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Otro mes con Frank Capra (segunda parte):

American Madness (La locura del dólar) - Frank Capra, 1932.-



Sigo este mes dedicado a Frank Capra con una película de su período pre-code que nos propone meternos en el corazón de un banco durante cuarenta y ocho horas frenéticas, en medio de una corrida bancaria.-

La historia, con guión de Robert Riskin, nos presenta varias historias que se entretejen en torno al director del banco, Thomas Dickson (Walter Huston), quien intenta resistir la embestida de la junta de directores que propone una fusión con otros bancos para “cubrirse las espaldas” entre todos, en plena Depresión económica. El plan de Dickson, por el contrario, es que una vez puesto a salvo el encaje bancario, el resto del dinero depositado debe circular entre los ahorristas bajo la forma de préstamos que mantengan en movimiento la economía. Al mismo tiempo Dickson debe lidiar con los reproches de su esposa (Kay Johnson), que le reclama que no recibe suficiente atención e intentar descubrir a quién encubre Matt (Pat O’Brien), su empleado favorito que es señalado por la policía como el cómplice interno del robo que sufre el banco y cuya difusión a través del chisme causa una corrida bancaria.-

En primer lugar debo decir que tengo una debilidad por las historias que transcurren en pocas horas, en un ámbito delimitado. En este caso, sólo salimos del banco durante una escena clave que transcurre en el apartamento de soltero de Cyril Cluett (Gavin Gordon), el jefe de cajeros, y para un montaje que nos muestra cómo el chisme acerca del robo al banco se distorsiona cada vez más, pero por lo demás permanecemos siempre en las instalaciones del banco. Esto permite a Capra explotar al máximo las posibilidades de su escenografía y encontrar formas siempre novedosas de presentarnos un entorno que conocemos bien. Así, nos sorprende colocando su cámara en distintos ángulos e incluso se da el lujo de desplazarse en un travelling lateral mientras acompaña a Dickson en su recorrida por la fila de cajas en un punto clave de la historia.-

Por otro lado, me gustó revisitar esta película que había visto una sola vez hace varios años y descubrir cuántas semejanzas tiene con It’s a Wonderful Life, una de las más conocidas del director. Por un lado, la idea del titular de una entidad crediticia luchando contra los poderosos de las finanzas hermana a Dickson con George Bailey, el héroe de aquella otra película. Pero además está presente en ambas el pánico de las corridas (en It’s a Wonderful Life es una escena puntual, aquí el episodio central de la historia) e incluso esa toma en la cual Huston recorre la fila de cajas que mencionaba en el párrafo anterior anticipa, estéticamente, las recorridas de James Stewart por las calles de Bedford Falls. Ambas películas comparten además esta sensación que Capra genera en el espectador de gota que colma el vaso: la tensión en la segunda parte de la historia (luego del robo al banco) se va acumulando así como en It’s a Wonderful Life ocurría a medida que la vida de George se complica. En este caso, Capra se vale de un motivo visual recurrente (la cantidad cada vez mayor de gente que se agolpa en el hall del banco para retirar sus depósitos) que nos demuestran que el tiempo se está acabando. En medio de la crisis y con el conflicto paralelo de la investigación del robo, Dickson mantiene la calma casi hasta el final. Sólo un golpe personal lo hace flaquear y allí aparecen Matt y su prometida Helen (Constance Cummmings), secretaria de Dickson, para apuntalarlo y salvar el día.-



Es muy interesante esta doble dinámica que establece Capra. Por un lado nos atrapa con la tensión que genera a nivel visual con la afluencia de ahorristas que reclaman su dinero. Estas tomas son caóticas, con los personajes agolpándose en forma desordenada, pero aquí y allá Capra individualiza a algunos de ellos (la anciana que depositó un seguro de vida porque el guardia de seguridad del banco le aseguró que no había ningún riesgo o algunos personajes que hemos conocido en el montaje previo que muestra la dispersión del rumor sobre la crisis y que son reconocibles de otras películas del director) al tiempo que sostenidamente muestra a Dickson al comando de sus trabajadores. Por otro lado, el director no descuida el conflicto individual que mantienen los personajes. La presión de los directores sobre Dickson, con la particular presencia de un hombrecito al que nadie deja hablar entre ellos; la confianza que Dickson tiene en Matt, cuya historia pasada desconocemos, pero del cual se desliza por allí que tuvo algún que otro problema legal en el pasado; la presión que Matt siente por no delatar que la esposa de Dickson estuvo flirteando con Cluett; la vinculación de Cluett con una pandilla de gangsters; la desazón de Dickson cuando se entera de la infidelidad de su esposa (la mejor escena de Huston en la película, sin dudas); todo ello nos mantiene en vilo al tiempo que anticipamos el colapso del banco.-

Por último, también resulta interesante anticipar en esta película, entre las otras del director del período pre-code, el Capra de los años ‘40. American Madness tiene más en común con Meet John Doe, Mr Smith Goes to Washington (convenido, es de 1939) e It’s a Wonderful Life que con Platinum Blonde, The Bitter Tea of General Yen o Lady for a Day y no deja de ser fascinante encontrar esta piedra fundamental de su ideología y su estilo colándose en esta etapa temprana.-





Comentarios

  1. Hola Bet
    He estado a punto de decir que "American Madness" es un titulo más de hoy -con las Trump-adas- que de hace noventa años; pero en una segunda pensada me he auto-convencido que (North)American y Madness son sinónimos desde siempre.
    Es curioso como en todo tu desarrollo ya se adivinaba que existía un "cherchez la femme". Un ambiente tan "masculino" como aquella banca y la crisis del veintinueve y estalla por causa de un revoloteo de faldas.
    Un saludo, Manuel.

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    Respuestas
    1. Querido Manuel, yo diría que el tipo de locura a la que alude el título no es ajena a Sudamérica tampoco, así que si nos apartamos por un momento del uso excluyente que hacen los "americanos" del término "América" y lo aplicamos al sentido dado por el resto de los americanos (o sea, nosotros, los no "americanos"), el título de la película nos comprende a todos.-
      Aquí la subtrama del revoloteo de faldas está muy pero muy bien utlizada. Resulta creíble que el personaje de Huston tenga por último sostén la fe en esa esposa a la que no tiene, en apariencia, mucho tiempo para dedicarle pero cuya constancia es su mayor refugio. Y en el final (no me queda claro si pudo ver alguna vez la película o no, espero no estar arruinando nada), cuando el orden se restablece, Huston se decide por fin a recompensar a su amada imperfecta. Uno sólo puede esperar que la pareja de Matt y Helen no corra la misma suerte.-
      Le mando un abrazo americano, Bet.-

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