Camille (La dama de las camelias) - George Cukor, 1936.-
La célebre historia de Alexandre Dumas hijo contada a través del filtro de la MGM y de un director sofisticado como Cukor sólo puede dar por resultado la exquisita película que es Camille. Cada escena, cada plano se presentan como un complejo tapiz de detalles, texturas, brillos sobre los cuales las estrellas de la película se convierten en elementos tan estéticos como aquéllos. Greta Garbo (en el rol de Marguerite) y Robert Taylor (como su enamorado Armand Duval) aparecen bellos como figuras de porcelana, sin que ello vaya en desmedro de sus aptitudes dramáticas.-
En lo personal, sigo prefiriendo a la Garbo del cine mudo. Creo que el sonoro vino a aportarle una solemnidad extra debido a su forma de declamar que no siempre me cae en gracia (excepto cuando se utiliza en tono de comedia como en la maravillosa Ninotchka o en la curiosa Two-Faced Woman). Aquí, la ligereza que pretende dar a su personaje (que se resiste a tomar el amor en serio) no deja de tener una gravedad que por momentos hace dudar de la sinceridad de Marguerite en sus postulados y por otros, resquebraja en mí la ilusión y me hace ver a la actriz detrás del personaje. Dejando esto de lado, la interpretación de Garbo da en la tecla del misterio de Marguerite, de la frescura con la que se entrega a su primer amor verdadero y de su sacrificio final, y se completa con un vestuario maravilloso que cuenta la historia por sí solo (todo el vestuario de la película es magnífico, pero en el caso particular de Marguerite, sus vestidos de fiesta apenas cubren su espalda, describiendo a la vez su notoriedad y la fragilidad de su salud; sus atuendos de campo permiten ilusionarse con su reforma y su túnica del final remite tanto a la pureza que ha alcanzado como a una triste mortaja). Su escena final, justamente, es conmovedora y de una sobriedad que me sorprendió: Cukor y Garbo van directo al punto, sin estridencias, y construyen una escena que conmueve por su sinceridad.-
En cuanto a Taylor, el pobre tiene fama de haber sido un niño bonito y bastante hueco y cuenta una de las leyendas sobre la filmación de Camille que Garbo salió de su hermetismo durante el rodaje y fingió estar verdaderamente enamorada de Taylor, para inspirar en este la debida reacción ante las cámaras. Sea como fuere, lo que queda en pantalla es un Armand apasionado y romántico y las escenas de la pareja no dejan de elevar su temperatura, aún Código Hays mediante (en especial la famosa escena en la que Marguerite le entrega a Armand una camelia para que la devuelva cuando esté marchita, gesto que tiene la virtud de inflamar los sentimientos del joven en una escena filmada con una fotografía de una belleza indescriptible). Una de mis escenas favoritas en la historia siempre es la confrontación entre Armand y Marguerite en el casino, en una noche en la que ambos se reencuentran tras la ruptura y ella se presenta del brazo del Barón de Varville (Henry Daniell), y aquí ambos protagonistas - y el grupete de secundarios que siempre los acompaña, porque uno de los grandes males de Marguerite es el entorno nocivo en el que se mueve - brillan, en especial Taylor, que construye lentamente la furia que termina por hacerlo estallar.-
La tercera figura importante en la historia es el padre de Armand (Lionel Barrymore) y aquí es donde la película tiene en mi opinión su punto débil. Admito que no he leído la novela (aunque será mi próxima lectura) pero al menos en la versión más conocida de la historia, La Traviata de Verdi, el padre del héroe impulsa la separación de la pareja para salvar el honor de su hija, una muchacha que está comprometida con un hombre que no se casará con ella si la familia tiene una asociación con Marguerite (Violetta, en la ópera). Así, el motivo por el cual la heroína cede es salvar a esta jovencita a la que no conoce, pero a la que quiere evitar un destino como el suyo. En esta adaptación, el Sr. Duval se presenta solamente para impedir que Armand tire por la borda una brillante carrera profesional y Marguerite asume su sacrificio por eso (nadie le pregunta a Armand qué quiere hacer, pero eso es harina de otro costal). Además de que la escena entre Garbo y Barrymore me parece soporífera (Lionel Barrymore no me cae para nada, debo reconocer, así que mi aburrimiento puede deberse a eso) creo que esta diferencia socava en mucho la emoción de la situación. Sólo me queda descubrir en la novela cuál fue la intención de Dumas.-
Por último, no quiero dejar de referirme aunque sea brevemente al “entorno” de Marguerite. La banda que la rodea no tiene desperdicio, empezando por Prudence (Laura Hope Crews), la antigua dueña del taller de costura en el que Marguerite trabajó al llegar del campo cuando era apenas mayor que una niña y que ahora le gestiona citas con candidatos acaudalados. Las únicas personas valiosas que rodean a Marguerite y que no buscan vivir a costillas de ellas para abandonarla cuando ya no tengan nada que lograr, son su criada Nanine (Jessie Ralph), su amiga Nichette (Elizabeth Allan, en un rol minúsculo que sospecho tiene mayor desarrollo en la novela) y el amigo en común de Marguerite y Armand, Gaston (Rex O’Malley), un joven con rasgos casi femeninos que permanece a su lado con lealtad hasta el final. Completando el panorama está el Barón y aquí la perversidad de esta relación basada en el interés y el individualismo se expresa con una violencia no explorada en otras adaptaciones que he visto.-
Death Takes a Holiday (La muerte de vacaciones) - Mitchell Leisen, 1934.-
Mi querida Hildy Johnson me hizo descubrir esta película hace algunos años y volviendo a ella me dí cuenta de que desde que conseguí el DVD (viene como contenido extra de Meet Joe Black, una versión mucho más conocida de esta historia) en 2017 nunca había vuelto a verla. Por ello quise rescatarla para este abecedario de cine y es que si bien se trata de una película extraña, merece ser rescatada del olvido.-
La historia se presenta tal cual lo propone el título: la Muerte en persona (mi querido Fredric March) decide tomar unas vacaciones para mezclarse entre los humanos y experimentar sus sensaciones, descubrir por qué le temen tanto y por qué se aferran a la vida. Y es que bajo su forma habitual no puede aproximarse a nadie sin ser mirado con horror, no puede estrechar la mano de nadie ni enamorarse o sentirse amado, ni siquiera puede tomar una flor para apreciar su fragancia sin marchitarla de inmediato. Decide entonces asumir la identidad del Príncipe Sirki (no termina de quedarme en claro si toma sólo su nombre o también su aspecto, lo cierto es que antes de usurpar su identidad se lo cargó, pobre Príncipe) y visitar la villa del Duque Lambert (Guy Standing). El único que conoce la verdadera identidad del visitante es, justamente, el Duque a quien la Muerte le impone la obligación de guardar el secreto; los demás, un grupo que incluye amigos (Henry Travers es uno de ellos) y a la prometida de su hijo Corrado (Kent Taylor), una bella joven llamada Grazia (Evelyn Venable) que no se decide a poner una fecha para el matrimonio, están convencidos de que el Príncipe es un viejo amigo del Duque y se sienten más o menos a gusto en su presencia según la personalidad de cada uno.-
La película comienza con una secuencia de títulos inusual, en donde los actores son presentados con su nombre impreso en pantalla sobre la imagen de cada uno mientras se divierten en una suerte de “fiesta de las flores”. La única ausente en la escena es Grazia, que se alejó del grupo para rezar en una pequeña Iglesia. Desde el comienzo está presente la imaginería de la muerte, las flores, la solemnidad de los ritos religiosos, la propia “sombra de la muerte” que se cierne sobre los personajes en forma literal en su regreso a la villa. En este marco, todo tiene un tono onírico y fantasmagórico, como si el mundo en el que se mueven los personajes no formara parte de lo tangible. Y al mismo tiempo, la película tiene mucho humor, algo que no recordaba de mi visionado anterior. El “choque cultural” que representa la incursión de la Muerte entre los humanos da pie a situaciones ligeras que son interpretadas por el resto de los personajes como la falta de adaptación del Príncipe Sirki a las costumbres locales.-
En el límite entre lo poético y lo cómico, nadie cabalga mejor entre ambos mundos que Fredric March. Su Muerte puede ser solemne, altiva en su superioridad inapelable pero también conmovedora en su desolación. La escena en la que observa asombrado como un niño que la rosa que Grazia prende en su solapa no se marchita, es un ejemplo de estos dos tonos que maneja la película. Podemos ver divertidos la reacción de Sirki, pero en el fondo de su curiosidad está la felicidad de quien constata que ya no causa la destrucción de todo lo que toca. Por otro lado, hacia el final de sus vacaciones la Muerte debe tomar una decisión que casi no querría tener que tomar, y entonces su desesperación vuelve a conmover: por primera vez está dispuesto a hacer un renunciamiento, pero al mismo tiempo, también por vez primera tiene a su alcance de tener lo que siempre anheló.-
Del lado de lo poético está también la interpretación de Venable como Grazia. Siempre me pareció que tiene un exceso de lirismo y recuerda un poco a las interpretaciones de los comienzos del sonoro, lentas y declamativas por demás. Pero cuanto más pienso en ella, más me convenzo de que su tono es el correcto. Grazia no pertenece verdaderamente al mundo de los mortales, desde el comienzo de la película está en la búsqueda de algo más allá del destino mundano que le ofrece su prometido y más en contacto con la espiritualidad y la fragilidad de la vida que los demás. En ese sentido, resulta apropiado que Venable la personifique en forma etérea, como si caminara y hablara en sueños o desde otro plano metafísico, y como representación de esa cualidad compartida con el héroe, su escena romántica con Sirki está filmada en parte desde el reflejo de los enamorados en una fuente.-
Leisen es uno de esos directores cuyo nombre nunca recuerdo, pero a poco que uno repase su filmografía encuentra comedias románticas deliciosas (ya mismo me apunto para ver Take a Letter, Darling y para un revisionado de Hands across the Table y Midnight) y películas intrigantes como Four Hours to Kill o No Man of Her Own (que espero poder descubrir pronto), aunque nada tan poético como Death Takes a Holiday en la que se plantea que hasta la Muerte está incompleta si le falta el amor.-
Qué bonita descripción realizas de un personaje tan complejo: "Su Muerte puede ser solemne, altiva en su superioridad inapelable pero también conmovedora en su desolación".
ResponderBorrarQué hermosa es la película de Leisen, ¿verdad?
... quién iba a decir que la muerte podía caer en un amor loco...
Y qué elegante es Cukor. Es un realizador que me resulta muy interesante y la película que reseñas tiene momentos realmente hermosos.
Sí, arrastraba fama de niño bonito Robert Taylor, pero luego me doy cuenta de que protagonizó películas que me fascinaron en la infancia y me siguen entusiasmando: Ivanhoe, Quo Vadis, Caravana de mujeres o mismamente esta dama de las camelias...
Beso
Hildy
¡Es extrañísima la película de Leisen! Yo no había vuelto a verla desde 2017 pero recordaba esa atmósfera de sueño lírico que tiene. Y me quedó el recuerdo de haber visto "Design for Living" y "Death takes a Holiday" (no recuerdo si el mismo día o en días consecutivos) con mi hermana que no es amante del cine clásico y ella se extrañó de que el protagonista de ambas películas fuera el mismo. Los dos personajes no podrían ser más diferentes y es que Fredric March era genial. Algún día me encantaría hacer un recorrido por su filmografía completa (y ya van cuatro proyectos similares que voy acumulando, jaja).-
BorrarRecuerdo algunas escenas de "Quo Vadis" que enganché un día por la tele y creo que fueron mis primeras imágenes de Taylor. Más tarde descubrí algunas de sus películas de juventud y debo decir que me gusta más con algunos años encima. "Camille" me ha gustado mucho en este revisionado (es otra peli que no veía creo que desde 2017, ese fue un gran año de cine para mí, con muchos descubrimientos). ¡Ay, "Caravana de mujeres" me la has recomendado tanto y yo sigo sin verla! Me pregunto con qué letra empieza el título original, tal vez esté a tiempo de incluirla en esta lista...
Un beso enorme, gracias por seguirme en todas mis locuras de cine, Bet.-
PD: "Caravana de mujeres" empieza con W, ¡perfecto, queda anotada!
Hola.llevo leyéndote un tiempo y me encanta.parece que tambien te gusta Fredric March como a mí.Seguire leyéndote!!!
ResponderBorrarSaludos!!
¡Bienvenida Esther! Fredric March es uno de mis favoritos, nunca deja de sorprenderme y de enamorarme, a qué negarlo jaja, de modo que se aparece por aquí bastante seguido.-
BorrarGracias por tu mensaje, espero verte pronto de nuevo por aquí,
Bet.-