuando Jerry logra la producción de su obra, con el protagónico nada menos que de la actriz que le rompió el corazón en el pasado y lo volcó al alcoholismo, la bella (y maléfica) Claire Hempstead (Adrianne Allen). A partir de allí, Joan decide jugar el mismo juego que Jerry y se entrega a un “matrimonio moderno”, es decir a un torbellino de alcohol y relaciones casuales que no puede sino acabar mal.-
Lo demoledor en Merrily we go to Hell es el camino de autodestrucción en el que se mete Joan cuando comprueba que Jerry la traicionó con Claire. En una secuencia central en la película, Jerry es llevado a casa inconsciente por su amigo Buck (Skeets Gallagher) y murmura el nombre de Claire, confundiéndola con Joan. Esa es la gota que derrama el vaso y que impulsa a Joan a emborracharse para mostrar a Jerry cómo se ve cuando está en ese estado. Lejos de enseñar una lección a su marido, éste se toma el asunto a risa y le pide a Joan que lo frene para no correr a los brazos de Claire, pero Joan rehúsa a actuar como carcelera y le abre la puerta. A la mañana siguiente cuando Jerry regresa a casa, Joan le explica que decidió quedarse y ser una esposa “moderna”, es decir, vivir su vida en forma independiente y a lo sumo tomar un antidepresivo en la mañana, como dice la propia Joan en una escena posterior.-
En una primera aproximación puede ser un poco difícil comprender y simpatizar con los dos protagonistas. Jerry puede ser exasperante y en lo personal creo que Joan debió haber salido corriendo al primer desplante o al primer “Eres fantástica”, la muletilla de Jerry. Pero al mismo tiempo Fredric March y Sylvia Sidney tienen tanto carisma y tienen una química tan perfecta que es imposible no enamorarse de sus personajes. Jerry tiene además una virtud como personaje y es que no tiene maldad, el daño que causa lo hace sin intención. Y tiene dos amigos de lujo en Buck y Vi (Esther Howard), a modo de recomendación. Lo destacable respecto de estos amigos es que son compañeros de copas, sí, pero a diferencia de Jerry saben cuándo parar. Y Joan conmueve en su convicción de la valía de Jerry y en su desesperado intento de seguir el ritmo propuesto por su marido.-
Merrily we go to Hell es cómica por momentos, a veces romántica y muchas otras conmovedora, en especial en el final cuando Jerry y Joan sean puestos a prueba por todos los obstáculos posibles en su relación: la distancia, las influencias externas y la muerte.-
Ya sabes, queridísima Bet, lo que me gustó esta película y tú ahora me la refrescas. Qué pareja de actores maravillosos Fredric March y Sylvia Sidney. Leyéndote me han entrado ganas de verla otra vez. Además qué interesante es su directora Dorothy Arzner, una mujer dirigiendo en el sistema de estudios de Hollywood, cuando todos eran hombres.
ResponderBorrarEn fin, que es una película muy muy muy recomendable. Y encima se ven los primeros pinitos de Grant. ¡Es que es todo un lujo... y precode!
Beso
Hildy
¡Sí, sé que esta película es una de tus favoritas! De hecho, la conocí a través de tu blog y ahora releyendo tu texto, veo que nunca comenté en su momento, pero sé que terminé comprando el DVD por haberte leído. March y Sidney tienen una química excelente y March en particular se come la pantalla aquí, cuánto me gusta. De Arzner no recuerdo si vi algo más... sé que fue central en acompañar la transición al sonoro de Clara Bow, sabía cómo manejar el nerviosismo de la actriz en esa etapa crítica.-
BorrarQué linda la frase "hacer los primeros pinitos" nunca la había escuchado. Aquí se usa más "hacer los primeros palotes", por las líneas que debían dibujar los niños cuando aprendían a escribir.-
Un beso enorme, Bet.-
Me encanta esta peli con la aparición de mis dos actores favoritos Fredric March y Cary Grant.Creo que en esta película es de las primeras en las que se trata el alcoholismo .Buena reseña y crítica has hecho.:-)
ResponderBorrar¡Gracias Ester! Sería interesante hacer una Historia del Alcoholismo en el cine, hay muchos ejemplos buenísimos sobre todo en este período del cine. March interpretó muy buenos roles vinculados con el alcoholismo, uno de ellos justamente también con un Grant ya con más tiempo en la pantalla en The Eagle and the Hawk.-
BorrarNos seguimos leyendo, Bet.-