Ir al contenido principal

Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): O.-

One Hour with You (Una hora contigo) - Ernst Lubitsch, 1932.-



Volvemos al trío Lubitsch - Chevalier - MacDonald con otra comedia deliciosa, esta vez ambientada en el París actual al tiempo de realización de la película. El Doctor André Bertier (Maurice Chevalier) está felizmente casado con Colette (Jeanette MacDonald) desde hace tres años y todo marcha sobre ruedas hasta que aparece en escena la mejor amiga de Colette, Mitzi (Genevieve Tobin). Mitzi también está casada, con el Profesor Olivier (Roland Young), pero no pierde oportunidad de coquetear con cuanto hombre se cruce en su camino. Por supuesto que André se cruzará en su camino y a partir de allí los enredos de alcoba quedarán servidos.-

One Hour with You tiene todo el desparpajo del Lubitsch del pre-code planteando abiertamente dos cuestiones: la primera (y literalmente, esto está en la primera secuencia) es que los encuentros amorosos están muy bien sin importar que se encuentren validados por la Ley o no, siempre que no se practiquen en lugares públicos (sobre todo porque ello afecta la economía si la gente en lugar de estar en los clubes nocturnos está en los parques); la segunda que las parejas pueden intercambiarse, caer en la infidelidad, cobijar fantasías con terceros y sólo les incumbe a ellas decidir si esto es causal de ruptura o no. La película no intenta construir más moraleja que ésta: quién es uno para juzgar si antes no intentó ponerse en el lugar del otro… y ya sabemos que todos somos imperfectos de modo que...




Claro que la acción transcurre en París (siempre es más fácil situar una historia atrevida lejos de casa), pero la verdad es que el escenario es indiferente y a poco de empezada la historia lo único que nos recuerda que estamos en Francia son los nombres de los personajes y el inconfundible acento de Chevalier. Por lo demás, One Hour with You es un catálogo fantástico de elementos del pre-code: la picardía, MacDonald demostrando porqué era llamada “la reina de la lencería”, las acciones “inmorales” que quedan sin reprimenda. E incluso va más allá, mostrando a los protagonistas compartiendo el lecho en una forma que sorprende, aún para este período. Están también todos los elementos típicos de Lubitsch, las puertas (y cortinados) que se abren y se cierran, las elipsis, las llamadas telefónicas de las que sólo escuchamos una parte, los personajes menores que parecen traídos de la calle y esa cualidad etérea que nos pone una sonrisa en los labios apenas comienza la acción.-

Otro detalle que aquí funciona a las mil maravillas es la ruptura de la “cuarta pared”: al principio es solo Chevalier el que se dirige directamente al espectador pero en el epílogo final MacDonald se le une en una prédica a dúo que combina el recitativo y la canción. Esta es una característica vigente en toda la película: diversos parlamentos son pronunciados en verso y muchos de ellos terminan integrándose en una canción. La película además trae a la pantalla la estructura de la opereta que ya habíamos visto en The Merry Widow, sumando a todos los personajes en la acción musical a medida que se dedican canciones los unos a los otros, muchas veces trayendo melodías que ya habían aparecido antes en otra escena. Uno de los detalles más encantadores de la película es que todos los personajes importantes cantan, aún cuando los actores que los interpretan no sean los que más asociamos con el género: así Genevieve Tobin y Charles Ruggles (cómo me divierte este actor, que aquí interpreta al mejor amigo de André y viene a completar el pentágono amoroso al declarársele a Colette) también tienen sus momentos musicales.-

Un par de curiosidades: George Cukor aparece en los títulos iniciales como asistente de Lubitsch y aparentemente se generó una disputa judicial entre ambos por la atribución del crédito de director de esta película pero el consenso general es que la película es indudablemente de Lubitsch y no de Cukor. La otra es que el cantante que aparece como figura invitada en la fiesta que dan Colette y André en su casa, Donald Novis, no es otro que el que canta la canción de los títulos en Trouble in Paradise. Cuando reconocí su voz no pude evitar una exclamación de sorpresa porque esa cancioncita (Trouble in Paradise) tiene la virtud de hacerme feliz instantáneamente, apenas la escucho me sale una sonrisa porque por motivos obvios me remite a la película, mi primera de Lubitsch y una de mis favoritas del director.-

Pero volviendo al tema de hoy, One Hour with You puede parecer una peli menor en la filmografía de su director y de sus protagonistas pero tiene tanto, tanto jugo para sacarle que termina convirtiéndose en imprescindible. Está por allí en un rincón oscuro de la internet, pero también hay una versión en DVD con subtítulos en español para quien no quiera bucear tan profundo, no puedo enfatizar lo suficiente cuánto la recomiendo.-


Comentarios

  1. Hola Bet
    Otra conclusión a la que se puede llegar es que se puede estar casado o tener un "mejor amigo/a" pero si ocurren las dos circunstancias te tienes que acostumbrar a ver a Lubitsch -o a Cukor- buscando el mejor ángulo por tu dormitorio (diríamos que es el segundo axioma del dilema parques vs. clubes nocturnos).
    Premio para ti por identificar la voz de Donald (yo sólo los distinguiría si ese tal Donald se llamase Pato juas, juas).
    Un saludo, Manuel.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Aquí, querido Manuel, casi causa dolor de ojos ver el esfuerzo que hace Colette porque su marido y su mejor amiga se lleven bien, sin sospechar lo arpía que es Mitzi (bastante ingenua, hay que decirlo, cuando sabe perfectamente su amiga es una "cazafortunas", pero supongo que una siempre piensa que esas cosas sólo les ocurren a las otras).-
      Jaja, reconocería esa voz donde fuera, pero IMDb terminó de confirmármelo. El bueno de Donald cantó ambas canciones ese año para Lubitsch, "One Hour with You" y "Trouble in Paradise".-
      Le mando un abrazo grande, Bet.-

      Borrar
  2. Otro texto que he disfrutado y es que los musicales de Lubitsch del pre-code son un auténtica gozada. Hace tiempo que no vuelvo a ellos. Me ha encantado el detalle con el que analizas esta película y las ganas que despiertas de ponerse frente a ella.
    Y las conexiones que se van sacando para disfrutar del cine clásico y de la música... Ese Cukor que ya aparece o esa voz que une dos películas de nuestro Lubitsch..., la de Donald Novis (aquí se aprecia tu absoluta y magnífica especialización en el género musical y en la ópera).
    Beso
    Hildy

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Esta es una de las películas que tenía muy olvidadas, querida amiga, y que me encantó redescubrir. Tengo una ensalada en la memoria y ahora no recuerdo si vi todos los musicales que Lubitsch filmó con Chevalier y MacDonald. Creo que sí pero dudo.-
      Me sorprendió leer el nombre de Cukor en los títulos iniciales y luego leí que tuvieron una disputa encarnizada por el crédito por la película. No soy muy experta en Cukor, pero en mi opinión, esta es puro Lubitsch.-
      Ay, esa voz inconfundible de la cancioncita de "Un ladrón en la alcoba". "Design for living" es mi favorita de Lubitsch pero tengo un lugarcito especial en mi corazón para "Un ladrón..." porque fue mi primera del director y tiene esa canción que inmediatamente me arranca una sonrisa.-
      Te mando un abrazo enorme, Bet.-

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): R - S (más un bonus track).-

Rhapsody in Blue (Rapsodia en azul) - Irving Rapper, 1945.- Esta película se inscribe en la tradición comenzada por Yankee Doodle Dandy en 1942, la de relatar de manera muy libre la vida y obra de algún compositor o artista ligado al ámbito musical. Este tipo de película suele arrojar un resultado desparejo, no siempre exitoso en términos artísticos y nunca, en tiempos del cine clásico, fiel a la realidad.- En este caso, se trata de la vida de George Gershwin (Robert Alda) desde su infancia hasta su muerte, su relación con su hermano Ira (Herbert Rudley), con sus padres (Rosemary DeCamp y Morris Carnovsky) y con sus amigos, mentores y difusores (muchos de ellos interpretándose a sí mismos en la película), además de su vinculación romántica con dos mujeres creadas para la ficción: la cantante Julie Adams (Joan Leslie) y la pintora Christine Gilbert (Alexis Smith).- Inevitablemente aparece la comparación con otras películas de este estilo y debo decir que entre aquellas que he visto ( T

Brief encounter (Breve encuentro) - David Lean, 1945.-

Momento N° 1: una despedida fragmentada.- Brief encounter está contada en un largo flashback durante el cual Laura Jesson (Celia Johnson) recuerda su fallido romance clandestino con Alec Harvey (Trevor Howard). En el comienzo de la película presenciamos una escena de despedida contada desde un punto de vista objetivo: en una mesa apartada de la cafetería de la estación de trenes, la pareja es interrumpida por una indiscreta conocida de Laura que domina la escena en esta primera presentación. Hacia el final de la película, la misma situación es presentada desde el punto de vista de Laura, en una forma intimista a lo cual se suma que ahora sí conocemos a los personajes y sufrimos por ellos. En esta segunda ocasión Lean vuelve a utilizar un recurso del cual ya se había valido antes en la película y que consiste en manipular el tiempo a través de la puesta de luces y de un uso magnífico de la voz en off (¡maravillosa Celia Johnson, que mantiene esos largos primeros planos sin dec

The Roaring Twenties (Los violentos años veinte) - Raoul Walsh, 1939.-

Esta película bien podría formar una interesante sesión doble con The Public Enemy . Ambas son protagonizadas por James Cagney (con ocho años de distancia entre una y la otra) pero además ambas presentan dos modelos diferentes de películas de gangsters : el anterior y el posterior a la aplicación del Código Hays.- Durante el período pre - code , en el cual el género floreció, los realizadores pudieron colocar en el rol del héroe a criminales atractivos pero muchas veces despiadados, mientras que el lugar del villano quedaba reservado para otros delincuentes (con una fuerza de policía ausente), cuando no para la propia policía y otras figuras de autoridad. Esta inversión en los roles tradicionales, característica de este período, debió ajustarse con la aplicación del Código, surgiendo así una nueva figura: el gangster con el “corazón de oro”, es decir el delincuente simpático, que pese a sus acciones criminales de mayor o menor violencia, se sacrifica hacia el final por un ideal