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Cinco motivos para descubrir Edge of Doom (Nube de sangre) - Mark Robson, 1950.-



No sé si esta es una película de esas que uno llega a amar pero sí vale mucho la pena descubrirla, de ahí que esta entrada no se llame “Cinco motivos para amar…”, sino “Cinco motivos para descubrir Edge of Doom”.-

Motivo Nº 1: Los personajes.-
Edge of Doom es la historia de Martin Lynn (Farley Granger), un joven que vive en un barrio pobre en una ciudad cualquiera de Estados Unidos y que trabaja incansablemente como repartidor en una florería para poder ayudar a su madre enferma (Frances Morris). Cuando la Sra. Lynn fallece, Martin intenta que la Iglesia Católica pague por el funeral como una forma de retribución por la devoción religiosa de su madre, y ante la negativa del Padre Kirkman (Harold Vermilyea), Martin termina asesinándolo en un arrebato de ira. El segundo sacerdote de la parroquia, el Padre Roth (Dana Andrews), descubre la culpa que empieza a agobiar a Martin y se esforzará por salvar el alma del joven antes de que el implacable Detective Mandel (Robert Keith) ponga su cuerpo tras las rejas.-
Lo primero que atrapa en esta película es la desolación de Martin, este joven sacrificado a quien nadie comprende ni apoya y por quien nadie, excepto su madre moribunda, se interesa. Martin intenta lograr un aumento de sueldo que su jefe (Houseley Stevenson) le deniega impiadosamente, intenta la comprensión de su novia Julie (Mala Powers), quien tal vez con algo razón sólo quiere pasar un momento romántico ajeno de preocupaciones, intenta inútilmente la compasión de la Sra. Lally (Jean Inness), su casera, y del Sr. Craig (maravilloso Paul Stewart), un vecino. En todo fracasa y cuando finalmente su madre fallece, tampoco logra la empatía del Padre Kirkman, quien ya había rechazado algunos años antes dar entierro al padre de Martin, dado que había cometido suicidio.-
Alrededor de Martin hay toda una galería de personajes maravillosos, uno más miserable que el otro. El Sr. Craig es un tránsfuga de aquellos, con novia platinada incluida (Adele Jergens); las dos personas que piden ayuda al Padre Roth: la primera, un marino borracho (David Clarke), utilizado como momento cómico, la segunda una mujer víctima de violencia (la siempre reconocible Ellen Corby) que termina volviendo con su esposo (Ray Teal) para evitar una golpiza aún peor y que en la trama viene a abonar la desazón que siente el sacerdote; los policías que persiguen incansablemente a Martin obedeciendo a su deber (John Ridgely y Douglas Fowley) o a su instinto (Robert Keith); el dueño de la casa funeraria (Howland Chamberlain, otro rostro archi conocido) que finge compasión mientras haya dinero garantizado y su secretaria (no pude encontrar el nombre de la actriz por ninguna parte pero aquí está su imagen)...



… todos ellos son una maravilla y cuentan mil historias dentro de esta historia.-

Motivo Nº 2: La sordidez del mundo que describe.-
Todo en Edge of Doom es feo y venido a menos. Aún en la florería en la que trabaja Martin, en donde se supone todo debería ser bello, encontramos fealdad; siempre vemos el local desde la parte trasera, donde los empleados bañan las flores antes de exhibirlas, para revivir su frescura. La rectoría donde viven el Padre Kirkman y el Padre Roth parece venida a menos. El conventillo en el que vive Martin con su madre, ni que decirlo; posiblemente en tiempos pasados fuera una mansión o tal vez un hotel importante, pero ahora alberga muchas familias en condiciones de hacinamiento, cada una viviendo su propia historia (se escucha una clase de música, una radio, una llamada hecha desde el teléfono público del pasillo) pero siempre invadiendo la privacidad de los demás. El cuarto que alquila Julie es apenas mejor (tiene teléfono privado), pero aún así se nota su humildad. El destacamento de policía parece un sótano invivible. La calle es hostil, la mayoría de las escenas en exteriores son nocturnas y transcurren en el barrio empobrecido en el que vive Martin, entre muchedumbres sin rumbo, borrachos y criminales…
 


Motivo Nº 3: La cinematografía.-
… y sin embargo, la fotografía de la película es estilizada, cristalina. El director de fotografía de la película es Harry Stradling y gracias a la copia de excelente calidad que puede encontrarse en línea, podemos apreciar su uso del contraste, de las luces y sombras, de la profundidad de campo que nos deja ver distintos planos dentro de la misma toma. Y nos regala incluso una composición hermosa, en la escena en la que Martin mira pasar el tren que los llevaría lejos de tanta miseria desde el cuarto de su madre enferma.-

Motivo Nº 4: El uso del sonido.-
Otro aspecto interesante de la película es el buen uso del sonido. La mayor parte de la película carece de banda musical, sólo se escucha música cuando algún personaje prende una radio, o en la iglesia, o a través de las clases que toma alguien en el edificio de Martin; el resto de los sonidos que escuchamos son los de la calle. La música, compuesta por Hugo Friedhofer, es utilizada en momentos puntuales para acentuar el drama y nunca resulta invasiva. Y es que es película tiene, desde los títulos de inicio en adelante, un estilo moderno muy en consonancia con la nueva generación de directores formados o influenciados por la estética de la televisión, que colonizó Hollywood a fines de los años ‘40. Es el caso de Mark Robson, quien si bien filmó sus primeros títulos entre 1943 y 1946, tras un parate de tres años regresó a Hollywood en 1949 de la mano de Stanley Kramer y Carl Foreman con Champion, otra película de estilo crudo y anti-glamoroso.-

Motivo Nº 5: Las interpretaciones.-
Los dos principales motivos por los que me acerqué a esta película fueron ver a Dana Andrews haciendo de sacerdote y descubrir el trabajo de Farley Granger, a quien sólo conocía de sus películas con Hitchcock, Rope  y Strangers on a Train. Las dos promesas se me cumplieron con creces. En relación a la primera, siempre es interesante ver a Andrews pero tanto más cuando interpreta un rol atípico para su carrera. Su Padre Roth tiene conflictos internos, pero de diferente naturaleza a lo que Andrews nos tiene acostumbrados: en este caso se trata de una crisis de fe, no tanto porque esté decepcionado de Dios sino más bien de la Iglesia como institución. Andrews es de por sí un actor minimalista (una vez escuché a alguien decir que es un actor “de mandíbula” y concuerdo, actúa mucho con su mandíbula) y aquí se supera (esa mandíbula casi no revela emoción). En cuanto a Granger, comprobé una vez una vieja teoría mía, la cual es que los actores que no me gustaron mucho en películas de Hitchcock, merecen que les dé una segunda oportunidad con trabajos de otros directores. Eso me pasó con Gregory Peck, con Paul Newman, con Ann Todd y también con Farley Granger. Aquí Ranger demuestra (entre sus dos trabajos con el maestro del suspense) un pathos mucho más profundo, una vulnerabilidad y sensibilidad a flor de piel que en los otros roles que le conozco, no tuvo oportunidad de desplegar. Ello me lo hizo más cercano que nunca y me inspiró a seguir adentrándome en su filmografía.-

Comentarios

  1. Hola Bet
    Nos traes una serie B con dos protas serie A; por un lado Dana -se hace raro en castellano escribir un nombre masculino acabado en "a" peroooo...- actor de los clasificados "solidos" que no necesitan mucho para trasmitir y por otro Farley que, con menos trabajo que Andrews, lo encasillamos en "guapo al que nunca darías la espalda". Es curioso pero, que yo recuerde, nunca hubo una peli Granger & Granger (Stewart y Farley) que, con un océano de por medio, tienen cierto parecido. Por cierto el "verdadero" nombre de Stewart es ¡James Stewart!
    Mark Robson fue cocinero antes que fraile -cura antes que florista en estos momentos- y, a pesar de que dirigió unas buenas series B, siempre fue "popular" por su trabajo anterior: montador de "Citizen Kane".
    Un saludo, Manuel.

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  2. Nos narran el calvario de un joven que trabaja en una floristería por un sueldo miserable y no puede evitar que su madre enferma muera por falta de asistencia médica. Así, con el alma envenenada, buscará vengarse de la sociedad y empieza por matar a un cura.
    Estamos ante un melodrama de concienciación y arrepentimiento, con ostensible envoltorio religioso. Se soporta por el sólido andamiaje que sostiene la narración, parcialmente saboteada por un inadecuado reparto (es difícil tragarse a Dana Andrews como sacerdote, por no hablar del impracticable Farley Granger (un muy limitado actor que sin embargo logró trabajar a las órdenes de Nicholas Ray, Hitchcock, Richard Fleischer y Luchino Visconti), al que por cierto, en un momento de la película vemos huir despavorido del vestíbulo de un cine donde proyectan VIDA DE MI VIDA (Our Very Own), protagonizada por… él).
    Un abrazo.
    P.D.— Teniendo en cuenta tanto el ritmo como el orden cronológico que adoptan las publicaciones de tu (estupendo) blog, he calculado con bastante aproximación que para cuando le toque el turno a CHARADA de Stanley Donen, el que suscribe estará muerto y olvidado. Por eso resultaría piadoso que visitaras el mío (ya sabes, "Movie Movie - el blog"), por ejemplo, hoy mismo porque mi más reciente post está precisamente dedicado al mencionado título de Donen.

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