Golden Boy (Sueño dorado) - Rouben Mamoulian, 1939.-
¿Cómo pudo William Holden ser alguna vez tan joven? Este fue mi primer visionado de Golden Boy (no será el último, pues siento que aún me quedó jugo por extraer de esta película) y no puedo creer que este muchachito fresco e ingenuo fuera el mismo actor que el cínico Joe Gillis de Sunset Boulevard o que el experimentado Max Schumacher de Network. Y sin quitarle mérito a su trabajo como actor me gusta pensar que Holden es un poco como su personaje, Joe Bonaparte, un muchacho con hambre de gloria partiéndose la espalda para llegar a la cima (cuenta el anecdotario de la película que Holden practicó incansablemente tanto sus movimientos de boxeo como su digitación con el violín para resultar creíble en el personaje de un joven talentoso que se debate entre ambas disciplinas). Sosteniendo las espaldas de Bonaparte está Lorna Moon (Barbara Stanwyck), la chica del representante Tom Moody (Adolphe Menjou) que tiene mejor ojo que él, y Stanwyck también sostuvo y apoyo a Holden en este proyecto. Esta reseña me está saliendo bastante desordenada con tanta mezcla entre la ficción y la realidad, pero es que han pasado unas horas desde que terminé de ver la película y cuanto más pienso en ella, más me gusta.-
Y en el centro de la familia está la relación entre padre e hijo, en donde el Sr. Bonaparte funciona un poco como el retrato de Dorian Gray. A medida que Joe se pierde cada vez más en los laberintos de la mafia que rodea al pugilismo, su padre se ve más y más gastado pero nunca deja de estar al lado de su hijo. Joe por su parte, a diferencia de otros “muchachos dorados” del cine (pienso por ejemplo en Kirk Douglas en Champion), nunca pierde del todo su alma gracias a la presencia constante de su padre y el dolor de éste es también su dolor. Una de las escenas más conmovedoras de la película tiene lugar cuando Joe regresa de una gira de ocho meses y su padre insiste en que toque el violín para la familia reunida, familia que incluye a un vecino inmigrante europeo como ellos al que han “adoptado”, dado que pasa todo su tiempo con los Bonaparte. Joe se resiste, porque sabe que no podrá hacerlo, pero finalmente cede y lo que comienza como un bello concierto familiar termina mal porque las manos lastimadas del muchacho ya no tienen la destreza necesaria para tocar. El dolor de Joe en este momento es en parte propio, porque la música es su gran amor, pero es a la vez ajeno porque el sueño que ve derrumbarse es también el de su padre.-
En otro orden de cosas, encontré interesante lo que Stanwyck hace con el personaje de Lorna. En manos de una actriz con menos personalidad, Lorna hubiera podido pasar a segundo plano como la amante / asistente de Moody que se interesa por el “muchacho dorado”. Pero con el rostro de Stanwyck Lorna aparece como un personaje femenino fuerte, capaz de enfrentar incluso al “villano” Eddie Fuseli (Joseph Calleia), un gangster del boxeo que intenta acaparar la representación de Joe. Si bien no parece hacer gran cosa además de recortar noticias para el album de recuerdos de los representados por Moody, Lorna es quien convence a su novio de darle una oportunidad al muchacho y es quien en definitiva se presenta como la “reserva moral” de Joe. Me encanta además el gesto reiterado hasta el final de acomodar la corbata de Moody cada vez que éste tiene la cabeza en otros asuntos: no importa la situación, Lorna nunca deja de cuidarlo con un instinto casi maternal.-
Por último, rescato la representación de los personajes de color en esta película: para 1939 es bastante inusual encontrar representaciones naturalistas, no caricaturescas. Y tanto más que sean estos personajes (en especial el padre de “Chocolate Drop” interpretado por Clinton Rosemond) quienes enseñan una lección al protagonista blanco.-
Heaven Can Wait (El Diablo dijo no) - Ernst Lubitsch, 1943.-
Una de las mayores alegrías que me dio esta serie hasta ahora fue contar con una excusa para descubrir por fin esta película. Y debo decir que me llevó su tiempo adaptarme a lo que Lubitsch propone aquí. Heaven Can Wait no es chispeante como Trouble in Paradise o Design for Living, que es lo que por algún motivo esperaba, sino que tiene ese tono entrañable de The Shop Around the Corner. Una vez que ajusté mi sintonizador al tono correcto, pude involucrarme en la historia de Henry Van Cleve (Don Ameche), un hombre de edad que llega al Infierno e intenta convencer al mismísimo Diablo (Laird Cregar) de que ese es el lugar que le corresponde luego de la vida que ha llevado. Para ello, Henry relata diferentes episodios de su vida en viñetas que ocurren en varios de sus cumpleaños y que nos permiten conocer a su familia, en especial a su abuelo (Charles Coburn) y a su esposa Martha (Gene Tierney).-
La estructura de la película (basada a su vez en una pieza teatral llamada, justamente, “Cumpleaños”) es una maravilla porque nos permite viajar en el tiempo junto con Henry a través de momentos decisivos en su vida y captar los cambios que se producen a lo largo de los años tanto en la sociedad en general (la moda, las costumbres) como en la familia Van Cleve en particular: niños que crecen, los mayores que ya no están, vínculos que van deteriorándose (esos suegros interpretados por Eugene Pallette y Marjorie Main, qué delicia) o otros que se consolidan contra todo pronóstico.-
De la mano de este aspecto encontramos un genial trabajo de maquillaje y actuación de los dos protagonistas. Ya tuve ocasión de destacar lo bien que representa la vejez Gene Tierney cuando reseñé The Ghost and Mrs. Muir y sumo aquí mis aplausos para Don Ameche, a quien de niña conocí como el sacerdote en Oscar o el padre de Tom Selleck en Folks! (sé que he visto Cocoon en mi infancia, pero no recuerdo más que algunos puntos básicos de la trama) por lo que me resultó emocionante verlo en plena juventud, haciendo de anciano y luciendo exactamente como lució años después.-
Tal vez la única falla que encontré en la película es que Henry no me pareció tan terrible como para merecer el Infierno como la premisa de la película hace pensar; por el contrario me enamoré perdidamente de él y creo que no hubiera podido ser de otra forma. En primer lugar, es imposible no sentir simpatía por un hombre que cae enamorado como fulminado por un rayo en cuanto conoce a Martha (ese meetcute que, sin haber identificado la cita, ya me había funcionado en Dan in the Real Life). Luego, cómo no amar a alguien que cuenta con el apoyo incondicional de un abuelo tan genial. Cualquiera que tenga al abuelo Van Cleve de su lado, tiene que ser un gran tipo. Y con esto vengo a caer en la cuenta de que en definitiva hay algo en común entre esta película y Golden Boy en cuanto ambas hablan sobre la familia y sobre la relación entre dos hombres de distinta generación (en este caso no tanto un padre y un hijo, porque el padre de Henry, interpretado por Louis Calhern, es adorable pero bastante despistado).-
Pero sin dudas lo central en la película, y lo que me ha resultado más conmovedor hacia el final, es esta idea de que finalmente estamos hechos de pequeños fragmentos de vida, de errores rectificados, de la emoción que nos dispara un viejo libro tomado al azar de la biblioteca, de un sueño que nos hace escuchar - tras una puerta cerrada - un viejo vals.-
Tengo un gran cariño a Sueño dorado: un boxeador violinista me parece una metáfora de la vida tan certera... Y me da mucha ternura que Stanwyck siempre llamó golden boy a William Holden, incluso en su discurso de despedida por la muerte del actor así lo llamó.
ResponderBorrarQué ganas volver a ver la de Lubitsch. ¡La tengo superolvidada! Me apetece mucho regresar a ella después de leerte.
¿Sabes donde recuerdo con cariño a Don Ameche? ¡En una de Mitchell Leisen! Medianoche (Midnight, 1939).
Beso
Hildy
¡Sí, me mató leer sobre esta relación tan especial entre Stanwyck y Holden! Confieso que con estas dos películas me pasó exactamente lo mismo: quise verlas durante años y cuando por fin me dispuse a ello, al principio me costó encontrarles la vuelta. Pero ambas terminaron enamorándome y sé que volveré a ellas en el futuro. Por las pelis de boxeo tengo una debilidad especial (me acordé mucho de "Body and Soul" con nuestro querido John Garfield, que debió haber sido el Golden Boy).-
Borrar¡Y Don Ameche me encantó también en "Midnight"! Habiéndolo conocido ya mayor, de pronto me encuentro sorprendida de su estampa de galán en su juventud. Me debo un revisionado de "Midnight", aún no descubrí cómo hacer para que las pelis que me han gustado mucho no queden perdidas en el baúl de los recuerdos...
¡Ay, la desesperación por todo lo que hay que ver!
Te mando un abrazote, estaré esperando un texto con el "toque Hildy" sobre "Heaven can wait".-
Bet.-