Ir al contenido principal

Feliz Navidad con Luna de Avellaneda - Juan José Campanella, 2004.-

 



Luna de Avellaneda no es una película de Navidad pero merecería serlo. Decidí volver a verla después de muchos años porque la mencionamos con mi querida Hildy en los comentarios de su artículo de Navidad y me sorprendí al encontrar tantas referencias a uno de los clásicos navideños por excelencia, It’s a Wonderful Life (además de una cita “textual” con nuestro héroe elevando una plegaria al cielo desde un puente en la soledad de la noche), referencias que nunca antes había captado. Lo cual no es extraño porque la historia de George Bailey y Clarence es la favorita del director Juan José Campanella.-

Esta película cuenta la historia de Román Maldonado (Ricardo Darín) desde su nacimiento hasta sus cuarenta y tantos y la decadencia del club de barrio en el que nació (literalmente), que es también la decadencia de su propia vida y la de un país entero. Rodeando a Román están todas las variantes de la sociedad argentina post crisis político-socio-económica de diciembre de 2001: su mujer Verónica (Silvia Kutika) atrapada en una vida gris que no eligió; su hijo Darío (Francisco Fernández de Rosa) que no ve la hora de irse del país; el fundador del club Don Aquiles (José Luis López Vázquez), uno de tantos inmigrantes españoles que llegó sin nada y logró construir una vida entera en un país que solía ser “el granero del mundo”; su amigo Amadeo (Eduardo Blanco) que se perdió en una de las vueltas de la vida pero aún así no pierde las esperanzas; otra amiga, Graciela (Mercedes Morán), que se cayó en ese limbo extraño de la clase media que no tiene un peso partido al medio pero que no puede calificarse de pobre. Y rodeando al club, que está tan descascarado y venido a menos como el propio Román, los “barrios de emergencia” (de una emergencia eterna), la basura y la contaminación, la fealdad definitivamente instalada.-

El conflicto en la historia es sencillo: el club tiene problemas financieros, la cantidad de socios no es lo que solía ser a medida que el nivel de vida de la gente del barrio baja y de los socios que quedan, no todos tienen las cuotas al día. Para empeorar las cosas, les ha llegado una notificación por una multa municipal que no pueden pagar. Entra en escena en este punto el villano, Alejandro (Daniel Fanego), un antiguo socio de la generación de Román que mantiene con él y con Amadeo un viejo encono. Alejandro es un funcionario municipal, presumiblemente no del todo honesto, que propone vender el club a unos inversionistas que quieren construir un casino. Román deberá convencer al resto de los socios de que el club aún vale la pena pero para ello tendrá, primero, que convencerse a sí mismo de que todavía puede creer y liderar.-

Luna de Avellaneda es la tercera en una suerte de trilogía dirigida por Campanella y protagonizada por Darín. Las otras dos películas son El mismo amor, la misma lluvia (¡qué ganas de volver a verla y de reseñarla!) y El Hijo de la Novia. Campanella explicó alguna vez que las tres películas cuentan tres dinámicas del héroe: con su pareja, con su familia y con su comunidad. Y esa dinámica está verdaderamente presente en Luna de Avellaneda no solamente desde el guión sino también desde la imagen. Una de las escenas más importantes de la película transcurre precisamente en la asamblea en la cual ha de decidirse si el club se vende o no. Pero antes de eso hay dos o tres escenas de reuniones de comisión directiva que están filmadas con la adrenalina de una persecución de autos. En estas escenas la cámara pasa de un personaje a otro con rapidez para captar el momento justo en el que una ceja enarcada, un gesto de desazón o un brillo esperanzado en la mirada dicen lo que las palabras no pueden. En estas escenas el grupo humano, con sus particularidades individuales, es lo que prima. Pero también hay otras escenas en las que un personaje solo (o una pareja de personajes a lo sumo) se pierden en un paisaje inmenso que los devora y en esas tomas la soledad, la falta del conjunto, es acentuada desde la imagen.-

Decía que esta película recuerda a It’s a Wonderful Life y no es para menos, con esta gesta de un hombre recto contra un sistema que permanentemente intenta aplastarlo, llámese Mr. Potter o crisis económica. Y el Clarence de Román le llega en la persona de Dalma (Micaela Moreno), una niña del asentamiento vecino que es invitada por la hija de Román (María Victoria Biscay) para tomar clases de danza con la profesora Cristina (Valeria Bertuccelli). Dalma es justamente la protagonista de mi escena favorita en la película, que es un tributo de no más de tres minutos a la inmensidad de Ricardo Darín como actor. Darín tiene esa cualidad de los grandes de ser él mismo y otro al mismo tiempo; su individualidad (o lo que percibimos de ella, porque no es un actor que se exponga demasiado en los medios, más allá de salir a escena cuando algún tema trascendente para la ciudadanía lo reclama) se cuela por el tamiz de cada personaje, adaptada a lo que el personaje requiere. Y nunca jamás en la vida me falla. Es uno de esos actores que me hace reir cuando debe hacerlo y me hace saltar el torrente de lágrimas cuando me descuido, como en la escena en la que observa bailar a Dalma en la presentación artística de la kermés.-

El espíritu de Frank Capra también sobrevuela en la habilidad de Campanella para amalgamar la comedia con el drama más conmovedor. Sus películas, y Luna de Avellaneda no es la excepción, siempre pasan sin esfuerzo alguno de un género al otro con running gags (en este caso es el de la colonia barata que Román compra en un intento de reconquistar a su esposa), comedia física, momentos íntimos de familia o amistas y trucos de ilusionista que reconfortan a quien yace en una cama de hospital.-

En el final Román no termina como George Bailey, rodeado de sus amigos y descubriendo que es el hombre más rico del pueblo. Pero ello no significa que el final de Luna de Avellaneda sea triste. En la sonrisa enorme y emocionada que Román le dirige a Amadeo está toda la esperanza de un nuevo comienzo que se abre paso a empujones entre la oscuridad.-





Comentarios

  1. Queridísima Bet, las ganas que tengo de ver otra vez Luna de Avellaneda. Es una película de la que guardo un recuerdo y un cariño muy especial. Solo sé que me gusta mucho. Que me llega hondo. ¿Puede ser que Ricardo Darín sea uno de nuestros consentidos más modernos?, jajajajaja.
    Te deseo de todo corazón felices fiestas y que tengamos un año 2023 en el que sigamos compartiendo descubrimientos y amistad a través de las palabras. Siempre volando alto, Bet querida.

    Beso
    Hildy

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Jaja, creo que es el único consentido contemporáneo que tengo.-
      Brindo por eso mismo, querida Hildy. Por mucho cine, por muchos consentidos y por muchas palabras que consolidan una amistad que es muy importante para mí. No quiero ponerme sentimental pero el mes próximo se cumplirán diez años desde que descubrí tu blog buscando imágenes de Notorious de Hitchcock.-
      Te mando un abrazo inmenso, Bet.-

      Borrar
  2. Hola Bet
    Primero lo importante: ¡Felices Fiestas! y... ¡Muchos Gooooles!
    Sé que tengo un gran agujero porque... ¡No he visto la Luna! La describes muy bien con ese gran despliegue de personajes y esa forma tan "Capriana" de dibujar lo grande pintando lo pequeño.
    De las otras dos de la trilogía me parece que con "El hijo..." te quedas más con las actuaciones pues la historia, tal vez, tenga demasiado azúcar sin embargo con "El mismo amor..." te dan ganas de que llueva todo el tiempo, aunque haga Sol.
    Un saludo desde un "invierno lunar" (no hace frío) a un verano con unos goles como avellanas. Manuel.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Querido Manuel, muchas gracias! Por aquí se nos han mezclado los festejos, jaja.-
      Qué quiere que le diga, yo compro todo lo que Campanella y Darín quieran venderme, sin importar el nivel de azúcar que traiga. No puedo evitarlo. Como con Capra. Todo eso que preliminarmente me haría huir despavorida, termina envolviéndome a poco andar y me hace saltar las lágrimas cual tapa de olla a presión.-
      Le mando un abrazo desde las inmediaciones del ventilador, muchas felicidades, Bet.-

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): P- Q.-

The Pajama Game (Juego de Pijamas) - George Abbott y Stanley Donen, 1957.- Sid Sorokin (John Raitt) acaba de conseguir trabajo como superintendente de la fábrica de pijamas propiedad del Sr. Hasler (Ralph Dunn) cuando un conflicto con uno de los operarios lo pone delante del “comité de agravios” presidido por Babe Williams (Doris Day). El romance nace casi a primera vista, pero hay un problema: por su función, Sid está del lado de la patronal mientras que Babe vive para el sindicato de trabajadores cuando éstos están en plena negociación por un incremento salarial de siete centavos y medio la hora.- Vi por primera vez esta película hace casi diez años y si bien en su momento me gustó mucho, por algún motivo no había vuelto a verla. Redescubrirla fue una delicia absoluta. Empezando por el principio (literalmente), había olvidado que la coreografía es de Bob Fosse y aquí ciertamente se luce creando números multitudinarios que transforman los movimientos típicos de un taller de confección

The Roaring Twenties (Los violentos años veinte) - Raoul Walsh, 1939.-

Esta película bien podría formar una interesante sesión doble con The Public Enemy . Ambas son protagonizadas por James Cagney (con ocho años de distancia entre una y la otra) pero además ambas presentan dos modelos diferentes de películas de gangsters : el anterior y el posterior a la aplicación del Código Hays.- Durante el período pre - code , en el cual el género floreció, los realizadores pudieron colocar en el rol del héroe a criminales atractivos pero muchas veces despiadados, mientras que el lugar del villano quedaba reservado para otros delincuentes (con una fuerza de policía ausente), cuando no para la propia policía y otras figuras de autoridad. Esta inversión en los roles tradicionales, característica de este período, debió ajustarse con la aplicación del Código, surgiendo así una nueva figura: el gangster con el “corazón de oro”, es decir el delincuente simpático, que pese a sus acciones criminales de mayor o menor violencia, se sacrifica hacia el final por un ideal

Where the sidewalk ends (Al borde del peligro) - Otto Preminger, 1950.-

Seis años después de la producción de Laura , Otto Preminger volvió a reunir a los actores Dana Andrews y Gene Tierney y al cinematógrafo Joseph LaShelle para Where the sidewalk ends , un film mucho más noir e interesante (en mi opinión) que su célebre predecesora.- Where the sidewalk ends gira en torno al detective Mark Dixon (Dana Andrews), el hijo de un delincuente muerto durante un intento de fuga de la prisión cuando Mark tenía 17 años. Mark dedicó su vida a diferenciarse de su padre, pero el destino lo lleva una y otra vez a una zona gris en donde los policías no son muy distintos de los criminales. Su principal obsesión es lograr la captura de Scalise (Gary Merrill), un mafioso de poca monta que regentea un garito clandestino. Cuando un rico apostador (Harry von Zell) es asesinado luego de ganar una fortuna, Scalise señala como culpable a Ken Paine (Craig Stevens), uno de sus secuaces, pero Mark tiene sus propias ideas al respecto. Con la esperanza de conseguir una de