Qué lindo descubrir tesoros escondidos en la propia videoteca. Compré este DVD hace al menos un año pero nunca me dispuse a verlo porque tenía la idea de que no me gustaría (por qué lo compré en primer lugar es un misterio en ese caso). Hace algunas noches atrás me decidí finalmente a ponerlo aunque más no fuera por unos minutos y de pronto quedé enganchada con esta historia sobre la cual había leído, pero de la que no conocía los detalles.-
Fred Astaire y Leslie Caron salen airosos en esta historia que evidentemente ya en 1955 tenía sus ribetes cuestionables y que hoy sería imposible de filmar. Jervis Pendleton III (Astaire) es un millonario decidido a disfrutar de la vida más allá de los convencionalismos de su clase, aún bajo la desaprobación de su mano derecha Griggs (Fred Clark). En un viaje de negocios a Francia, Jervis descubre un pequeño orfanato y queda fascinado por la vitalidad y joie de vivre de Julie Andre (Leslie Caron), una jovencita de 18 años huérfana ella también que enseña inglés a los niños del orfanato. Su primer impulso es adoptar a la joven para brindarle las posibilidades que su riqueza permite, pero tanto Griggs como el embajador de Estados Unidos en Francia (Larry Keating) le hacen ver que la edad de Julie despertaría rumores desagradables y que mejor plan sería pagar su educación en forma anónima. Así, Julie parte hacia la Universidad en Massachusetts con profundo agradecimiento hacia su benefactor anónimo al que llama “papá piernas largas”. Más de dos años pasan sin que Jervis siquiera recuerde a esta jovencita a la que le cambió la vida, quien sin embargo le escribe diligentemente todos los meses reclamándole con frustración una respuesta. Las cartas son archivadas por la secretaria de Jervis, la Sra. Pritchard (adorada Thelma Ritter) y es a instancias de ésta que Jervis finalmente las lee y se interesa por Julie. El baile de primavera en la Universidad da la excusa perfecta para el encuentro y, deslumbrado y seducido, Jervis se lanza a la conquista de su protegida ocultando su rol en la educación de Julie. Pero la cuestión de la diferencia de edades y los prejuicios que ello genera volverán para interponerse en su felicidad.-
Hay tantas cosas que conspiran contra el éxito de esta película y que sin embargo son superadas, que cada escena termina siendo una delicia. En primer lugar, Daddy Long Legs tiene en contra el sistema CinemaScope sobre el cual bromearía dos años más tarde en Silk Stockings: la pantalla ancha es la principal enemiga de un musical que pretende intimidad y romance pero de alguna forma el director Jean Negulesco y los coreógrafos Roland Petit, David Robel y el propio Astaire logran un buen uso del espacio ya sea reuniendo a sus personajes en un gigantesco escenario vacío, enfatizando su abrazo, o bien acentuando su separación colocándolos a gran distancia. Especialmente durante la secuencia de baile que sigue a la canción Something’s Gotta Give, este juego de encuentros y separaciones en la pantalla sirve para contar la historia de este amor naciente entre Julie y Jervis.-
En segundo lugar, tenemos la improbable pareja entre el cincuentón Astaire y una jovencísima Caron con sus diferencias de estilos. Para la década del cincuenta los galanes de los años treinta y cuarenta (Cary Grant, Gary Cooper, Clark Gable, Gene Kelly, el propio Astaire…) estaban envejeciendo y formando pareja en la pantalla con nuevas estrellas femeninas en ascenso (Grace Kelly, Audrey Hepburn, Natalie Wood…). En lugar de soslayar la diferencia de edad y pretender que no estaba allí, Daddy Long Legs la pone de relevancia, utilizándola como recurso humorístico pero sobre todo para construir la historia. Cada vez que Jervis está a punto de acercarse a Julie, es el prejuicio por la edad lo que los separa y cuando finalmente sean reunidos será en el espacio contenido de la Mansión Pendleton, el único ámbito en el cual Jervis no tiene que reprimir su personalidad jovial y moderna.-
Finalmente, está la cuestión del ballet. A partir de An American in Paris (que a su vez tomó el concepto de The Red Shoes) se impuso como estándar la incorporación de un ballet en los musicales (otro punto satirizado por Astaire en Silk Stockings). Estos ballets, si bien son maravillosos como piezas en sí mismas, suelen interrumpir el flujo argumental por largos minutos. En Daddy Long Legs encontramos la desventaja adicional de que Fred Astaire no participa realmente de él en lo más mínimo - resulta indudable que fue concebido como una vitrina para Leslie Caron - lo cual es particularmente inusual en una “película de Fred Astaire”. Este ballet forma parte de una secuencia en la que Julie sufre la ausencia de Jervis, quien ha partido a diferentes ciudades del mundo para alejarse de ella, convencido de que su amor es imposible. En este contexto, la joven se imagina a sí misma en una búsqueda cada vez más angustiosa de su amado por París, Hong Kong y Río de Janeiro. Debo decir que el primer segmento no me atrae demasiado pero encuentro que el segundo y el tercero exploran acertadamente la vulnerabilidad de Julie y de Caron. Cuando Julie se transforma en una femme fatal en Hong Kong, buscando a Jervis en una de múltiples puertas marcadas todas con el mismo número (así, Jervis podría estar en cualquiera de ellas que es lo mismo que decir que no está en ninguna), Caron proyecta más autodestrucción que sensualidad; y para el segmento final, situado en el carnaval de Río, ya no queda nada de esta mujer-niña perdida en el mundo.-
Pero no quiero dejar la impresión de que Daddy Long Legs es una película oscura o que lidia en profundidad con las desventuras del amor y con el abandono. Los guionistas Phoebe y Henry Ephron (padres de la querida Nora) encuentran lugar para mucho humor y para contar una historia de amor con matices y textura. Contrariamente a lo que sugiere el embajador de Estados Unidos, Jervis no se enamora de Julie porque es joven sino porque es fresca y vital a diferencia del entorno que lo rodea, y Julie no cae rendida ante el hombre mayor que aparece con ofrendas lujosas sino que es seducida por la generosidad y el genuino interés que Jervis pone en hacerle preguntas y escuchar sus respuestas.-
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Recuadro del día: Roberta.-
Es increíble que ya hayan pasado tres años desde que comenté mis quince momentos favoritos de las películas de Astaire y Rogers. Y sí, desde ese entonces no volví a disfrutar de la magia de estos dos que estoy convencida siguen bailando en el Cielo. Elegí volver a Roberta porque contiene mi número favorito de todos los filmados por Fred y Ginger (Smoke Gets in your Eyes) pero debo decir que, exceptuando los números musicales y un puñado de escenas que funcionan bien, Roberta no sólo se arrastra durante la escena del desfile de modas (que adelanté con mi siempre fiel control remoto) sino durante gran parte de los momentos consagrados a la pareja principal, formada por Irene Dunne y Randolph Scott. Para compensar, Fred y Ginger tienen una dinámica maravillosa en su relación; al no ser los principales, su historia se simplifica mucho en comparación con, pongamos por caso, Top Hat y lo que sale a la superficie en sus escenas no musicales es aquello que podemos ver durante sus bailes: la complicidad y lo bien que se lo pasan.-
Es increíble que ya hayan pasado tres años desde que comenté mis quince momentos favoritos de las películas de Astaire y Rogers. Y sí, desde ese entonces no volví a disfrutar de la magia de estos dos que estoy convencida siguen bailando en el Cielo. Elegí volver a Roberta porque contiene mi número favorito de todos los filmados por Fred y Ginger (Smoke Gets in your Eyes) pero debo decir que, exceptuando los números musicales y un puñado de escenas que funcionan bien, Roberta no sólo se arrastra durante la escena del desfile de modas (que adelanté con mi siempre fiel control remoto) sino durante gran parte de los momentos consagrados a la pareja principal, formada por Irene Dunne y Randolph Scott. Para compensar, Fred y Ginger tienen una dinámica maravillosa en su relación; al no ser los principales, su historia se simplifica mucho en comparación con, pongamos por caso, Top Hat y lo que sale a la superficie en sus escenas no musicales es aquello que podemos ver durante sus bailes: la complicidad y lo bien que se lo pasan.-
¿Sabes que me encanta el nombre de Roberta? Sí, de verdad. Me parece un nombre con muchísima personalidad. ¡Leyendo tu apasionado texto sobre Papá piernas largas... me doy cuenta de una cosa (y estoy encantada por ello)! ¡Tengo que volver a verla! No la tengo fresca en mi mente, pero sé que siempre que la veo, me engancha...
ResponderBorrarBeso
Hildy
Sí, ya no se escuchan nombres con carácter. Al menos por estos lados hay una invasión de nombres que nadie sabe qué significan (ni siquiera los padres que los eligen).-
BorrarA mí me ha encantado Daddy Long Legs, fue una hermosa sorpresa.-
Qué lindo redescubrir pelis olvidadas, yo estoy disfrutando muchísimo mis recuadros.-
Más besos, Bet.-