Ir al contenido principal

Indiana Jones and the Temple of Doom (Indiana Jones y el templo maldito) - Steven Spielberg, 1984.-



Qué suerte la mía de poder incluir en esta serie una película de Indy. "El templo de la perdición" (como la conocí en mi infancia) es la que menos me gusta de las tres originales (la tercera siempre fue mi favorita), pero aún así me alegré mucho de poder reencontrarme con el héroe de mi infancia y nada menos que en el día de mi cumpleaños.-

Esta segunda entrega de la serie nos lleva desde Shanghai hasta la India en un viaje fantástico que mezcla elementos místicos con el eterno sueño de gloria y fortuna de Indiana Jones. El Dr. Henry "Indiana" Jones Jr. (Harrison Ford), arqueólogo célebre si los hay, se encuentra con una suerte de gangster chino (Roy Chiao) para un trato de negocios. El encuentro termina mal (con tiros, caos, ingesta de veneno… todo lo que vinimos a buscar) e Indy termina huyendo en auto con Wllie Scott (Kate Capshaw), la "chica" del gangster y con "Rapaz" (Ke Huy Quan), su asistente de doce años. Un par de aventuras más tarde, el trío termina en la India, en donde el líder de una comunidad devastada por la sequía y la pérdida de sus niños, le pide a Indy que recupere una piedra sagrada que se encontraría en poder del Maharaja (Raj Singh).-

Lo primero que tengo para decir sobre esta película es que la primera escena, que transcurre en un club nocturno de Shanghai, es un bello homenaje a las películas musicales de los años '30 e hizo que mi corazoncito cinéfilo se acelerara de emoción. Aquí Spielberg juega a ser Busby Berkeley por un ratito (sólo faltó la toma cenital) y nos regala una secuencia coral de claqué deliciosa.-




Esta primera escena no sirve más que como excusa para que Indy conozca a su pareja y para insinuar el dilema en la vida del héroe: este sueño de fortuna que mencioné anteriormente. En efecto, la transacción que Indy intenta llevar a cabo es el intercambio de los restos de un antiguo emperador chino por un enorme diamante. No hay aquí un fin altruista o científico sino puramente comercial, lo cual nos muestra que nuestro héroe tiene sus luces y sombras. Mucho más tarde, esta faceta volverá a salir a la luz cuando Indy, tras recuperar la piedra sagrada que fue a buscar, se demora recogiendo otras dos piedras que no son esenciales para devolver la vitalidad a la comunidad que le encomendó la misión, pero sí podrían activar un poder sobrenatural a su poseedor. La lucha entre el bien y el mal, representada en la vida del arqueólogo por la puja entre el conocimiento y la codicia, es una constante en Indy (volverá a aparecer en toda su gloria en la tercera película de la serie, cuando Indy arriesgue su vida para recuperar el Santo Grial) pero aquí es al mismo tiempo lo que le permite develar el misterio que rodea la desaparición de los niños de la aldea. Es decir que lo que aparece como un defecto del héroe termina ayudándolo a hacer el bien. No hay defecto que por bien no venga en este caso…

En su parte media la película se demora en los detalles de un antiguo ritual maligno que busca fortalecer al reino en base a sacrificios humanos. Esta parte siempre fue el motivo de que esta película no me gustara tanto y recuerdo una vez en particular en la que debí dejar el visionado por la mitad porque el clima de la secuencia fue demasiado intenso para mi sensibilidad de diez o doce años de edad. En esta oportunidad, pude ver la película completa y debo decir que no perdí el interés en ningún momento pero… si puedo elegir, prefiero ver a Indiana Jones peleando contra los nazis y no contra sacerdotes sedientos de sangre.-

Otra cosa que fue diferente en este visionado en relación a los de mi infancia es que encontré un aura de cine clásico constante que antes me había pasado inadvertido. No sólo está la secuencia musical del comienzo que ya mencioné, sino que la dinámica entre Indy y Willie recuerda mucho aquella de las screwball comedies de los años ‘30 y ‘40. Willie tiene mucho de las rubias alocadas de aquellos años, viéndola no pude evitar pensar en la querida Carole Lombard y su relación con Indy me trajo el recuerdo ineludible de Clark Gable y Claudette Colbert en It Happened One Night en ese viaje imposible en avión (era un autobús en aquélla), en esa velada en lo salvaje, en el contacto con costumbres extrañas. Además, es inevitable recordar la fantástica Gunga Din, a la que The Temple of Doom le debe mucho.- 

Mi sensación tras este reencuentro cinéfilo fue de gran disfrute. No estoy diciendo ninguna novedad pero Spielberg sí que sabe divertir al espectador, no hay con qué darle. Aún cuando el tema no interese tanto, aún cuando me dé asco ver tanto bicho suelto, aún cuando las escenas rituales se hagan difíciles de ver, no cambio a Indiana Jones por nada del mundo.-

La película completa no está disponible para ver en forma gratuita, claro está, pero encontré la secuencia inicial en Youtube. Díganme si no se les planta un lagrimón...





Comentarios

  1. Hola Bet
    ¡Con Indy hemos topado!
    La primera escena de El Templo es, para mí, lo mejor de toda la trilogía. Es un homenaje al cine de aventuras, un prodigio de montaje y una montaña rusa de emociones. El resto de la peli suficiente tiene con no bajar mucho el nivel. Y sí, estoy de acuerdo, la parte oscura del templo casi apaga el luminoso comienzo.
    Kate Capshaw es un homenaje a toda las rubias del cine clásico, la candidez de Marilyn, la picardía de Harlow, un poco de la doble cara Lana Turner... Y ella lo hace muy bien... creo que a Spielberg le gustó mucho.
    El chico casi le roba la peli a Ford pero yo siempre lo había conocido como Tapón. Eso de "rapaz" me suena a mi infancia cuando todos eramos "rapaciños".
    Un saludo, Manuel.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ah, no conocía la palabra "rapaciños" :) En realidad, el nombre del niño es Short Round, creo que aquí le pusieron rapaz como un guiño a la historia de cómo conoció a Indy y tal vez como una referencia al tipo de misiones que el héroe le encomienda. En todo caso, el subtitulado con el que vi la película en esta oportunidad parece ser el mismo que veía en mi infancia, o al menos el apodo del niño es el mismo.-
      Coincidimos sobre esta película, la parte media se hace un poco cuesta arriba, como si perteneciera a otra historia.-
      Capshaw está muy bien aquí. Después no la he visto mucho, pero tenía una película que me gustaba mucho, "La Carta de Amor" en donde un pequeño pueblo se veía revolucionado por la aparición de una carta de amos anónima que cada cual creía escrita para sí. Creo que se dedicó mayormente a la vida familiar y es que sí, a Spielberg le gustó mucho jaja.-
      Un abrazo (continúo escribiéndole más adelante, querido Manuel), Bet.-

      Borrar
  2. Adoradaaaaa Bet, mil felicidades. Espero que hayas pasado un bonito cumpleaños... ¡Ni más ni menos que con Indiana Jones! Amo esa saga de puro cine de aventuras. ¡Seguiremos mucho tiempo felicitándonos y escribiendo de cine sin parar!
    Te diré un secreto: siempre nos hemos confesado nuestros amores clásicos... Acercándonos más a nuestros tiempos, Harrison Ford tiene varios personajes y películas en su filmografía... que me hacen adorarle: Indiana, Blade Runer, Único testigo, Frenético... En fin, jajaja, nuestra lista de galanes aumenta sin parar.
    ¡Esa primera secuencia es mágica! Y el amor al cine clásico de Spielberg es uno de los alicientes de la saga.
    Beso de dimensiones gigantes
    Hildy

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Jajaja, es que a medida que pasan los años se van sumando galanes. Nunca he visto Blade Runner (otra de mis lagunas marcianas) pero coincido en todo el resto. A mí siempre me gustó mucho una película de él que aquí se llamó "Se presume inocente" en donde él hacía de un abogado acusado del asesinato de su amante. Y dos que se veían mucho en casa, Secretaria Ejecutiva y Regarding Henry. Y en esta película, cuando se sienta a la mesa con su smoking de saco blanco, no me dejó para nada indiferente (digo yo enarcando las cejas).-
      Yo confieso que no he visto la cuarta (y creo que ahora se viene una quinta). Me dio pereza, pero debería ponerme a tono con esta segunda parte de la saga.-
      Brindo simbólicamente por todos los años que han pasado y todos los que vendrán. Ya sabés que me pongo sentimental en las fechas especiales, pero de veras han pasado muchos años (el próximo enero se cumplirán diez años desde que encontré tu blog aunque no me atreví a escribirte por varios meses) y tu amistad constante ha sido un sostén invaluable en esta aventura de sentarse a escribir tonterías. Por muchos más años, más cine y más galanes.-
      Un abrazo enorme, Bet.-

      Borrar
  3. Soy Manuel otravez
    Que con tanto Indy y tanta rubiwood se me olvido: que apagues muchas velitas -imaginarias y de las otras- y que el año que comienzas estrenes muchas ilusiones -de las otras e imaginarias-. Feliiiiz, feliiiz entudíaaaaa...

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Aquí sigo Manuel, para no olvidar nada. ¡Muchas gracias! Ilusiones nunca faltan :D de las de cine y de las otras. Un cariño, Bet.-

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): P- Q.-

The Pajama Game (Juego de Pijamas) - George Abbott y Stanley Donen, 1957.- Sid Sorokin (John Raitt) acaba de conseguir trabajo como superintendente de la fábrica de pijamas propiedad del Sr. Hasler (Ralph Dunn) cuando un conflicto con uno de los operarios lo pone delante del “comité de agravios” presidido por Babe Williams (Doris Day). El romance nace casi a primera vista, pero hay un problema: por su función, Sid está del lado de la patronal mientras que Babe vive para el sindicato de trabajadores cuando éstos están en plena negociación por un incremento salarial de siete centavos y medio la hora.- Vi por primera vez esta película hace casi diez años y si bien en su momento me gustó mucho, por algún motivo no había vuelto a verla. Redescubrirla fue una delicia absoluta. Empezando por el principio (literalmente), había olvidado que la coreografía es de Bob Fosse y aquí ciertamente se luce creando números multitudinarios que transforman los movimientos típicos de un taller de confección

The Roaring Twenties (Los violentos años veinte) - Raoul Walsh, 1939.-

Esta película bien podría formar una interesante sesión doble con The Public Enemy . Ambas son protagonizadas por James Cagney (con ocho años de distancia entre una y la otra) pero además ambas presentan dos modelos diferentes de películas de gangsters : el anterior y el posterior a la aplicación del Código Hays.- Durante el período pre - code , en el cual el género floreció, los realizadores pudieron colocar en el rol del héroe a criminales atractivos pero muchas veces despiadados, mientras que el lugar del villano quedaba reservado para otros delincuentes (con una fuerza de policía ausente), cuando no para la propia policía y otras figuras de autoridad. Esta inversión en los roles tradicionales, característica de este período, debió ajustarse con la aplicación del Código, surgiendo así una nueva figura: el gangster con el “corazón de oro”, es decir el delincuente simpático, que pese a sus acciones criminales de mayor o menor violencia, se sacrifica hacia el final por un ideal

Where the sidewalk ends (Al borde del peligro) - Otto Preminger, 1950.-

Seis años después de la producción de Laura , Otto Preminger volvió a reunir a los actores Dana Andrews y Gene Tierney y al cinematógrafo Joseph LaShelle para Where the sidewalk ends , un film mucho más noir e interesante (en mi opinión) que su célebre predecesora.- Where the sidewalk ends gira en torno al detective Mark Dixon (Dana Andrews), el hijo de un delincuente muerto durante un intento de fuga de la prisión cuando Mark tenía 17 años. Mark dedicó su vida a diferenciarse de su padre, pero el destino lo lleva una y otra vez a una zona gris en donde los policías no son muy distintos de los criminales. Su principal obsesión es lograr la captura de Scalise (Gary Merrill), un mafioso de poca monta que regentea un garito clandestino. Cuando un rico apostador (Harry von Zell) es asesinado luego de ganar una fortuna, Scalise señala como culpable a Ken Paine (Craig Stevens), uno de sus secuaces, pero Mark tiene sus propias ideas al respecto. Con la esperanza de conseguir una de