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Abecedario de cine (novena entrega): Q - R.-

Queen Bee (La abeja reina) - Ranald MacDougall, 1955.-



Hace algunas entradas atrás traje a este espacio a una mala malísima interpretada por Gene Tierney en Leave Her to Heaven. Pues hoy toma la escena otra de la misma calaña, pero con matices bastante diferentes, interpretada por Joan Crawford.-

La joven e ingenua Jennifer Stewart (Lucy Marlow) llega de visita a la casa de su prima Eva, una dama de sociedad del sur de los Estados Unidos. Desde el primer momento hay algo que no está del todo bien en la casa, todos se lanzan indirectas y una de las invitadas (Fay Wray) exhibe un estado mental bastante frágil pero al menos se mantiene una apariencia de vivacidad. Todo se congela de veras cuando llega Eva en persona (Crawford) y copa el centro de la escena. Jennifer está fascinada con su prima y no quiere escuchar ninguna de las advertencias que los demás miembros de la familia intentan hacerle pero las cosas comienzan a cambiar cuando vea por sí misma la doble cara de de Eva.-

Queen Bee es el show absoluto de Crawford. Aún antes de aparecer domina la escena desde su retrato colgado sobre la chimenea y cuando por fin llega, es imposible mirar hacia otro lado. Te atrae como un imán con su sonrisa amplia y la intriga que genera, primero respecto al motivo por el cual todos la odian y luego, cuando empezamos a entrever su personalidad, sobre los límites a los que puede llegar con tal de sostener el circo de aduladores y sometidos a su voluntad del que disfruta.-

Nadie parece poder escapar a su poder para fascinar y controlar, aunque sólo quienes la conocen superficialmente pueden admirarla y Eva disfruta jugando el juego (una escena imperdible la muestra deslumbrando deliberadamente al médico que vino a atender a su pequeño hijo, un niño bastante traumatizado por la influencia materna, pero luego no recordando ni una palabra de su diagnóstico). Cuando el embrujo se termina, Eva tiene otras armas y no duda en mentir o decir la verdad en la forma más descarnada, según su conveniencia. Pero lo más fascinante sobre Eva es su vulnerabilidad. Crawford construye un personaje complejo, con debilidades bajo la coraza que exhibe y que en un punto se horroriza con su poder cuando las consecuencias son fatales. Al mismo tiempo, su necesidad de ser adorada es tal que ni siquiera concibe que alguien pueda fingir tal sentimiento. Es tremendamente ingenua en su perversidad y eso le costará caro.-

Un detalle interesante de Queen Bee y que habla en favor de Crawford como estrella (nunca estuvo entre mis favoritas, pero esta película ha hecho que la mire con mejores ojos) es que por magnética que sea su presencia, sabe apartarse en la justa medida como para permitir que la película tenga un cierto equilibrio. Su omnipresencia no llega a perjudicar la historia y así pueden desarrollarse historias paralelas que no la incluyen, como el desafortunado romance de la cuñana de Eva, Carol (Betsy Palmer) con su prometido Jud (John Ireland) o la historia de superación del marido de Eva, Avery (Barry Sullivan) a quien conocermos hundido en el alcoholismo y la reclusión pero que encontrará una pequeña luz de esperanza en la presencia benéfica de Jennifer. En una escena significativa Avery desiste de un intento de suicidio tras ver desde su ventana a Jennifer jugando con los dos pequeños hijos de él, bajo un sol precioso. Claro que Eva no es totalmente ajena a estas líneas argumentales secundarias, porque las manipula todas pero su desarrollo da un poco de aire y enriquece la historia.-

Por otro lado, la película tiene una estética preciosa. El vestuario de Crawford es infartante y la casa en la que transcurre la acción (entramos a la casa en la primera escena y ya no volvemos a salir hasta el final, en una bella simetría entre el comienzo y la última escena) no se queda atrás. La casa tiene una intrincada escalera doble y muchos cuartos bien cerados con sus respectivas puertas pero al mismo tiempo, hay una conexión entre los ambientes que permite que se pueda acceder o al menos espiar lo que sucede en ellos desde diferentes ángulos. Los cristales de la araña del hall de entrada, además, no dejan de tintinear durante las primeras escenas en un efecto inquietante, como anunciando los vientos o terremotos que sacudirán a la familia en el transcurso de la película.-

Recuerdo que cuando hace un par de años atrás leí la reseña sobre esta película en El Blog de Hildy Johnson pensé “paso, esto no es para mí”. Sin embargo, agradezco que este abecedario de cine me haya enfrentado con la difícil tarea de encontrar una película cuyo título comience con Q (no hay tantas, debo decir) y que así haya podido recalar en Queen Bee, que he disfrutado un montón.-

  


Royal Wedding  (Boda real) - Stanley Donen, 1951.-




Durante años quise ver esta película y la casualidad quiso que viniera a descubrirla la misma semana que falleció su protagonista femenina, Jane Powell (1929 - 2021). Royal Wedding cuenta una historia un poco autobiográfica para Fred Astaire: la de dos hermanos bailarines, Tom (Astaire) y Ellen (Powell) Bowen, que viajan a Inglaterra para un compromiso teatral en el curso del cual Ellen conocerá a un noble británico (Peter Lawford) y abandonará su carrera para casarse. Eso fue lo que le ocurrió al propio Astaire antes de arribar a Hollywood, sin música de fondo, claro está.-

Esta es una película deliciosa, con mucho humor, algo de romance y sobre todo, un par de números magníficos de Astaire en solitario incluído aquel famosísimo en el que baila por las paredes y el techo de su cuarto. Ahora bien, más cautivante que las historias románticas que los dos hermanos protagonizan es la relación entre ambos y que tiene un eco cómico en la interacción entre los mellizos representantes del dúo, uno estadounidense y el otro británico y ambos representados por Keenan Wynn. La relación entre Tom y Ellen es de sumo afecto y compañerismo, estos dos se conocen profundamente, son compinches, se cuidan el uno al otro y es una delicia verlos juntos en la pantalla (Astaire parece haber sido un hermano genial). Es también siempre refrescante encontrar en los musicales un dúo de baile entre un hombre y una mujer que no sea romántico sino de camaradería.-

Otra virtud de Royal Wedding está dada por el hecho de que aquí no hay momentos desperdiciados. Cada elemento narrativo es explotado en pos de la historia que se está contando. En ese sentido, si Tom debe aguardar a que su hermana se le reúna para ensayar en el gimnasio del buque que los llevará a Inglaterra, por supuesto que utilizará los accesorios allí disponibles para crear un número “espontáneo”. O si el dúo es llamado a ofrecer un espectáculo en el buque, claro que es más divertido y visualmente interesante si el mar está agitado en ese momento, haciendo difícil mantenerse en pie sobre la pista de baile (dejo el enlace a este número en YouTube porque me pareció muy cómico y diferente, casi el equivalente al accidentado número que comparten Astaire y Judy Garland en Easter Parade cuando ella intenta parecer sofisticada).-

Esta fue la primera película dirigida en solitario por Stanley Donen y sin dudas debe haber sido un gran voto de confianza de parte del productor Arthur Freed, poner en sus manos una película de la gran estrella que era Astaire. Donen sale más que airoso del desafío, con una película que mantiene el buen ritmo constante (juegos de palabras aparte) y que logra sobre todo el asombroso truco de Astaire bailando por las paredes en el número en el que Tom celebra que por fin se ha enamorado de una aspirante a bailarina (Sarah Churchill, quien sí, era hija de Winston) luego de una vida de romances ocasionales.-




Comentarios

  1. ¡¡¡Ese baile en las paredes es lo que más recuerdo, porque además no hay reportaje sobre cine musical que no lo incluya!!! Tengo que volver a verla.
    Qué grande es Stanley Donen como director. Y no solo de musicales. Es el director de una mis películas favoritas, "Dos en la carretera" (Two for the Road), y uno de los musicales de mi vida, "Siete novias para siete hermanos".
    Dios mío, mi querida Bet, qué bien me lo pasé viendo La reina abeja. ¡Ayyyy, que por una vez te ha convencido Joan Crawford, cómo me alegro!

    Beso
    Hildy

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    Respuestas
    1. Yo nunca había visto más que ese número y me encantó esta película, que no está a la altura de los grandes, grandes musicales pero tiene mucho corazón. Me generó una conexión con Three Little Words, otro pequeño musical con Astaire con el que creo que haría una buena sesión doble. Con Donen recién estoy reconciliándome, yo tomé el lado de Gene Kelly en la separación jaja.-
      Siete novias para siete hermanos la compré en DVD hace años pero todavía no la vi, ¿podés creer? Me da pereza el estilo de musical tan multitudinario ¡y estos son muchos hermanos y novias!
      Joan Crawford está lentamente entrando en mi consideración, ya me va a ganar. Queen Bee me encantó, por lo pronto, y me hizo dar ganas de revisitar Humoresque (la presencia de John Garfield allí siempre es un incentivo extra :D )
      Te mando un abrazote, Bet.-

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