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Variaciones sobre un mismo tema: Love Affair (1939) - An Affair to Remember (1957).-

En este caso comentaré ambas películas a la vez porque el diálogo entre ambas es tan intenso que siento que no puedo separarlas.-



Love Affair y An Affair to Remember forman parte de una miniserie dentro de esta serie de variaciones que encuentro fascinante y es la de directores que se pusieron al frente de remakes de sus propias películas, en este caso Leo McCarey. Me intriga mucho la idea de un director lo suficientemente comprometido con una determinada historia como para retomarla años después con otro elenco, otra tecnología, otra forma de contar.-
Hacía mucho tiempo que no me reencontraba con estas películas (particularmente con Love Affair, que creo que sólo ví una vez antes) y de pronto descubrí aristas que nunca había advertido. Ahora creo descubrir que lo que resulta tan atrayente de esta historia no es tanto el aspecto del deber y la tragedia interponiéndose en una pareja (hay muchas historias con los mismos elementos) sino principalmente esta idea de dos seres imperfectos encontrándose y reconociéndose el uno en el otro en un momento crítico de sus vidas. Esta idea, sugerida en la primera versión y explicitada en la segunda, de una primavera que ya pasó y un invierno que se avecina no en términos cronológicos (aunque me resulta fascinante que esta no sea una historia de amor entre veinteañeros) sino subjetivos. O dicho en otras palabras, esta conciencia que tienen ambos protagonistas de que si la cagan ahora ya no podrán enmendar sus vidas.-
La historia es idéntica en ambas películas: un playboy (Charles Boyer como Michel en la primera, Cary Grant como Nickie en la segunda) a punto de casarse con una multimillonaria se embarca hacia Nueva York y conoce a Terry (Irene Dunne y Deborah Kerr, respectivamente), una antigua aspirante a cantante que también está en una relación sentimental con un hombre que la espera en América y que se supone la salvará de una vida de penurias económicas. En una escala del trasatlántico Michel/Nickie invita a Terry a acompañarlo en una visita a su abuela (Maria Ouspenskaya en 1939, Cathleen Nesbitt en 1957), lo cual consolida la unión de la pareja. Al llegar a Nueva York los enamorados hacen un pacto: se darán seis meses para ordenar las cosas y volverán a encontrarse en la cima del edificio Empire State. Llega el día de la cita y Michel/Nickie se presenta pero espera en vano: Terry sufre un accidente camino al Empire State, queda imposibilitada de caminar y - no queriendo ser una carga para su amado - decide no intentar contactarlo.-


Como decía antes, nunca antes había reparado en cuán parecida es Terry a su enamorado: ella también está dispuesta a entregarse a un matrimonio sin amor con tal de acceder a la vida de lujos de la que tanto disfruta pero que no está en posición de procurarse por sí misma. En ese sentido cuando la abuela de Michel/Nickie le dice que su nieto no tiene ningún problema que una “buena mujer” no pueda solucionar, la reacción de Terry (especialmente en la forma en que es interpretada por Deborah Kerr) es muy significativa: ella no se considera una “buena mujer” pero la abuela, que no la conoce pero conoce a su nieto, ve más allá. La vinculación entre ambas mujeres resulta en una de las escenas más hermosas en la versión de 1957 (en la versión anterior es un poco más superficial en mi opinión, creo que Ouspenskaya está demasiado predispuesta a hablar ante el menor estímulo mientras que Nesbitt dice sus líneas con un poco más de sentimiento e intención). De la misma forma, la escena en la cual Terry y Nickie rezan en la capilla tiene más emoción que su análoga de 1939, creo que aquí McCarey logra transmitir con mayor claridad la encrucijada en la que se encuentran sus protagonistas.-
Otros aspectos que difieren en una y otra versión son las relaciones de cada enamorado con sus prometidos. En la primera versión, encontré sumamente molesto que la prometida de Michel (Astrid Allwyn) se empeñe en llamarlo “Michael” en lugar de “Michel” en lo que me pareció una muy sutil forma de sugerir que a esta mujer en verdad no le interesa la identidad del protagonista en lo más mínimo, sólo capturó la pieza más codiciada del tablero y ya. En la segunda versión es Ken (Richard Denning), el prometido de Terry, quien me resultó insufrible. Hay un halo de dominación en su relación que encontré fascinante en términos dramáticos y que sugiere que Ken va a cobrarse por lo que Terry está obteniendo de él, no necesariamente con violencia pero sí con imposición de su voluntad. Sólo en la segunda parte de la película cuando Terry logra su independencia parece establecerse una relación saludable entre ambos.- 
En cuanto a ambos protagonistas masculinos, me encontré disfrutando de la interpretación de Boyer mucho más de lo que esperaba. En mi recuerdo, siempre estará ligado a personajes oscuros y dramáticos como los de Gaslight y Mayerling pero aquí me sorprendió en su rol de galán cómico-romántico y en muchos aspectos lo encontré parecido en cuanto a su estilo a Cary Grant. Tal vez más parecido a Grant que el propio Grant. Quiero decir que adoro a Cary Grant en cualquier contexto, puedo verlo leyendo la guía telefónica y aún así voy a amarlo, pero al mismo tiempo debo admitir que pese a todo su encanto (y Nickie es encantador) no creo que esta sea su mejor interpretación. En rigor de verdad, lo único que no me gusta es su reacción cuando descubre que Terry no puede caminar y estoy juzgando toda su actuación por ese solo momento, soy injusta lo sé.-
Tuve tantas idas y vueltas con estas películas… Durante mucho tiempo detesté la versión de 1957 y cuando ví la de 1939 me pareció menos de lo mismo. No sabría decir cuándo cambié de opinión sobre ellas; lo cierto es que de alguna forma, en algún momento el DVD de la versión de Cary Grant terminó en mi biblioteca (la otra versión puede verse fácilmente en Internet, cayó en el domino público). Ciertamente, determinadas películas se aprecian mejor en diferentes momentos de la vida. Pues bien, a estas dos películas bellamente filmadas les ha llegado el momento en la mía.-

Comentarios

  1. Cuántas cosas hermosas e interesantes apuntas en tu texto sobre estas dos películas de Leo McCarey, el original y su remake. Como el tema principal: "dos seres imperfectos encontrándose y reconociéndose el uno en el otro en un momento crítico de sus vidas". O las diferencias y los encuentros entre ambas. Los matices y detalles. Cómo me he reído con tu frase: "Quiero decir que adoro a Cary Grant en cualquier contexto, puedo verlo leyendo la guía telefónica y aun así voy a amarlo". Y esa opinión tan cierta de que hay películas que tienen su momento, que a veces las ves por primera vez y no te hablan, y luego más tarde entablan contigo conversación. O viceversa. Algunas empezaron hablándote y después se quedaron mudas.
    Decirte que otro de mis consentidos maravillosos es Charles Boyer. Le tengo un cariño especial a este caballero. En Tú y yo está maravilloso. Y en sus papeles oscuros como bien dices, Luz de gas o Si no amaneciera, luce fantástico. Lo quiero en El cielo y tú, en El pecado de Cluny Brown, en Madame de..., en Fanny o Descalzos por el parque. Y en las que me queden por descubrir.
    Qué serie, querida Bet, qué serie.

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Uy, más lento por favor que voy a tomar nota de las películas de Charles Boyer. Estuve leyendo por encima su biografía, porque me interesó corroborar las edades de los cuatro protagonistas de estas películas al tiempo de la producción de cada una, y qué historia más... ¿triste? la de Boyer, que se suicidó dos días después de enviudar (su único hijo se había suicidado unos años antes también). No sé si llamarla triste porque del lado positivo tuvo un matrimonio para toda la vida pero me resultó intrigante al menos, algo similar me sucede con George Sanders.-
      Me fui de tema. Ya estoy redondeando la serie y te cuento que me costó concentrarme las últimas dos semanas porque me estoy relamiendo con un mega proyecto que estoy intentando cerrar para el blog del año que viene (me hago un poco la misteriosa, jeje).-
      Volviendo a esta historia, en esta oportunidad me ha tocado como nunca. Te diría sin ruborizarme que nunca había entendido la historia hasta ahora (algo parecido me sucedió con Historia de Filadelfia y ahora que la menciono me tienta elegirla como entrega final de este mes). En sentido inverso, coincido, algunas películas fueron muy importantes para mí en su momento (y libros y música también, si vamos al caso) y ahora no volvería a ellas. Por suerte es así, ¿no? Imaginate qué aburrido sería todo si no cambiáramos.-
      De verdad... ¿no te quedarías mirando a Cary Grant todo el día? Aún en sus fotos de señor mayor es un encanto. Me voy despidiendo que siento que ya hablé demasiado, jajaja.-
      Un beso enorme, Bet.-

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