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Swing Time (En alas de la danza) - George Stevens, 1936.-


Ya he mencionado en otras oportunidades que una de las contras de escribir sobre cine es que una vez que publico una reseña, rara vez vuelvo a ver la película en cuestión excepto honrosas excepciones. Eso me ocurrió con Swing Time y con todas las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers, en realidad: una vez que publiqué aquella serie de artículos allá por 2016, ya nunca más volví a verlas. Pero el otro día escuché un episodio de un podcast de cine que hablaba sobre las películas del dúo y me dieron ganas de regresar a la que en su momento fue mi favorita, al punto en que tengo dos fotografías de Astaire y Rogers, en dos momentos diferentes de esta película, colgadas en una pared de mi casa.-

Swing Time siempre se destacó ante mis ojos del resto de las películas de Astaire y Rogers porque en ella ambos interpretan personajes “comunes” que buscan sobrevivir en un contexto en donde la Gran Depresión aún golpeaba fuerte (no es la única, en Follow the Fleet también son personas comunes, pero en general suelen interpretar personajes que se mueven en círculos glamorosos). Sin embargo, el tono de Swing Time es siempre ligero y optimista, esto no es 42nd Street ni mucho menos.-

Aquí Fred Astaire interpreta a John “Lucky” Garnett, un bailarín/apostador que está a punto de casarse con una enamorada de su adolescencia con la que se reencontró durante una gira (Betty Furness). Los bailarines de su compañía frustran la boda con la complicidad de Pop (Victor Moore), el amigo inseparable de Lucky, y los dos amigos se marchan a Nueva York a cumplir una apuesta que el futuro suegro de Lucky le hizo como condición para consentir una segunda oportunidad de enlace: si Lucky regresa con veinticinco mil dólares podrá casarse con su enamorada. En Nueva York Lucky conoce a Penny (Rogers), una instructora de baile con la que formará pareja artística ¿y romántica?

Vayamos primero a lo que no me gusta de esta película. En primer lugar, los colegas de Lucky son horribles y no sólo arruinan sus posibilidades de matrimonio sino que también lo dejan sin un billete para su viaje a Nueva York. En segundo lugar, el pacto entre Lucky y su suegro no tiene ningún sentido, Lucky ya había ganado la mano de su prometida, ¿es que eso puede revocarse? Por último, Pop (quien nunca me gustó, Moore tiene una forma de decir sus líneas que me cae como un mazazo) no cesa de causar problemas que Lucky acepta de buen grado porque es Fred Astaire, cualquier otro lo hubiera mandado de paseo hace tiempo. Algunas de sus acciones incluso son completamente incongruentes: cuando Lucky quiere ganar el contrato de una orquesta para poder bailar con Penny, apuesta por ello contra el propietario de un casino; Pop hace trampas para ayudar a su amigo pero luego, en una maniobra incomprensible, revela su secreto causando la pérdida del contrato. ¿¡En qué estaba pensando!?

Más allá de estos detalles, Swing Time sigue estando allí con las mejores películas del dúo. Como novedad, se sale del esquema introducido por The Gay Divorcee en el sentido en que aquí no es Astaire quien persigue a Rogers sino a la inversa. Penny no comprende porqué Lucky siempre pone a los amigos de ambos como escudo (como siempre, hay una segunda pareja que completa el cuarteto; en este caso la amiga de Penny está interpretada por la maravillosa Helen Broderick que también aparece en Top Hat) porque ignora que Lucky está comprometido, dando pie a una canción que me gusta mucho: A fine romance. Ese número transcurre en un escenario nevado (nunca mejor usada la palabra “escenario” porque se nota muchísimo que está filmada en estudio, pero no vamos a juzgar) y el tamaño del set y el complicado esquema de cámaras demuestra que esta fue una gran producción.-

En efecto, una de las cosas que más me gustaron de esta película en este nuevo visionado es la forma en la cámara “baila” aún en las escenas que no son musicales. George Stevens (en su única colaboración con el dúo) hace un magnífico trabajo manteniendo su cámara en movimiento para acomodarla a la acción, exactamente como sucede en los números musicales.-

Para terminar, quiero dejarles mis dos números favoritos de esta película (que no son mis favoritos del dúo, en eso sigo pensando como en 2016), justamente son el primero y el último de los duetos que bailan. El primero de ellos tiene lugar después de que Lucky finge interés en tomar clases de baile con Penny para tener oportunidad de disculparse por un malentendido que han tenido en la calle. Penny sigue enojada y, convencida de que Lucky tiene dos pies izquierdos, le aconseja que se marche sin perder más el tiempo. El jefe de Penny (maravilloso Eric Blore, qué poco lo vemos aquí) escucha el diálogo y despide a Penny por su impertinencia. Para salvar el empleo de la joven, Lucky despliega entonces todo su talento convenciendo al dueño de la academia de que Penny es tan buena profesora que lo transformó en un genio de la danza en dos minutos. Este número es un delicia porque reboza de energía y camaradería, no es un baile de seducción.-

El segundo número que quiero traer es bien diferente. Never gonna dance es una despedida: Penny, al ver que la prometida de Lucky apareció de la nada (de veras, cuando aparece de pronto casi que hemos olvidado quién es), acepta la propuesta de matrimonio de Ricardo Romero (Georges Metaxa), el director de la orquesta cuyo contrato Lucky había ganado, quien parece el doble de riesgo de Bela Lugosi… fiushh. Lucky de pronto se encuentra con que no puede tener a la mujer que ama y ya no puede volver con la que nunca amó verdaderamente y le explica a Penny que ahora que ha bailado con ella, ya nunca podrá bailar con otra. Este número es único en cuanto Astaire y Rogers expresan muchas cosas en sus números, pero no recuerdo que exista otro en el que expresen el dolor de la separación. Es por un lado una síntesis perfecta de todo lo que han vivido, de los números compartidos anteriormente (se reiteran partes musicales y de coreografía) y de lo inevitable de su futuro; y por el otro es una maravilla técnica tanto desde lo coreográfico como desde lo cinematográfico. No soy experta en ninguna de las dos cosas, pero no puedo menos que maravillarme ante este número que culmina con una serie de giros de una precisión quirúrgica y que está filmado en tan solo dos planos (lo cual requirió más de cuarenta tomas, la anécdota es muy conocida).-

En definitiva, creo que esta sigue siendo mi película favorita aunque echo de menos a los secundarios de lujo de otras películas como Edward Everett Horton, Erik Rhodes, Alice Brady y más de Eric Blore… mmm… creo que ahora tengo ganas de volver a ver The Gay Divorcee.-







Comentarios

  1. No sabes cómo he disfrutado leyéndote despacio, saboreando el texto, y luego viendo los dos números musicales de Ginger y Fred.
    En sus películas es inevitable la sonrisa.
    Que todo va a solucionarse.
    Que la felicidad puede tocarse con unos pasos de baile.
    Ay, sí, me apetece un ciclo de las películas de Ginger y Fred...

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Querida Hildy, te leo y no puedo evitar el recuerdo de esa última escena de "La rosa púrpura de El Cairo". Nunca mejor explicado el efecto sanador que tienen las películas de Astaire y Rogers. Yo no me aguanto más, hoy mismo miro "La alegre divorciada".-
      Me voy bailoteando, un beso enorme, Bet.-

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