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Nuevo abecedario de cine (Edición musicales): E - F.-

Every Night at Eight (A las ocho en punto) - Raoul Walsh, 1935.-



Esta es una de las películas cuya existencia desconocía por completo y que me fue sugerida por el índice alfabético de aquel libro que les mostré en la presentación. Me intrigó mucho porque hasta este Abecedario solo había visto dos películas musicales protagonizadas por George Raft, Bolero y Rumba, y tras su visionado… digamos que entiendo por qué cayó completamente en el olvido pero al mismo tiempo me quedó una buena sensación.-

Con solo una hora y dieciséis minutos de duración la película desperdicia un tiempo que no tiene en números musicales y escenas “de relleno” y deja mucha trama tirada en el camino. Lo que queda es la historia de Dixie (Alice Faye), Susan (Frances Langford) y Daphne (Patsy Kelly), tres amigas empleadas en una corporación que sueñan con convertirse en estrellas de la canción. Cuando pierden sus empleos por burlarse del dueño de la compañía (John Dilson) deciden probar suerte en un concurso radial para aficionados. El trío pierde el certamen contra la banda de jazz de “Tops” Cardona (George Raft) quien a cambio decide incorporarlas a su show como cantantes, logrando convertirse en un éxito de las emisiones radiales.-

Esta película, producida por Walter Wranger y Paramount, tiene muchas reminiscencias de los musicales que Warner Bros produjo durante el pre-code: las tres amigas (una sexy, la otra con pinta de “buena chica” y la tercera que aporta las notas de comedia, pero todas con el corazón de oro) que no tienen un centavo, el líder de la banda de jazz que las explota pero que sólo tiene buenas intenciones, la ambición por pertenecer a un mundo que las rechaza pese a que ellas valen mucho más que cualquiera de los aristócratas con los que quieren codearse, el éxito que llega tras tanto esfuerzo.-

La primera diferencia con aquellas películas es que Every Night at Eight llega tarde (1935 es el mismo año en que se estrenó Top Hat que está a años luz en términos de calidad artística y comercial). La segunda diferencia es que los realizadores no supieron resolver la ecuación entre el talento que tenían y los recursos con los que contaban. Resulta evidente que no se invirtió demasiado dinero en la producción: lo único que vemos durante el segundo acto, cuando se supone que las chicas están trabajando todo el tiempo para ganar contratos, es una sucesión de escenas domésticas. Se nos dice que “Tops” trabaja todo el tiempo y que no las deja divertirse, pero no vemos nada de eso. Más agraviante aún, lo único que llegamos a ver de George Raft bailando son unos pocos pasos que da mientras dirige la orquesta, a un costado de la pantalla. ¿Por qué no vemos algo más? ¿Qué sentido tiene traer a un actor a un rol que no le es habitual pero que sabemos que puede cubrir (Bolero es magnífica y es anterior) y luego no utilizarlo? Tal vez la película perdió escenas durante la edición, pero en ese caso, fueron las equivocadas. Tampoco tengo certeza de que la cuestión fuera presupuestaria, no sé si es más caro filmar una (¡al menos una!) escena de baile que lo que quedó en la película.-

¿Por qué decía que me quedó una buena sensación? Porque a pesar de sus deficiencias narrativas, de que en el último acto las chicas (sobre todo Dixie y Daphne) se comportan de manera infantil, del final apresuradísimo, de que no se ve a Raft bailar mucho, la película deja una suerte de corriente de aire fresco, de rareza a la que recurrir si uno quisiera apartarse de los caminos habituales de grandes títulos y grandes nombres del género musical.-


Footlight Parade (Desfile de Candilejas) - Lloyd Bacon, 1933.-




Sin querer, me ha salido una buena sesión doble de dos “duros” del Hollywood clásico calzándose los zapatos de claqué. Allí era George Raft y aquí mi querido James Cagney haciendo de Chester Kent, un productor de musicales que debe adaptar su medio de vida cuando la llegada del cine sonoro provoca la crisis del sector. Chester tiene la idea magistral de empezar a diseñar “prólogos”, pequeños números musicales que acompañen las funciones de cine, pero hacerlo en gran escala para copar el mercado.-

Footlight Parade fue creada por el mismo equipo que ese mismo año había hecho 42nd Street y sigue en mucho la misma estructura: los castings, la parte financiera del mundo del espectáculo, los ensayos interminables, Ruby Keeler transformándose de la noche a la mañana en una estrella y para terminar, unos números espectaculares coreografiados por Busby Berkeley. Lo que la convierte en una película única es justamente la presencia de Cagney, que aporta toda su energía de siempre más el elemento sorpresa cada vez que da unos pasos de baile. La historia permite que estas secuencias musicales se vayan presentando poco a poco hasta el número final, Shanghai Lil, que lo tiene por protagonista.-

El resto de la película es una buena mezcla de elementos que en la combinación dan un resultado maravilloso. Por un lado tenemos la realidad de una forma de espectáculo, el cine sonoro, devorándose a las demás y los esfuerzos de éstas por subsistir. Por otro, la competencia desleal que Chester enfrenta tanto puertas afuera como adentro de su compañía (un ex colaborador está robándose todas sus ideas y utilizándolas en la productora rival mientras que los propios socios de Chester - no falta Guy Kibbee haciendo de uno de ellos - “dibuja” los números para recortar sus ganancias). El héroe debe además lidiar con los “protegidos” de la esposa de uno de sus socios (Dick Powell interpreta a uno de ellos), con un coreógrafo temperamental (Frank McHugh), con una ex esposa malvada (Renee Whitney) y una prometida desleal (Vivian Rich) y con la falta de inspiración para completar la demanda infinita de “prólogos”. El único sostén estable en la vida de frenesí que lleva (Chester comparte mucho con los otros creadores incansables que visitamos, Joe Giddeon de All That Jazz y “Tops” Cardona de Every Night at Eight que dejan el alma en el escenario) es su secretaria Nan (Joan Blondell), quien para sorpresa de nadie, está enamorada de él.-

El último tercio de la película está dedicado a los números de Berkeley que Chester diseñó para lograr un importante contrato con Apolinaris (Paul Porcasi), el dueño de una cadena de cines con permanente indigestión. 

El primero de ellos, Honeymoon Hotel es más un juego de montaje que un número de baile; es la cámara quien baila y no los miembros del coro. Es un número picaresco en el que Dick Powel y Ruby Keeler interpretan a una pareja que llega a un hotel en donde da la casualidad que todos los huéspedes se registran como “Smith”, sólo que ellos toman la precaución de pasar por una oficina del Registro Civil casualmente instalada allí mismo antes de retirar la llave de su cuarto. Y aparece también Billy Barty, quien ya había aparecido en Gold Diggers of 1933 en un personaje similar, un ¿niño con enanismo obsesionado con el sexo? No lo sé, es de una incongruencia delirante que de alguna forma termina funcionando. El número termina con la más transgresora de las imágenes que un cineasta podía incluir en una película aún siendo del pre-code: la pareja de recién casados acostados en la misma cama bajo las cobijas.-

El segundo número es una gloria de la técnica, el máximo exponente de lo que Berkeley era capaz de diseñar y llevar a la pantalla y prefigura por diez años las fantasías acuáticas de Esther Williams. By the Waterfall empieza como otro dúo romántico de Dick Powell y Ruby Keeler para transformarse en una leyenda de ninfas para luego explotar en un caleidoscopio de nadadoras filmadas desde arriba, desde el costado, desde abajo, en cualquier sitio en donde pudiera colocarse la cámara, allí estaba Berkeley. El resultado es impactante; no pude encontrar el número completo en Youtube pero recomiendo mucho su visionado aún en forma aislada del resto de la película.-

Para terminar, el mencionado Shanghai Lil. La transición hacia el número es hábil, porque al principio no sabemos quién lo protagonizará (durante la película sólo vemos a Chester como director artístico de los números pero no nunca asumiendo roles en sus “prólogos”). El número en sí mismo es la historia de un marinero que ha perdido a su amor en un lejano puerto oriental y la busca incansablemente por bares ¿y fumaderos de opio? Es un número muy oscuro, no exactamente en el sentido en que Remember My Forgotten Man lo es pero deja la misma sensación de haber vivido una historia llena de connotaciones pesadas. Y tiene hacia el final la misma exaltación del New Deal, esa viñeta de propaganda que hoy cumple la misma función que las apariciones de Billy Barty, es decir que representa una incongruencia que termina resultándonos deliciosa. En el número Cagney brilla, hasta tiene oportunidad de protagonizar una pelea de bar a puño limpio pero sobre todo despliega todo su talento como bailarín, por momentos incluso saliéndose un poco de personaje y simplemente pasándolo genial. Este número tampoco está completo en Youtube pero sí puedo compartir la primera parte menos el prólogo.-




Comentarios

  1. Hola Bet
    Creo que hace poco vi una peli de aquellas en la que repetían al menos dos de las "tres gracias" -la bella, la lista y la graciosa-, poco a poco, el cine fue evolucionando hasta que una actriz podía hacer las tres (y estar "razonablemente" loca).
    No puedo con Cagney, eso sí, le reconozco que bailando tiene un cierto estilo y eso es un plus para los actores de aquellas fechas.
    Poco valoramos las virguerías de aquellos montajes en los busbybailes. Los vemos hoy boquiabiertos, verlos en su día debía ser casi un delirio.
    Un saludo, Manuel.

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    1. ¿Qué pasa con Cagney, querido Manuel? ¿Puedo hacer algo para acercar posiciones ahí? Usted avíseme y me pongo manos a la obra.-
      Jean Harlow y Carole Lombard son los primeros dos nombres que me vienen a la mente si pienso en "bella, lista y graciosa" todo en uno, más que nada en Lombard.-
      No puedo imaginarme lo que debió haber sido descubrir esos ballets demenciales en su momento. Hoy estamos curados de espanto con tanta creación digital pero Berkeley sin dudas fue uno de los que vinieron a confirman la superioridad de Hollywood como "fábrica de sueños" por encima de otras formas de espectáculo, precisamente aquello que pretende denunciar Footlight Parade.-
      Le mando un abrazo grande, Bet.-

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  2. Jajajaja, Manuelllll, me uno a Bet en esa pregunta que te hace..., pero con exclamaciones... ¡¡¡Qué pasa con Cagney!!!
    Después de haber leído, como siempre, la atractiva entrada que nos deja Bet (la primera película no la he visto y la segunda ya no recuerdo si la vi hace muchos, muchos años, pero ese aperitivo que nos has puesto me ha enganchado totalmente), me ha encantado esa sesión doble con dos tipos duros y de tan distinto pelaje: George Raft (aunque no nos baile) y James Cagney.
    A este último caballero ya solo por haber protagonizado Los violentos años veinte de Raoul Walsh..., yo no lo abandono.
    ... Otro duro fascinante en un musical es Marlon Brando en Ellos y ellas... Vamos, yo me lo quedo.

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Jaja, querida Hildy, yo creo que si nos aliamos podemos defender a Cagney dignamente. Yo desde que lo ví por primera vez en The Public Enemy, me enamoré. Tiene tantas películas que me gustan tanto, White Heat en donde está desatadísimo, City for Conquest en donde te parte el alma, Each Dawn I Die en donde tiene esa escena maravillosa en la que despide a su madre y se traga las lágrimas antes de regresar al pabellón en el que está detenido. Y también roles más cómicos, como el de Ladykiller y Picture Snatcher, dos pelis que aún no han aparecido aquí pero que hacen una linda sesión doble. Lo adoro, alguna vez le dediqué un texto en su cumpleaños.-
      ¡Marlon Brando en Ellos y ellas es una verdadera revelación! Está hecho todo un galán además.-
      Quedamos las dos embobadas, jaja. Te mando un beso enorme, Bet.-

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